NOCHEBUENA-A

miércoles, 18 de diciembre de 2013
25 DICIEMBRE 2013
NATIVIDAD DEL SEÑOR (NOCHEBUENA)


LUCAS 2,1-14. Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre

4 comentarios:

Paco Echevarría at: 18 diciembre, 2013 08:50 dijo...


¡FELIZ NAVIDAD!

Son muchos los siglos que lleva Occidente celebrando la Navidad el 25 de Diciembre. El testimonio más antiguo es un calendario del año 336 en el que se recogen las fiestas que celebraban los cristianos en Roma. En cuanto a las razones para celebrarla el 25, hay que decir que no sabemos el motivo que llevó a la Iglesia a hacerlo ese día. Son muchas las hipótesis que se han formulado, pero ninguna ha podido ser confirmada. Entre ellas, se ha señalado la necesidad de oponer el culto a Cristo al culto al sol que, por influencia de Mitra, gozaba de tanta popularidad en el paganismo. Pero esto es una hipótesis no se ha podido demostrar con documentos. El hecho cierto es que la fiesta del nacimiento de Cristo se viene celebrando el 25 de Diciembre desde los primeros siglos.

Pero –¡lo que son las cosas!–, algunos se han propuesto acabar con el contenido de estas fiestas. En el dislate al que estamos asistiendo en cuestión de costumbres y tradiciones, este sería uno más, si no fuera por la maniobra de manipulación lingüística que supone. La estrategia es evidente: si no se puede acabar con la fiesta, se le cambia de nombre o se mantiene el nombre pero se le cambia el contenido o las dos cosas. Como, evidentemente, resulta imposible quitar las fiestas de Navidad –imaginen las consecuencias de una medida así en el campo académico o económico, por ejemplo–, se les llama fiestas de invierno, y a los belenes, paisajes de invierno y se eliminan de la calle todos los símbolos religiosos.

Es evidente que cada uno puede celebrar lo que le dé la gana según sus ideas, opciones o preferencias. Pero no podemos cambiar la naturaleza de las cosas. La Navidad es una fiesta cristiana –como el ramadán es una práctica religiosa islámica y a nadie se le ocurre decir que no es ayuno sino una dieta de adelgazamiento–. Se tenga fe o no se tenga fe, el fundamento y la razón de estas fiestas es el nacimiento de Cristo. Por tanto, se les puede llamar fiestas de invierno, pero son fiestas de invierno para celebrar el nacimiento del iniciador del cristianismo. Podemos hacer regalos y decir que es para celebrar la lluvia, por ejemplo, pero regalar en estas fechas es una evocación de los regalos que los magos hicieron a Jesús. Y así podríamos seguir.

También debemos tener claro que la elección de la fecha viene de los primeros siglos, si bien parece que es algo aleatorio. Esto significa que celebramos el “hecho” del nacimiento de Cristo con el sentido que a ello le damos los cristianos, pero no el “día” en que tuvo lugar porque no tenemos ese dato. Lo cual no quita legitimidad a la celebración. No saber la fecha del nacimiento de una persona no significa que no haya nacido ni que no podamos celebrarlo. Si desconocemos el dato exacto, podemos elegir el día que nos parezca más oportuno. Eso fue lo que hicieron con todo derecho los cristianos desde los primeros siglos. Atacar la Navidad, como algunos han hecho, porque ignoramos el dato concreto del día en que Jesucristo nació, no deja de ser otra burda manipulación.

Finalmente, también tenemos que dejar claro que el respeto mutuo que, en una sociedad democrática, todos merecemos –hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, judíos, cristianos y musulmanes, budistas, hinduistas o sintoistas...– implica también el respeto a las creencias religiosas, lo que significa que puedo profesar la religión que quiera o no profesar ninguna. Atacar a las personas, sus manifestaciones y sus símbolos, simplemente porque no los comparto es adentrarse en un sendero peligroso que lleva, a la larga, al totalitarismo, porque, cuando se considera legítimo atacar un derecho, se termina negándolo y, negado un derecho, se pueden negar todos los demás.

Juan Antonio at: 21 diciembre, 2013 10:19 dijo...

En el Evangelio de S. Mateo, 11,25, se recoge al igual que en S. Lucas, una exclamación de Jesús que siempre llena de alegría los corazones de los débiles y de los pequeños:
“Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque si has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a la gente sencilla; sí, Padre, bendito seas, por haberte parecido eso bien”
Pues este día de Navidad es el día de los sencillos, de los humildes, de los débiles, y ello empezando por el propio Niño Dios, nacido en un establo, con la compañía de animales, aunque de ellos nada se diga en el Evangelio; seguimos con José y María, pobre entre los pobres, tan pobres que tuvieron que refugiarse en un establo y por último la compañía de los pastores, personas más o menos señaladas en aquellos tiempos por su no buena vida, pero pobres entre los pobres.
Y ese día, y la noche en que celebramos el nacimiento del Dios Hijo, nosotros los hombres, cristianos y no cristianos, nos saltamos esos parámetros de la sencillez, de humildad y de la pobreza y nos rodeamos de todo aquello que quizás nos haga daño a mucho, por nuestra edad, enfermedades o porque queremos que se vea que celebramos una Navidad, como se suele decir, como Dios manda en comparación con la de otros.
Olvidamos lo sencillo, lo humilde, lo débil, en definitiva estamos desvirtuando lo que es la Navidad.
La mejor Navidad que podemos celebrar es acoger al Niño Dios con la ternura de nuestro corazón, para que lo cambie, lo transforme, lo haga nuevo, rebosante de alegría siempre para los demás, rebosante de solidaridad con todos, rebosante de generosidad.
Seamos dignos hijos de Dios y hermanos del Hijo de Dios, porque seguimos su camino.
Feliz Navidad, Feliz llegada del Señor, Feliz acogida de Dios y de los hermanos.

{ Miguel Angel } at: 23 diciembre, 2013 16:24 dijo...

Hola Juan:
Desde Utrera os envío un enorme abrazo y quiero desearos paseis unas Felices Fiestas a toda la gran Familia y a los amigos, sobre todo a le gente de Naim, Padre Paco, Padre Manolo, José Ramón, Rafa, Raul, Tino Pepe y en definitiva a todos los que nos consideramos hijos de Naim y de Cristo que en la vida, cada día nos enseñan a caminar de nuevo con la FE y la Esperanza de un mundo mejor. A TODOS: OS QUIERO Y OS DESEO PASEIS FELICES FIESTAS
Atentamente, Miguel Angel Mora Romero

Maite at: 24 diciembre, 2013 16:24 dijo...

Yo nací en plena Navidad y cuando era niña pasaba estas fiestas en familia, en casa de mi abuela, que vivía con una de mis tías, su marido y sus dos hijos pequeños. Mi tía ponía todos los días villancicos en un tocadiscos para despertarnos. A lo mejor por eso me gustan tanto, y los belenes llenos de figuritas, las bolas de colores, las cintas brillantes y las luces. Disfruto mucho con la cara más amable, tierna e infantil de la Navidad.

Pero aún me gusta más sumergirme en la Navidad de los relatos evangélicos, la de la cruda realidad de José y María y aquellos que los rodeaban. La que está tejida de un viaje obligado a Belén, una búsqueda infructuosa de algún sitio adecuado para dar a luz, un pesebre donde envolver en pañales a un recién nacido, unos pastores temerosos que vienen a ver al Niño hablando de apariciones de ángeles...

¿Qué pensarían María y José de este Niño que venía así al mundo, como uno más entre los pobres, envuelto en pañales en un pesebre a falta de sitio mejor? ¿Eran estos los planes del Dios Todopoderoso para la salvación de su pueblo?

¿Era este Niño el que había de reinar? ¿Donde estaba su poder? Tan pequeño e indefenso como cualquier otro, sin nada que le distinguiera de los demás...

Y ¿quién entiende que sean los pastores los primeros convocados para adorar al Niño, los que nada saben de la Ley de Dios? ¿Por qué no se enteran los sacerdotes y servidores del Templo, los miembros más influyentes entre los escribas y fariseos?

En el pueblo de María y José muchos permanecen en la oscuridad cuando unos pobres pastores, despreciados por todos, vieron ángeles y una inmensa claridad, y escucharon el anuncio de una gran alegría para todos que jamás olvidarían.

Me gusta pensar que José y María tuvieron tiempo e intimidad para compartir impresiones ante este Niño recién nacido; para apoyarse y ayudarse, para aceptar juntos los planes de salvación de un Dios sorprendente y en los que ellos jugaban un papel protagonista que permanecía sin desvelar ante sus ojos e incomprensible para el entendimiento.

María y José tendrán que estar siempre a la escucha de la voluntad de Dios, atentos y abiertos a Él, disponibles y dispuestos. Con un pedazo de cielo ahora entre los brazos.

Lo más hermoso y grande de la Navidad es la encarnación del Verbo en un Niño recién nacido, en un pueblo concreto que no era de los más poderosos de la tierra, en una sociedad tan necesitada como cualquiera de la ayuda de Dios; en nuestra historia, la de Dios con nosotros.