DOM-03-A

domingo, 19 de enero de 2014
26 ENERO 2014
3º DOM-A

MATEO 4, 12-23: Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 19 enero, 2014 08:57 dijo...

DEJAR LAS REDES (Mt 4,12-23)


Son tan fuertes los vientos de libertad que soplan en nuestro tiempo que, para muchos, este valor es casi un dios. Y no es que esté mal defender un valor tan sagrado que, en la Biblia, a pesar de su consecuencia más trágica –el pecado–, nunca fue retirado al hombre por el Creador. El problema es que no acabamos de entender de qué se trata y predican algunos que consiste en no tener otra norma de conducta ni reconocer otra voluntad que la propia. De esa manera los deseos se convierten en necesidades y las necesidades en derechos. Piensan éstos que la moral es un ataque a la libertad y a lo más que llegan es a la moral de la propia conveniencia o el propio gusto.

Creo yo que la libertad es más un deber –un valor– que un derecho –un beneficio–. No es algo que uno posee por nacimiento, sino algo que se ha de conquistar a lo largo de la vida con esfuerzo y sacrificio. Y, una vez alcanzada, no resulta fácil soportar el peso de la misma, porque exige tomar decisiones que, las más de las veces, son duras y comprometidas. Mucho me temo que lo que algunos llaman libertad sólo sea la calderilla de la misma, es decir, la posibilidad de tomar pequeñas decisiones que permitan hacer lo que uno quiera en pequeños asuntos porque las grandes decisiones las toman otros en otros foros. Es la estrategia de los poderosos: “Haz lo que quieras. Tienes derecho a ello. Eres libre. Pero déjame a mí decidir lo que has de pensar y de querer”.

Viene esto a cuento del gesto de los discípulos cuando Jesús los llama. Eran pescadores y estaban entregados a su trabajo. Cuando pasa junto a ellos el profeta de Nazaret, sin mediar discusión ni diálogo, les dice: “Seguidme porque quiero que os dediquéis a otros menesteres”. Ellos inmediatamente dejan las redes y le siguen. Es una decisión que compromete su futuro, su vida. Otros hubo que también fueron llamados, pero no se atrevieron a asumir el riesgo de la opción y siguieron con lo de siempre. Dejar las redes, cambiar de rumbo, comprometerse... En eso consiste la libertad: en romper ataduras.

Hoy se teme tomar decisiones que hipotequen el futuro. Vivimos en la cultura de la provisionalidad –la cultura de usar y tirar–. El problema es que sólo el que toma decisiones es libre y sólo el que toma grandes decisiones es radicalmente libre. No decidir para no comprometerse no es conservar la libertad, sino dejar pasar la ocasión de disfrutarla. La dificultad está en que, una vez que hemos decidido, nos hacemos responsables de nuestra decisión, de modo que no es libre quien no es capaz de responder de su libertad. Ésa es la paradoja de la libertad. A las nuevas generaciones no se les dice esto. Sólo se les habla de derechos –no de deberes–, de libertades –no de exigencias–, de posibilidades –no de compromisos–. Mal quieren a los jóvenes quienes les dan para moverse en la vida monedas de una sola cara: las monedas falsas de una libertad que no sabe de responsabilidades.

El límite de la libertad es el respeto al otro y a los valores. Cuando se ignora esto, surge la prepotencia, la tiranía y la violencia.

Maite at: 20 enero, 2014 10:23 dijo...

Leyendo este pasaje de Mateo me gusta pensar que la tierra de mi corazón se llama Galilea; una tierra necesitada de luz que acabe con las tinieblas y sombras de muerte que a veces la acechan y envuelven. Cuna de cabecillas revolucionarios y agitadores. Pero aquí, donde más se necesita y menos se merece, viene a establecerse Jesús, y a hacer oír su exhortación a la conversión y su anuncio de la proximidad del Reino de Dios.

La conversión pasará por dejar que esa luz brille en cada rincón de mi tierra, y expulse las tinieblas y sombras de muerte que no la pueden soportar; y por abrirme, asimilar y aprender, hacer míos, los valores del Reino. Como hacerme pequeña para poder entrar en él, pobre y servidora, hermana y compañera de camino, buena samaritana.

Cuando menos lo espero y sin estar preparada, con las manos en la masa de mi tarea cotidiana, insignificante y rutinaria, Jesús pasa. Me ve y me invita a seguirle de cerca, a pescar hombres, con Él y como Él. Y a proclamar el Evangelio del Reino, y a curar enfermedades y dolencias.

Haré mi camino junto a hermanos y hermanas, y tendré que aprender a evitar discordias y convivir en la unidad, sabiendo que todos somos de Cristo, que es quien murió en la cruz por nosotros, y en cuyo nombre hemos sido todos bautizados.

Por eso anuncio el evangelio no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo, sino desde el gozo y la alegría, que nada ni nadie me puede quitar, de que Él es mi luz y salvación. Y lo único que pido y busco es habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, gozando de su dulzura, aquí y en el país de la vida.

Por eso puedo decir una palabra de aliento al que la necesite:

Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

Juan Antonio at: 21 enero, 2014 22:25 dijo...

Algunas veces entra la tentación de no hacer reflexión alguna, pues me parece que estoy fuera de lugar muchas de las veces y parece que me veo en la necesidad de callarme.
Pero como dicen, hay que tener valor y cumplir con la responsabilidad asumida libremente.
Las lecturas de esta semana por una parte nos plantea la necesidad de la unión y por otra la vocación de cada uno a la que ha sido llamado, si es que hemos oído esa llamada, dentro del ajetreo social en que nos vemos envuelto.
Respecto de la unión, tema actual por encontrarnos en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, los canadienses, responsables de la preparación de la semana de oración, han tomado como lema para este año el siguiente “”¿Es que Cristo está dividido?”” (traducción de la biblia interconfesional) de la primera Carta a los Corintios y que se proclama en este Domingo.
Y sin mirar las grandes divisiones de las Iglesias Cristianas, que realmente está ahí, y por su fin rezamos o no, porque hay parroquias donde parece ser que este tema de la división de los cristianos no interesa, vamos a lo nuestro, como diremos, pues ni se comenta siquiera, ni se hace la más mínima alusión en la oración de los fieles.
Y como digo, sin mirar esas grandes divisiones, miremos nuestro entorno, mirándome y mirando a nuestros hermanos en la fe (católica), tenemos que hacernos esa pregunta “¿Es que Cristo está dividido?”, pregunta que contesta el Papa Francisco en la Exhortación La Alegría del Evangelio -98- a decirnos “cuantas guerras mantenemos dentro del Pueblo de Dios y en las distintas comunidades y ¿por qué?, por una búsqueda de poder, prestigio,… y más que pertenecer a la Iglesia toda, pertenecen a tal o cual grupo que se siente diferente”
Parecerá mentira pero usamos y abusamos de Dios en nuestro provecho y lo dice el Papa, no yo, que también podría hacerlo por la evidencia en nuestros Grupos, Movimientos, Hermandades, Cofradías, llegando incluso, a desobedecer a nuestros pastores en la fe, por la prioridad del grupo.
Qué distinto de aquella primera Iglesia que se nos manifiesta en los hechos de los Apóstoles, donde oraban, sentían, amaban……
Decía un autor que si los cristianos guardasen el único mandamiento que tienen, el amor, ni la bomba más grande tendría un efecto mayor. Serían uno, amarían de tal forma que harían realidad el sueño de Dios: la fraternidad humana, con lo que se acabarían todas las diferencias que hoy nos agobia en la economía, la política, la vida laboral, relacional, financiera: la oveja comerá con león, el niño meterá la mano en la cueva del áspid….., ¿nos suena ese poético sueño de Isaías que tanto hemos oído en las Navidades?, ese sería nuestro mundo, en lugar de tenerlo dividido y no solo en la religión.
Recemos los unos por los otros, tendamos nuestras manos y unidos recemos el Padrenuestro, acordémonos de todos los cristianos que aunque de distinta forma, “invocan a un solo Señor” y dejemos nuestras diferencias domésticas, para ser con nuestro Pastor un solo rebaño.
Quisiera haber dicho algo de nuestra vocación, pero ya sería demasiado, habrá otra ocasión
Terminemos con el salmo “El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré?
Solamente a Dios, haciéndolo primero y único en nuestra vida