21 ABRIL 2013
4º DOM PASCUA-C
JUAN 10,27-30: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las
conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna...
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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UNA VIDA PARA SIEMPRE (Jn 10,27-30)
El primer enfrentamiento de Jesús con las autoridades tuvo lugar en el templo de Jerusalén, con ocasión de la expulsión de los vendedores. Fue entonces cuando decidieron que tenía que morir. El último ocurrió en el mismo sitio y el motivo fue su condición de Mesías. Los dirigentes le exigen que diga abiertamen¬te si es o no el esperado y que muestre sus credenciales. Jesús les responde que deben sacar la conclusión viendo lo que hace. Su obra en favor de los hombres es la única credencial que puede presentar. Pero ellos no quieren enterarse. Por eso ni le escuchan ni le siguen, sino que intentan apedrearlo.
La fe en Jesucristo implica dos actitudes, una consecuencia y un fundamento. Las actitudes son la escucha y el seguimiento. La fe entra por el oído, es decir, supone prestar atención a la buena noticia del perdón que elimina los miedos y sitúa al hombre en la dinámica del amor y la fraternidad. Pero no es una escucha pasiva, sino profundamente comprometida y, por ello, implica el seguimiento de aquel que ha encarnado esa buena noticia. La fe cristiana no se reduce, por tanto, a la adhesión a un conjunto de verdades, sino que consiste en la adhesión a una persona que se presenta como verdad, camino y vida.
La consecuencia es la vida eterna. El miedo desaparece cuando la muerte deja de ser una amenaza y pasa a ser vista como el trámite necesario para una vida definitiva. El materialismo no entiende que pueda existir algo que no sea materia y, por ello, unos ignoran y otros niegan la realidad sobrenatural o una vida para siempre. Pienso que es como confundir el coche con el movimiento. El sentimiento religioso siempre ha estado vinculado a una vida después de la muerte -otro asunto es el modo de entenderla- y no creo que esta convicción pueda ser menospreciada por no ajustarse a las exigencias del pensamiento científico. ¿Por qué razón sólo va a ser legítimo y aceptable el discurso científico? Si así fuera, tendrían que callar demasiadas voces, precisamente aquellas que dan sentido a la vida como es la del poeta, la del filósofo o la del artista. Tampoco creo que la fe en la vida eterna conduzca -como se ha dicho- a la negación de la vida temporal. Más aún: creo que es al revés, porque sólo quien no teme la muerte es capaz de vivir plenamente la vida.
El fundamento de todo es que quien cree en Cristo y le sigue se une a él y quien se une a él se une al Padre. La fe profesa que el fundamento de la vida y el ser del hombre es la vida y el ser de Dios. Y, si Dios es el fundamento de todo, nada puede representar una amenaza. Por eso la fe en Dios -bien entendida- implica necesariamente el compromiso con el mundo y el riesgo que conlleva.
FRANCISCO ECHEVARRIA
Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.
Jesús se llama a sí mismo el Buen Pastor y el Apocalipsis le llama Cordero degollado. El Buen Pastor lo es porque entrega la vida por las ovejas que el Padre ha puesto a su cuidado. Ha derramado su sangre por ellas y con sus heridas las ha curado. Por eso es el único que puede conducirlas a los mejores pastos. Él conoce a cada una y ellas escuchan su voz y le siguen. Dar la vida es lo que hace al Buen Pastor. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño (Sal 99)
El salmo 22 es la experiencia hecha oración de una oveja del Señor, de alguien que se sabe parte de su redil y única a la vez para Él. Encontramos así un magnífico retrato del buen hacer del pastor.
Quien se sabe guiado y conducido por el Señor tiene la certeza de que nada le falta, pues con Él de nada siente necesidad. Todo está bien y todo es para bien. El Señor le lleva hacia pastos tranquilos y le procura descanso. No faltan cañadas oscuras ni tramos agrestes durante el camino, y si la presencia del Buen Pastor es invisible a los ojos su vara y su cayado sosiegan y hablan a gritos de su apoyo y compañía.
Solo Jesús nos proclama vencedores de nuestros enemigos, más temibles los de dentro que los que creemos tener fuera. Y durante todos los días de nuestra vida nos acompañan su bondad y su misericordia, sobre todo cuando más lo necesitamos.
Sostenidos y guiados por su vara y su cayado, escuchando su voz, habitaremos en su casa por años sin término, sea cual sea el paraje que atravesamos.
Sus ovejas escuchan su voz y le siguen, y huyen de la voz de un extraño. La escuchan y distinguen su inflexión, sus matices, su timbre y color, y rechazan la del embaucador que con engaño solo trae muerte y desolación.
Nadie siente más celo por sus ovejas que el Buen Pastor por cada una. Por eso solo podrá llamarse pastor como Él y apacentar a las ovejas quien entregue su vida y esté dispuesto a derramar su sangre por ellas. Quien desafíe a los lobos y las inclemencias del tiempo buscando los mejores pastos para ellas. Quien sepa dejar a las noventa y nueve sanas y gordas para ir en busca de la más débil que se extravió. Quien las conduzca hacia fuentes de aguas vivas lejos del temor, la extorsión y explotación, la angustia y la opresión.
Si te sientes perdido y sin rumbo, vulnerable y solo, déjate apacentar por Jesús. Déjate guiar por su vara y cayado que son suaves y buenos para ti, déjate acariciar por su voz. Él sabrá corregir tu sendero equivocado y te sacará de las zarzas abruptas que desgarran tu piel. Te llevará a los pastos verdes de su Palabra y Él mismo será tu alimento. Así lo cantó el poeta:
Oveja perdida, ven sobre mis hombros, que hoy no solo tu Pastor soy sino tu pasto también.
Mis ovejas escuchan mi voz
Yo las conozco
ellas me siguen
y Yo les doy la vida eterna
Estas palabras del Evangelio de hoy resumen de forma sencilla la vida del cristiano, si de verdad nos llamamos cristianos y lo somos, es decir si
--Escuchamos la Palabra de Jesús, amor del Padre echo Vida, porque tenemos esa intimidad que nos da la oración, donde pedimos, pero donde contemplamos, damos gracias y alabamos a Dios y Dios nos habla en susurro al corazón
--Si conocemos su Voz, esto es, si escuchada, la hacemos vida, si la digerimos en nuestro interior y la llevamos a la práctica, a nuestro quehacer ordinario, no nos exige grandes cosas, recordad, “”el Reino de Dios no vendrá con grandes manifestaciones……”cosa quizás que hoy olvidamos, ya que nos gusta tanto las algaradas religiosas.
--Si seguimos a Jesús, no sólo de forma cultual, de Domingos y Fiestas, de jolgorio espiritual, no, sino haciendo nuestro su estilo de vida, de unión con el Padre, de entrega a todos y sobre todo a los más débiles, cosa también olvidada, porque mucho hablar de los débiles y pobres, pero seguimos siendo ricos.
--Y Yo les daré la vida eterna, vida eterna que el mismo Jesús nos dice qué es: S. Juan 17,3, “..y esta es la vida definitiva (eterna), que te conozcan a Ti Padre, el único Dios verdadero, conociendo a tu enviado, Jesús el Mesías””
Cómo conocemos a Dios?, igual que conocemos a cualquier persona, tratándolo, y volvemos, donde podemos tratarlo? en la oración y en nuestro hacer por los demás: contemplación y acción, ni lo uno ni lo otro solo.
Tratemos a Dios, a Dios Padre de todos, a Jesús nuestro Hermano y rostro del Padre y al Espíritu, nuestra Vida.
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