DOMINGO 26-B

sábado, 22 de septiembre de 2012

30 SEPTIEMBRE 2012
DOMINGO 26-B

MARCOS 9,38-43.45.47-48. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela.

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 22 septiembre, 2012 19:28 dijo...

NO ES DE LOS NUESTROS (Mc 9,37-47)

La psicología de grupos dice que uno de los factores de cohesión interna es marcar diferencias con otros grupos, sobre todo con los afines. La reacción de los discípulos ante alguien que libera a los hombres en nombre de Jesús, sin ser uno de su grupo, es indicativa de este fenómeno. Lo que esta postura esconde es la pretensión de apropiarse de Jesús y hacer de su figura, de su mensaje o de su obra un patrimonio grupal. Él sale al frente y afirma que tiene otros muchos seguidores a los que no se debe entorpecer su tarea en favor de los hombres.

La cosa se complica cuando se trata de la Iglesia o la comunidad cristiana de un lugar. Es cierto que la unidad sólo se puede construir a partir de la diversidad, es decir, que sólo se puede unir lo diferente y que -según las enseñanzas de Pablo- el pluralismo de dones y tareas es una manifestación del Espíritu. El problema surge cuando alguien -sea persona o grupo- absolutiza lo que le es propio y desautoriza todo lo demás. Cuando esto ocurre, se está atacando uno de los rasgos de la Iglesia, aquel que engendra la fe en los extraños: la unidad. Es bueno reconocer lo que nos diferencia, pero no es menos bueno valorar lo que nos iguala y une.

El verdadero enemigo no es el otro o los otros, sino el escándalo -seducir al débil para que se entregue al mal-. Ése es el verdadero enemigo al que hay que temer y contra el que hay que luchar. Si una persona tiene buen corazón y sus obras son buenas -aunque parezcan insignificantes, como dar un vaso de agua-, ¿qué importa lo que piensen los hombres? El cristiano sabe que, cuando llegue la hora de la verdad, muchos se sorprenderán al ser recompensados porque ayudaron al juez del mundo sin saberlo.

Y este enemigo no es ajeno a cada uno. Es tan propio como la mano, el pie o el ojo. La verdadera lucha del creyente -y de cada ser humano- no es contra los demás, sino contra sí mismo. La maldad es una semilla que alguien, en algún momento de la existencia, sembró en nuestro corazón. La mejor tarea es arrancarla para que la semilla de la bondad -que nació con nosotros- brote, se desarrolle y madure. Dios -que es amor- nos ha creado a su imagen, pero la serpiente nos ha mordido y su veneno amenaza con destruirnos. El antídoto es el perdón. Pero éste sólo es posible cuando uno está dispuesto a la renuncia del amor propio y del orgullo. Y eso duele porque está muy dentro de nosotros. Pero así es la cosa. Quien no se adentre por este camino de vida, se sumergirá en el abismo donde la destrucción es completa -el fuego no se apaga- y la putrefacción, total -el gusano no muere-. Se trata por tanto de ser uno mismo, unido a los demás y luchando contra el enemigo interior que pretende convertirnos en apóstoles de nuestra propia maldad.

Francisco Echevarría

Maite at: 25 septiembre, 2012 19:12 dijo...

Normalmente, y si Dios no lo remedia, arrastramos un concepto adolescentoide de grupo y pertenencia. Fortalece nuestra identidad, nos da seguridad y a menudo infla nuestro ego y complejo de superioridad. Nos vuelve intolerantes con quienes no son de nuestro grupo. Hace incluso que veamos mal y percibamos como un ataque o provocación lo que "esos otros" hacen bien, y que incluso coincide con lo nuestro. Pero eso, claro, somos incapaces de entenderlo así. Nos cuesta mucho asimilar, incluso como cristianos, eso de "el que no está contra nosotros está a favor nuestro". O a lo mejor sí lo entendemos pero no soportamos que se nos quite protagonismo o los aplausos por haberse adelantado a nosotros, o hacer lo mismo igual o mejor.

Hace falta un corazón como el de Moisés, y una fuerte experiencia de Dios en nuestra vida, como la suya, para poder exclamar y desear que "ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor". No tendríamos necesidad de cultivar el aldeanismo para sentirnos alguien. Un corazón libre y apasionado por Dios y sus cosas no se para en eso.

Aún hay mucha gente que hace mucho más que dar a beber un vaso de agua a los seguidores de Jesús. En demasiadas ocasiones se han interpretado mal estas palabras del Señor y se ha hiperdignificado a las personas dedicadas a Él, olvidando las tales que nada les es debido y que todos somos servidores unos de otros. Que las deferencias a ellos dirigidas lo son al único Maestro de todos. Que todo lo que damos y tenemos es recibido y que el que se gloríe que se gloríe en el Señor. Los que dan los vasos de agua recibirán la recompensa del Señor, y quienes los reciben, olvidando que son por Él, darán cuenta estrecha de lo que toman sin que les pertenezca.

La dureza de las palabras de Jesús sobre el escándalo dan una idea de su gravedad. No se puede escandalizar a un pequeño que cree ni en nombre de la libertad ni de la verdad ni una sabiduría superior o vaya usted a saber qué. El amor nunca provoca escándalo porque solo busca el bien del otro. Si evitar el escándalo exige el sacrificio de lo más importante todo será poco con tal de formar parte, con los pequeños, del Reino de Dios.

J.A. at: 26 septiembre, 2012 19:12 dijo...

Hoy podiamos tachar las lecturas de la Palabra de Dios de estar imbuidas de un radicalismo feroz.
Pero el Señor que pasó haciendo el bien, curando y restableciendo la dignidad de los afectados por las impurezas legales, que compartió mesa y vida con los excluidos de la sociedad, no nos va a decir cortate la mano, el pie, sacate el ojo por las debilidades que suframos.
Pienso que Jesus nos está enseñando la seriedad con la que hay que tomarse el Reinado de Dios, que no es cosa de oir y olvidar, que no es cosa de ""oir misa"" y ya hemos cumplido.
Jesús quiere disicipulos serios en su caracter y en su actuar, aún en esta sociedad en el que todo vale, todo está permitido y nada es pecado ¿pecado? ¡anda ya!.
Si miramos a nuestro alrededor veremos tal cantidad de vivencias que hasta nos parecen normales, pero conllevan un olvido del estilo de vida enseñado por Jesus, que nos aturde.
Por ello tendremos que saber la opciones que hemos de adoptar, los caminos que hemos de tomar para que nos lleven a cumplir en nuestras vidas la voluntad de Dios, que no es otra que aquello a lo que cada uno hemos sido llamado y ello cumplirlo por encima de todo, con una radicalidad tamizada por el amor a Dios y los próximos y así conviviremos con aquellos que hagan milagros y no estan en nuestro grupo, practicaremos una tolerancia con todos los hombres y mujeres, porque todos somos hij@s de Dios.
¿todo vale? ¿quien soy para concenar?.
Tengamos un corazón abierto a todos porque todos somos hij@s de un mismo Padre y herman@s de un mismo Cristo y a todos se nos ha infudido un sólo Amor