CUARESMA-03-A

domingo, 16 de marzo de 2014
23 MARZO 2014
3º DOM-CUARESMA

JUAN 4,5-42. ENCUENTRO CON LA SAMARITANA.

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 16 marzo, 2014 08:21 dijo...

LA FUENTE DE LA DICHA (Jn 4,5-42)

La charla de Jesús con la samaritana junto al pozo de Sicar no sería sorprendente si no fuera porque, en la mentalidad de su tiempo, hablar con una mujer se consideraba cosa impropia de un hombre de respeto y grave pérdida de tiempo. Mucho más tratándose de una samaritana. Por eso ella se sorprende de que un judío le dirija la palabra. Pero no era Jesús hombre de “buenas costumbres”, sino de respeto y preocupación por las personas. Ésa es la primera enseñanza del relato: importa la gente y no en general y en abstracto, sino cada individuo. El que habla a las multitudes, no tiene reparos en emplear su tiempo y dedicar su atención personal a quienes, casual o intencionadamente, le encuentran. Y es que, el verdadero humanismo no es filosofía de libros y altos pensamientos, sino asunto de relación con las personas concretas en su situación. Es fácil hablar del ser humano. Lo complejo -y lo importante- es tratar a cada uno como un ser humano.

Y la conversación mantenida es toda una lección de cómo habla un maestro. La mujer va por agua para calmar su sed. Para Jesús, esa sed es sólo el signo de una sed más profunda: el ansia de felicidad. A la mujer le hace ver su error: busca en el pozo, fuera de su hogar, lo que sólo puede encontrar entrando en su verdadero hogar y descubriendo la fuente que allí mana. Poco a poco va llevando su atención al interior, al corazón, para enfrentarla con su verdadera desdicha hasta hacerle comprender que sólo dentro de sí podrá encontrar lo que inútilmente busca fuera.


Aparte de otras lecturas -acertadas y tal vez más importantes-, ésta es -al menos yo así lo creo- una lectura de gran actualidad. Porque -en nuestra cultura y en nuestra sociedad- buscamos, como la mujer de Samaría, la felicidad donde no se encuentra y no la buscamos donde verdaderamente está. Nos proponen toda clase de pozos en los que calmar la sed y cada uno se nos presenta como el mejor. Con la ilusión de alcanzar por fin la dicha, probamos cada nueva propuesta y, tras un tiempo de creer que lo habíamos conseguido, aparece otra nueva que nos seduce con la propaganda y corremos tras ella.

Mirar dentro, oír el corazón, buscar en el alma la respuesta a las preguntas, adentrarse en la quietud del propio espíritu... ése es el camino que Jesús propone a la mujer. Ella se resistió pues no comprendía el mensaje del Nazareno. Pero se dejó guiar por aquella voz y vio de cerca su herida -la del sentimiento-. Y debió resultar bien el viaje hacia su propio corazón porque, dice el relato, que volvió a la vida dejando abandonado junto al pozo su cántaro. Descubrir la fuente de la dicha en el interior es lo único que puede hacernos verdaderamente felices. Tratar de calmar esa sed en pozos extraños sólo es una ilusión que se disuelve cada amanecer.

Juan Antonio at: 16 marzo, 2014 21:24 dijo...

En el primero domingo, contemplábamos en el pasaje evangélico las tentaciones de Jesús donde contesta al tentador, que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
En el segundo hemos escuchado la voz del Padre diciéndonos, este es mi Hijo, el Amado, el predilecto, escuchadle
Y este Domingo, nos propone no solo tener como prioridad la Palabra de Dios, no solo la recomendación del Padre, se nos propone, seguir escuchando la Palabra de Dios, pero en un dialogo.
Las personas, además de Jesús y la samaritana, son los Apóstoles y los vecinos de Sicar.
Se entabla un dialogo, estando Jesús y la mujer solos, dialogo anormal, para la época, entre un hombre y una mujer, anormal, entre una mujer samaritana y un hombre judío, pero se produce ese dialogo, ya no es solo vivir de la Palabra, escuchar a Jesús, además es dialogar, entablar una conversación entre dos personas y en el presente, ¡qué dialogo!
Es Jesús el que empieza el dialogo pidiendo, solicitando la satisfacción de una necesidad, de una necesidad física, para llegar al final del mismo a ofrecer a la mujer la satisfacción espiritual del alma, alma harta de la vida, quizás hastiada de tantos avatares –cinco maridos y el que tiene, no es su marido-, quizás rechazada, excluida, olvidada y en ese dialogo va lentamente encontrando un algo que no tenía, que no tenemos y que buscamos por otros sitiios con verdadera ansiedad, la felicidad.
“Si supieras quien te pide de beber …..”
Si no tienes cuerda, si no tienes cubo, pero sigue el dialogo, el que bebe de esta agua volverá a tener sed pero el que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed, el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor que salta hasta la vida eterna.
La mujer va encontrándose con Jesús, se siente cómoda, se siente bien tratada, se siente con dignidad, quizás la que no le daban sus vecinos y en ese encuentro le pide, “dame de esa agua”, sin saberlo le está pidiendo la vida eterna y continua el dialogo, ya se deja el agua, ya entra en juego el culto, la adoración, la oración de aquellos que invocan al Señor, que no importará donde ni cómo, solo que se tenga ese encuentro con el Señor, que debe ser nuestra meta en esta Cuaresma, el encuentro con el Señor, que nos dará ese surtidor de agua viva, de vida eterna, vida eterna que no es más que conocerte a ti único Dios verdadero y al a su enviado Jesucristo ( Juan 17,3), que nos lo da a manos llenas, a cada instante, de ahí la necesidad de vivir de la Palabra de Dios, de escuchar la Palabra del Hijo y de dialogar con Él, en la oración, en lo escondido de tu interior, en lo hondo de tu alma, y seguir su vida ¿y Jesús qué haría? (perdonad las repeticiones)
Este dialogo, este encuentro con el Señor, transforma a la mujer y llama a los vecinos y estos siguen su ejemplo, escuchan al Señor y como nos dice nuestro Juan, la fe de esas personas no se funda en la experiencia de la mujer, sino en la experiencia personal de cada uno, de cada uno de nosotros con Él, del encuentro que tengamos y mantengamos con el Señor a lo largo de nuestro vivir.
Qué bello pasaje y qué bella e inquietante pregunta para recordar, ""si supieras quien te pide de beber…"" y cuantas veces nos lo pide a lo largo del día y como dice el Apocalipsis -3,20- mira que estoy a la puerta y llamo….
Los discípulos, como otras veces, no entendieron nada, los vecinos y la mujer, sí.
Termino con el Salmo “Ojala escuchemos hoy la voz del Señor”

Maite at: 17 marzo, 2014 17:07 dijo...

El diálogo de Jesús con la samaritana es una ocasión privilegiada para contemplar al Señor y conocerle; para observar a la samaritana y ver hasta qué punto podemos identificarnos con ella.

Encontramos a Jesús cansado del camino y siempre sediento de un encuentro personal, cara a cara, profundo y sincero, a solas. Toma la iniciativa y se hace presente allí donde se lleva a cabo nuestra rutina diaria, y ante nuestros ojos asombrados se dirige a nosotros pidiendo de beber.

Aprovecha nuestra sorpresa para intentar despertar en nosotros la sed de un agua viva que solo Él puede dar: sin conocieras el don de Dios... Y nuestros ojos siguen anclados en el pozo y buscan el cubo necesario para sacar esa agua desconocida que no puede salir de otro sitio.

Pero se trata de un agua distinta, que apaga de veras la sed y está en nuestro interior, manando de un surtidor, saltando hasta la vida eterna. Y no acabamos de comprender, pero Jesús despierta la sed: Señor, dame de esa agua.

Solo entonces Jesús nos obliga a enfrentarnos con nuestra verdad. Antes de derribar lo viejo en nosotros nos seduce y enamora con una perla preciosa, y nos invita a elegir: lo viejo o lo nuevo, lo pasajero o lo eterno, la verdad o la mentira, el pecado o la vida. Y con la miel en los labios y el tesoro al alcance de los dedos, de la mano del Maestro, el conocimiento propio emerge sin velos, sin escudarse en mentiras, sin desgarrarnos por dentro, pero limpiando y dejando brotar la carne sana.

Y es que tenemos maridos, ¡y muchos!, y nos casamos con todos sin ser fieles a ninguno, sin encontrar ahí la felicidad sino la sed que no se apaga con nada y nos va secando el alma. Y no sabemos dónde ni cómo dar culto porque andamos sin dueño y sin amor. Los que dan culto a Dios deben hacerlo en espíritu y verdad.

A una mujer pecadora y despistada, que solo iba al pozo a buscar agua, como tantas veces, Jesús le sale al encuentro, cansado y sediento, y ofrece su agua. Delante del pozo y con el cántaro en sus brazos una mujer, que no buscaba nada, por dentro apagada, pero hábilmente guiada, acaba sintiendo cómo por dentro salta ese agua, y un fuego la enciende. No quiere apagarlo y deja en el suelo su cántaro. Corre a contar a todos lo que le ha pasado y cómo oyó: soy Yo, el que habla contigo.

Jesús ha olvidado su cansancio y su sed. Su alimento es hacer la voluntad del que le envió y llevar a término su obra. Había una mujer, perdida y con sed, que lleva dentro un surtidor. Que corre entre los suyos contando qué le pasó, y pasa dejando que el agua que lleva rebose y salpique. No puede evitarlo, es un surtidor.