MARCOS 2 1-12: Curación del paralítico.
Descargar 7º Domingo Ordinario - B.Juan García Muñoz.
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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Se nos cuenta aquí la gesta de cuatro hombres a quienes les importa de verdad la curación de un paralítico. Y les importa tanto que no reparan en obstáculos ni esfuerzos hasta conseguir ponerlo delante de Jesús. Si la gente se agolpa delante de la puerta de la casa donde está Él, y nadie se aparta para dejar pasar una camilla, pues con camilla y todo nos subimos al tejado, abrimos un boquete y la descolgamos, paralítico incluido, delante de Jesús. Que le vea bien y esté a mano. Sin preguntar ni consultar con nadie. Eso sí, los cuatro a una. Sabían quién era Jesús, y que si alguien podía curar al paralítico era Él. Ninguno de ellos se adelantó a pedir o suplicar, tampoco había sitio, pero se las arreglaron para ponérselo delante en un gesto sin precedentes que hablaba por sí solo.
Tampoco el paralítico habla. No puede moverse, no se expresa, y permanece inerte. El protagonista de todo este fregado y es como si no existiera. Pero Jesús se dirige a él con ternura: hijo... Y perdona sus pecados, que es la mejor manera de curar. Porque el pecado paraliza, ata y esclaviza, roba la libertad de movimientos, la vida, la alegría; y en el mejor de los casos ofusca y debilita.
Los hay que son paralíticos y van en camilla. Por eso quienes les quieren se entretienen en partirse el espinazo y los descuelgan por ahí. Los hay que son ciegos y no se nota porque sus ojos ven, pero su mente, obtusa y retorcida, les hace ver, pasada por el tamiz de sus prejuicios, de su pecado, toda realidad como lo que no es por buena y santa que sea. Son esos que llevados de santo celo llaman blasfemia y atentado a Dios soberano al perdón otorgado por Jesús. Quién se ha creído... Poco les ha movido el gesto de los cuatro llevando a pulso al paralítico hasta el tejado. Los hay que al ver a un paralítico curado, levantándose de su camilla y saliendo camino de su casa a la vista de todos, se quedan atónitos y reaccionan dando gloria a Dios: nunca hemos visto una cosa igual. Y los hay también que no reconocen sus obras por mucho que las tengan delante y las vean. Confunden a Dios con alguien tan duro como ellos, por eso no puede tener nada que ver con uno que va por ahí compadeciéndose de los enfermos, perdonando sus pecados, que son los que paralizan de verdad, y haciendo a la gente autónoma y capaz de levantarse de la postración para andar por sí misma.
En medio de todo había un paralítico que había sido llevado allí por otros cuatro. Dos veces le habló Jesús. Como a un hombre. Se levantó, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Los que lo vieron, aquellos que menos sabían de leyes y de Dios, le daban gloria y decían: nunca hemos visto una cosa igual.
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