BAUTISMO-B

domingo, 4 de enero de 2015
11 ENERO 2014
BAUTISMO DEL SEÑOR
MARCOS 1,7-11. Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 04 enero, 2015 08:26 dijo...

EL PREDILECTO
La misión de Juan Bautista era preparar al pueblo para recibir al mesías. Pero eran tan grandes los deseos de la gente que muchos empezaron a creer que era él. Consciente de su papel, no dudó en afirmar que ni era el mesías ni se le parecía. “Yo bautizo con agua (limpio los pecados para prepararle un pueblo bien dispuesto); él os bautizará con Espíritu Santo y fuego” (os dará una nueva vida y os transformará radicalmente). ¡Qué lejos está del protagonismo, la gran tentación de los enviados! Ver la necesidad, poner remedio y desaparecer para dejar que la vida siga su curso. En eso está la verdadera grandeza de los elegidos. Su miseria es pretender eternizarse. Y también su necedad, porque es de necios sentirse indispensables. Sólo Dios es Dios y, cuando un hombre come de la fruta prohibida -cae en la tentación de creerse dios-, sólo logra verse desnudo frente a sí mismo y frente a los demás. Reconocer los propios límites no ha de ser motivo de tristeza y frustración, sino, al contrario, porque es signo de extraordinaria grandeza de ánimo.
Jesús va más allá. Él era el esperado, pero actúa como uno más: se bautiza en un bautismo general, confundido con la gente del pueblo -no hay vergüenza en ello, sino honor- y se retira a orar, como todo el que necesita el auxilio divino. Pero el cielo se abre, el Espíritu desciende sobre él y una voz misteriosa lo proclama Hijo Amado de Dios. El profeta lo había deseado -¡Ojalá rasgaras el cielo y bajaras! (Is 64,1)-. Y el deseo se había visto al fin cumplido. El signo -la paloma- y la palabra -mi Hijo predilecto- se unen para mostrar al mesías. Más tarde él explicará su misión al aplicarse otro texto de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres. Me ha enviado a rescatar a los cautivos, a devolver la vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar el año de la gracia, el perdón de los pecados”. En adelante toda su vida -sus obras y sus palabras- no será sino un exacto cumplimiento de esta tarea.
Piensan algunos que el Evangelio es agua pasada y que los tiempos piden otras doctrinas y otro mensaje. Yo me pregunto si es cosa del pasado que los pobres reciban la alegría, que los hombres sean liberados de sus esclavitudes, que los espíritus confundidos vean la luz y que los humillados por sus debilidades y errores se sientan perdonados. Seguimos necesitando al Mesías que nos despierte de nuestra somnolencia y nos devuelva la ilusión de un futuro mejor. Él ha cruzado el río delante de nosotros y, desde la otra orilla, nos invita a seguir sus pasos sin miedo a las turbulencias. Jesús no es cosa del pasado porque es la voz de la esperanza.
Terminadas las pasadas fiestas, nos queda por delante un año entero para vivir, día a día, con el espíritu y el mensaje que él anunció, conscientes de que ser sus discípulos no consiste tanto en repetir sus enseñanzas cuanto en vivir conforme a ellas.


Maite at: 05 enero, 2015 18:19 dijo...

La fiesta del Bautismo del Señor es la mejor ocasión de actualizar y revitalizar el nuestro. El mejor momento de hacer memoria de nuestra experiencia del Espíritu, o de cultivar el hambre y la sed de tenerla. Y también de escuchar, como si fuera nueva, cada mañana, esa voz del Padre, que el salmista describe como potente y magnífica, que susurra a gritos por dentro: tú eres mi amado, mi amada, mi predilecto, predilecta.

Esta fiesta hace resonar de nuevo en nosotros la llamada que recibimos como cristianos a ser alianza y luz, con firmeza pero sin imposiciones; a abrir los ojos de los ciegos, a dar libertad a los cautivos y rescatar a los que habitan en las tinieblas. A ser otros Cristos, ungidos por el Espíritu, que pasan haciendo el bien y curando, porque Dios está con nosotros.

Para todo ello no hacen falta capacidades extraordinarias, una inteligencia privilegiada, poder económico o viajar a lugares remotos. Nuestro bautismo nos capacita en el lugar donde vivimos y trabajamos, donde acontece nuestra vida diaria, con aquellos con quienes nos cruzamos cada día.

Allí donde un cristiano es fiel a su bautismo, por pobre y pequeño que sea, el Señor bendice a su pueblo con la paz.

Juan Antonio at: 09 enero, 2015 20:54 dijo...

Ante esta celebración del Bautismo del Señor, vemos el salto en la vida de Jesús que nos relata los Evangelios, han pasado las celebraciones de la Navidad, de la Sagrada Familia, de la Madre de Dios, de la Adoración de los Magos, fiestas todas referida a la infancia de Jesús, y ahora de repente, Jesús ya adulto, aparece en la cola de los que quieren ser bautizados por Juan.
Vemos el gran silencio de casi toda su vida, vivió como uno más la casi totalidad de su vida, fue un pobre trabajador, el hijo del carpintero y de María, y su familia era conocida y de pronto surge el Hijo de Dios, a llevar a cabo su misión, la voluntad del Padre, se somete a un bautismo de penitencia y sale glorificado “Tú eres mi hijo amado”.
Hoy quisiera reflexionar, primero sobre si somos capaces de vivir esos silencios en nuestra vida, esos silencios de ser uno más, uno que hace su trabajo “siervo inútil y he hecho lo que tenía que hacer (Lc 15,5)”. Porqué aspiramos a prebendas y privilegios, a poder, influencia, y todo lo que conlleva lo que se conoce como trepar, no caminar, sino saltar por encima de lo que y de quien sea: hagamos silencio en nuestra vida, trabajemos, estemos disponible pero con la conciencia de que es Dios quien hace crecer lo sembrado y pueden ser otros quienes cosechen. Silencio.
El bautismo de Jesús es en Espíritu y en ese Espíritu fuimos bautizado de pequeño y puede que nos hayamos quedado en esa infancia feliz sin dar el paso fuerte de recibir al Señor, “vino a los suyos y los suyos no le recibieron, pero a los que les recibieron, les hizo capaces de ser hijos de Dios” (J,1), ¡qué grandeza! Dios nos hace hijos suyos, porque como bien dice el autor del Contexto de la Hoja, hemos puesto el Bautismo, como borrador de pecado, que también, pero siempre los hombres nos quedamos corto y no vemos la magnitud de los regalos de Dios que nos hace hijos suyos.
Tenemos que renovar nuestro bautismo, tenemos que hacer las promesas que por nosotros hicieron padres y padrinos y decirle a Dios un sí inmensamente grande, porque Él ha estado grande con nosotros.
Quiero terminar con una pregunta ¿Cuántos sabemos el día fuimos bautizado?
María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir amen.