DOM-16-A

martes, 15 de julio de 2014
20 JULIO 2014
DOMINGO 16-A

Mt 13,24-43. Dejadlos crecer juntos hasta la siega.

4 comentarios:

Paco Echevarría at: 15 julio, 2014 19:43 dijo...

EL BIEN Y EL MAL (Mt 13,24-43)


La segunda parábola del reino habla de la cizaña. La situación que retrata es la de un hombre que ha estado trabajando todo el día en las tareas de la siembra. Un vecino envidioso maquina el modo de hacer inútil tanto esfuerzo. Durante la noche -al mal le gusta ocultarse en la oscuridad-, siembra la tierra de cizaña. Que sólo se dé cuenta del problema cuando la cosa tiene mal arreglo tal vez se deba a que hay un tipo de cizaña -el joyo- que, al principio, tiene un gran parecido con el trigo. Los criados quieren arrancarla, pero el propietario teme que dañen la buena semilla. Crecerán juntos y al final serán separados.


Jesús expone la parábola para hacer frente al interrogante que plantea la persistencia del mal. Nos gustaría que el mundo fuera un paraíso y hasta culpamos a Dios de que no sea así. Un filósofo de la antigüedad llegó a decir: o Dios es bueno, pero no puede erradicar el mal; o puede erradicarlo y no quiere. Es decir, o no es poderoso o no es bueno. La parábola responde diciendo que es paciente. En el día de juicio quedará patente quien ha sido trigo y quien cizaña. Hasta entonces hay que esperar. Lo fácil es arrancar de cuajo la maldad. Lo humano -y lo divino- es dar una oportunidad para que la cizaña se transmute en trigo.

Para los discípulos de Jesús la situación del mundo es difícilmente soportable y somete a prueba permanentemente su confianza y su paciencia. Se requiere una gran fe, mucha bondad y una sabiduría madura para ver las cosas al modo de Dios. Él se ha reservado el juicio para sí. Un hombre no puede saber lo que hay en el corazón de otro hombre. Si nosotros tuviéramos en nuestras manos el juicio ¿quién garantizaría la justicia? Jesús dirá: “No juzguéis y no seréis juzgados”. El texto supone un principio que, siendo difícil de aceptar, es presupuesto de justicia y sensatez: el ser humano es incapaz de conocer dónde está verdaderamente la bondad y dónde la maldad. Convertirse en jueces es arriesgarse a ser injustos.

Hay otro mensaje detrás de esta parábola y tiene que ver con la paciencia. Al final, a la hora de la siega, el trigo será almacenado y la cizaña se guardará para que sirva de combustible durante el invierno. La última palabra no la tiene el mal, sino el bien. Sólo éste perdurará. Y la razón es simple: sólo el bien procede de Dios y, por tanto, sólo él es eterno. Es esta convicción la que mantiene fieles a los discípulos a pesar de la contrariedad. Sería más agradable y más reconfortante ver la caída de los malvados, pero un mundo sin sombras ¿sería un mundo habitable? ¿Sería posible la libertad si no existiera el riesgo de la maldad? Es esto lo que nos diferencia de los animales. Porque el animal obra según su instinto, pero el hombre, por ser inteligente y, por tanto, libre, puede mejorar o empeorar. Huxley lo dijo: un mundo pretendidamente feliz sería un mundo sin libertad.

Maite at: 16 julio, 2014 16:55 dijo...

Las parábolas de Jesús sobre el Reino de los cielos me han recordado las palabras del Papa Francisco, cuando dice que sueña con una Iglesia pobre y para los pobres. Nos hemos acostumbrado a las parábolas sobre el Reino y hemos perdido la capacidad de asombro al escucharlas. Porque hacerlo como si nuestra tierra fuera virgen y nunca hubieran caído en ella estas palabras no dejaría de asombrar. ¿Es posible que el Reino se parezca a cosas tan pobres y pequeñas, tan discretas y sin apariencia, peso ni influencia? ¿Es posible que su desarrollo y crecimiento dependa tan poco de nosotros y nuestros esfuerzos y control?

Si yo hubiera sido una más entre los discípulos que escuchaban a Jesús, también hubiera pedido explicaciones sobre la parábola de la cizaña. Eso de que crezca junto al trigo y el señor decida dejar así las cosas hasta la siega me resulta más difícil de entender que la pequeñez del grano de mostaza o la levadura que fermenta tres medidas de harina. Parece más razonable eso de separar las manzanas podridas del cesto para que no se estropeen las demás. Y mucho más fácil que practicar la corrección fraterna o la misericordia. No se suele pensar que al querer arrancar la cizaña, con la mejor de las intenciones, desde luego, se puede arrancar también el trigo. En ese caso se habla de "daños colaterales" y se considera legítimo y un "mal menor" Siempre hay cizaña que crece junto al trigo, pero no somos nosotros los amos del campo. El Señor sabe qué hacer con ella y cuándo, y que ni siquiera su presencia entre el trigo
frenará el crecimiento del Reino y que llegue a sazón.

El Libro de la Sabiduría nos recuerda que Dios cuida de todo, que no juzga injustamente y que perdona; que gobierna con indulgencia y da lugar al arrepentimiento. El salmista, que es bueno y clemente, lento a la cólera, rico en piedad y leal. Por eso deja que crezcan juntos el trigo y la cizaña, y espera pacientemente el tiempo de la siega. Él vela por el trigo y quién sabe, con el tiempo, qué puede ser de alguna cizaña...

San Pablo enseña que el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad y nos mueve a pedir lo que nos conviene. Creo que uno de los mayores deseos que pone en el corazón es que venga a nosotros el Reino de los cielos, y ésa es nuestra mejor intercesión por todos. Sabemos que se parece a un pequeño grano de mostaza que crece hasta albergar pájaros entre sus ramas; a un poco de levadura que fermenta toda la masa. Por eso no tiene que ver con el poder, la fuerza o el derroche de medios. Menos mal.

Juan Antonio at: 18 julio, 2014 13:44 dijo...


Esta semana Jesús nos propone tres parábolas, la del trigo y la cizaña, la del grano de mostaza y las de la levadura que se mezcla con la harina y la fermenta toda.
Con las parábolas nos va enseñando como es el Reino, nos va dando sus matices y modos, para que entendamos como es el reino, como quiere Dios que sea su Reino, o mejor dicho su Reinado, porque no vendrá con grandezas y sonidos de glorias, sino que está en vosotros y Jesús nos lo seguirá presentando en la próxima semana y en la otras muchas parábolas que nos dejó en los evangelios.
----La parábola del trigo y la cizaña nos trae que el Reino de Dios tiene que crecer en medio de las vicisitudes de este mundo, ya lo dijo Jesús pidiendo por los discípulos, están en el mundo pero no son del mundo, te pido Padre que los guarde del mal, y esto es lo que nos viene a enseñar, es connatural desde el principio que el mal y el bien coexisten en nosotros pero también está presente nuestra libre decisión para hacer lo uno o lo otro, la gran libertad de los hijos de Dios, y conforme a su palabra no solo de pan vive el hombre/@, sino de toda Palabra que sale de Dios y aquí está nuestra fortaleza que nos anima a vivir en alerta constante y aquí podríamos traer a colación la parábolas de las diez vírgenes y así, en términos boxísticos, no podemos bajar la guardia, porque el maligno está como león rugiente como nos dice S. Pedro, pero ante la queja de Pablo, el Señor le contesta que su gracia le basta y no nos faltará.
----Con la parábola del grano de mostaza, nos está enseñando la acogida que tenemos que dar a todos, que el Reino de Dios no es para unos selectos, sino que está abierto a todos los que quieren entrar en él, a todos los que cambian y acogen la Palabra de Dios.
----La levadura nos dice como tenemos que ser en la difusión del reino, tenemos que fermentar la masa de la humanidad, tenemos que ser testigo de la Palabra, de la Resurrección de Jesús y pasar por su pasión, como nos dice Pablo, en la vida y en la muerte somos del Señor y esto lo tenemos que llevar al día a día, al momento, siguiendo la conocida máxima, carpe diem, aprovecha todo momento para ser testigo con la sencillez de nuestro actuar, entregado a los demás porque nos hemos entregado a Dios.
Rezamos con el salmo, Pero tú, Señor......ten compasión de nosotros.
María, Madre de todos los hombres, ayúdanos a decir AMEN

{ manuel muñoz barrios } at: 19 julio, 2014 13:03 dijo...

Las parabolas que nos propone, son parabolas de fe, fe en el grano de mostaza que se hara grande, fe en el grano de trigo germina y da fruto y fe en que la cizaña arderá.
Esta fe la hemos de trasladar directamente al hombre, tenemos que alcanzar la fe de que podemos cambiar al hombre, de que podemos conseguir justicia antes que caridad, de que podemos aprender y enseñar al que no sabe, de que podemos sentirnos comodos y realizados en una iglesia pobre para los pobres, fe en que podemos sentir la responsabilidad de la necesidad del hermano, de que podemos gritar la libertad de Dios, y todo ello desde la pequeñez del grano de mostaza, del grano de trigo del sentir que podemos quemar la cisaña, porque en el reino de Dios, los que tenemos que trabajar y actuar somos nosotros, nosotros podemos, porque estamos hecho a imagen y semejanza de Dios. mmbarrios