8 MARZO 2015
3º DOM. CUARESMA-B
JUAN 2,13-25: EL MERCADO EN EL TEMPLO
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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3 comentarios:
LIMPIAR EL TEMPLO (Jn 2,13-25)
En la mentalidad judía del momento en que vivió Jesús, el templo de Jerusalén -en cuanto morada de Dios en medio de su pueblo- era el símbolo sagrado por antonomasia, hasta el punto de que cualquier pronunciamiento contra el mismo era considerado una blasfemia. Pero el templo, a la vez que un símbolo religioso, era un centro de poder político y económico. Una de las veces que Jesús entró en él, hizo un gesto de rechazo de estos dos últimos aspectos y acusó a los responsables de haber convertido en cueva de ladrones lo que era casa de oración. Este enfrentamiento debió ser tan fuerte que se le considera una de las razones históricas de su muerte.
Pero Jesús no hacía gestos inútiles ni se dejaba llevar por impulsos incontrolables. La naturaleza y el significado de este enfrentamiento sólo los podemos entender si se enmarca en el contexto de su enseñanza sobre el templo. Es san Juan el que nos da la clave cuando, en el discurso de la cena, pone en su boca estas palabras: “Si alguien me ama cumplirá mi palabra, mi Padre lo amará, vendremos a él y habitaremos en él”. Aunque el tema es abordado directamente cuando, a la pregunta de la samaritana sobre el verdadero lugar para dar culto a Dios, responde que “los que dan culto auténtico darán culto al Padre en espíritu y en verdad”. Es también Juan el que dice que, en alguna ocasión, habló de sí mismo como templo. Y San Pablo, hablando a los de Corinto, les dice que son templos del Espíritu.
Todo esto significa que, para el cristianismo, el verdadero templo en el que Dios habita gustosamente es el corazón humano. Quiere decir esto que, para encontrarse con Dios, hacia donde hay que caminar es hacia el interior de uno mismo y hacia el corazón del otro. Es de aquí de donde arranca la visión cristiana del cuerpo humano al que se reconoce la máxima dignidad y respeto, aunque históricamente haya habido espiritualidades que veían en él un enemigo al que había que destruir. Se entiende así que Jesús, contra la mentalidad de su tiempo, no tenga inconveniente en acariciar y dejarse acariciar y en tocar a las personas, sobre todo a los enfermos.
A la luz de su enseñanza, los templos para nosotros no son sino lugares de reunión, necesariamente amplios para albergar grandes grupos y, en la medida de lo posible, dignos. Pero no podemos tener una visión del templo ya superada que nos lleve a engrandecer un lugar pensando que, por ello, damos gloria a Dios. Tal vez alguno responda utilizando las palabras de Jesús, cuando Judas criticó el despilfarro de aquella mujer que derramó un caro perfume en sus pies: “Los pobres siempre estarán con vosotros. Ahora convenía que ella preparara mi cuerpo para la muerte”. Pero esas palabras tiene otra lectura: “Los pobres siempre estarán con vosotros y vosotros tendréis que emplear vuestra riqueza en ayudar a aquellos en los que yo sigo muriendo”.
FRANCISCO ECHEVARRÍA
Para Jesús el templo es "la casa de su Padre", y no puede convertirse en un mercado donde la salvación de Dios es objeto de negocio, de enriquecimiento de unos a costa de la opresión de otros. La casa del Padre no es sitio para rendir culto al dios dinero. El Padre de Nuestro Señor Jesucristo es incompatible con los ídolos, no puede haber otros dioses frente a Él.
El verdadero templo de Dios es Jesús, somos nosotros. Mucho más valiosos que los hermosos templos construidos en nuestros pueblos y ciudades, por eso no podemos convertirlos en un mercado. Somos templos del Dios vivo, lugares de alabanza y adoración, de súplica y acción de gracias, de intercesión, el espacio privilegiado donde escuchar y dejar que resuenen palabras de vida eterna, para nuestro gozo y descanso, para luz de nuestros ojos; más preciosas que el oro y más dulces que la miel
En este tiempo cuaresmal viene bien escuchar las palabras del Señor: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre, y arrojar de nosotros los bueyes, ovejas y palomas, las monedas, todo lo que huela a negocio en nuestras vidas y en nuestras relaciones con Dios y con los demás. Así dejaremos de exigir signos y de buscar sabiduría, y Cristo crucificado no será escándalo o necedad para nosotros, sino fuerza y sabiduría de Dios.
Experimentaremos que lo necio y débil de Dios, es más sabio y más fuerte que los hombres.
Esta semana el Evangelio nos presenta a Jesús limpiando el templo de todo aquello que le sobraba para ser la Casa de Dios, cosa esta muy importante para los judíos visto el enfado que pillaron, pero que vista la permisividad de aquel mercadeo no parece que la Casa de Dios fuera tan importante, salvo para la obtención de pingues beneficios.
Las reflexiones que podemos hacer son múltiples, pero vamos a hacer una del templo exterior y otra del interior, que es, pienso yo, a la que va dirigido el pasaje evangélico.
a) Si Jesús entrara en nuestros templos, los que le dedicamos, creo que volvería a hacer el azote de cuerdas para llamarnos la atención y no quiero extenderme más sobre ello y cada cual haga su reflexión en los tiempos que corremos, pero sugiero se haga a la luz de la lectura del nº 31 de la Encíclica de S. Juan Pablo II Solicitudo Rei Socialis.(mediado último párrafo)
“”"Ante los casos de necesidad, no se debe dar preferencia a los adornos superfluos de los templos y a los objetos preciosos del culto divino; al contrario, podría ser obligatorio enajenar estos bienes para dar pan, bebida, vestido y casa a quien carece de ello.59 Como ya se ha dicho, se nos presenta aquí una « jerarquía de valores » —en el marco del derecho de propiedad— entre el « tener » y el « ser », sobre todo cuando el « tener » de algunos puede ser a expensas del « ser » de tantos otros.”””
Iglesia pobre para los pobres, ¿Cuándo?
Cuaresma o derroche?
b) Jesús en su contestación a los dirigentes judíos se refería a su cuerpo como nuevo templo, a nuestro templo, a nuestro cuerpo y vida.
Jesús se encontró un templo vacío de Dios y si mira nuestro templo, lo encontrará también vacío?
Dios se vació para llenarse con nuestra humanidad, para que nosotros nos llenáramos de Dios, que es a lo que tiende la Cuaresma, a limpiar nuestro templo, nuestro cuerpo, nuestra vida, nuestro actuar de cada día con nosotros y con todos, y llenarnos de Dios.
El Miércoles de Ceniza proclamábamos el evangelio que nos hablaba de oración, ayuno y limosna, actitudes del cristiano de cada día, pero de una manera más intensa en Cuaresma, intensificar nuestro trato con Dios, desprendernos de cosas necesarias y aligerarnos de cosas superfluas, para con ello estar en disposición de la celebración más importante del cristiano, y cabe preguntarnos cómo cuidamos de esas actitudes, ahora que estamos en mitad del tiempo de preparación, aún podemos limpiar nuestro templo, haciendo nuestra mirada sea limpia, nuestra intención recta, nuestra disposición de servicio, nuestro sentir, sentir de Cristo, compasión y misericordia.
Daremos traspiés, quizás un día sí y el otro también, pero como en la parábola de los talentos, les repartió según su capacidad y al atardecer Dios querrá ver nuestro esfuerzo, hasta donde ha llegado, si hemos dado frutos o por miedo enterramos los dones para protegerlos de los avatares de la lucha a que estamos sometidos cada día y que nadie nos quitará, pero que como nos dijo Jesús “yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos””
¡Qué poca confianza tenemos en Dios!
Santa Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir AMEN
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