DOM-26A

domingo, 24 de septiembre de 2017
1 OCTUBRE 2017

DOM-26A

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 24 septiembre, 2017 19:31 dijo...

DECIR Y HACER

La entrada de Jesús en Jerusalén y la purificación del templo fue el comienzo de una confrontación abierta con las autoridades religiosas de Israel. Mt 21-23 explica el alcance de la misma y, de alguna manera, prepara el desenlace final de Jesús. La parábola que se lee este domingo está dirigida contra los sacerdotes y los escribas y pone al descubierto la diferencia entre lo que se dice y lo que se hace. Jesús, siguiendo la tradición de los grandes maestros, enseña que, en los asuntos de Dios, no deciden las palabras, sino las acciones. Ya anteriormente había dicho que no entra en el reino el que invoca a Dios, sino el que cumple su voluntad (Mt 7,21).

La palabra es importante, pero se convierte en una trampa para aquellos que se limitan a ella. Simeón, un discípulo del gran rabino Gamaliel, decía: “Me he pasado la vida entre los sabios y no he encontrado nada mejor que el silencio. Lo importante no es hablar, sino actuar, pues, el mucho hablar conduce al pecado”. La aplicación que hace Jesús de la parábola resulta realmente dura: dice a los personajes religiosos de su tiempo que los pecadores y las prostitutas -los que al oír a Juan preguntaban: ¿Qué tenemos que hacer? (Lc 3,10)- entrarán antes que ellos en el reino de los cielos.

Pero la cosa no queda ahí. Jesús intercala la parábola entre dos preguntas. La primera -¿Qué opináis de este caso?- es una invitación a juzgar el hecho según los principios de la época. En este sentido el juicio no daba lugar a dudas: el hijo mejor es el segundo porque, aunque no cumple su palabra, reconoce la autoridad del padre, no le falta al respeto. El otro, si bien es verdad que al final cumple, sin embargo ha faltado al respeto a su padre por negarse a obedecerle. Éste ha puesto en entredicho la honorabilidad de su padre, mientras que el otro sólo pone en entredicho su propia honorabilidad. La segunda -¿Quién cumplió la voluntad del padre?- les obliga a ver las cosas de otra manera: lo importante no es actuar de acuerdo con las costumbres, sino obrar según la voluntad de Dios. La perspectiva evangélica es bien clara: ¿De qué sirven las palabras, si después la vida no responde a ellas? A Jesús se le acusó de relacionarse con gente de mala vida y él se defendió proponiendo un modo nuevo de afrontar la vida: lo que realmente importa no son las convenciones externas, sino la actitud interior; lo que cuenta no es lo que un hombre dice, sino lo que hace. Es su vida la que da legitimidad a sus palabras y no al revés.

El texto tiene un profundo sentido cuando se trata de la vida religiosa, pero tiene aplicaciones a la vida social, política y económica. Hoy sufrimos una inflación de palabras y de promesas en muchos campos y esto hace que la palabra haya perdido valor. Por eso para ver lo que un hombre guarda en su interior miramos su vida. La palabra fácilmente encierra mentira; la vida, difícilmente. Lo triste es que muchos no lo ven y se dejan seducir por cantos de sirenas que les llevan a estrellarse contra las rocas.

Maite at: 26 septiembre, 2017 18:29 dijo...

La clave de las palabras de Jesús suele estar en aquellos a quienes van dirigidas. En este caso a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo. Ellos ostentaban la autoridad religiosa antes los demás.

En teoría sabían de Dios y sus leyes más que nadie. En la práctica Jesús los compara con ese hijo complaciente que parece obediente en un primer momento pero en realidad no lo es.

A Jesús no el interesan las buenas formas y palabras del hijo que parece, solo parece, irreprochable. Tanto él como aquellos a quienes pregunta reconocen que lo más importante es hacer lo que el Padre quiere y pide, aunque sea después de una negativa inicial.

¿Verdad que esto es consolador para nosotros que, a veces, nos parecemos más al hijo contestatario que al otro? Pero no dejemos de estar atentos y vigilantes. También podemos creer que cumplimos la voluntad de Dios porque vamos a misa, estamos en el grupo de oración, o en el de Cáritas... ¿Hacemos, de verdad, lo que el Señor nos pide y cuando lo pide?

¿Cómo resuena en nuestros oídos esa afirmación de Jesús sobre los publicanos y las prostitutas? ¿No son para nosotros como esos obreros de última hora de la semana pasada?

Jesús es el hijo que dice sí al Padre y hace lo que él quiere; y mira por dónde y a qué le llevó su voluntad:

Él, a pesar de su condición divina, se despojó de su rango, pasando por uno de tantos; actuando como un hombre cualquiera se rebajó hasta someterse a una muerte de cruz.

juan antonio at: 26 septiembre, 2017 20:06 dijo...

COHERENCIA
Vivimos unos tiempos en los que simplemente tenemos que ir a las hemerotecas de los diarios de grande o pequeña publicación y nos daremos cuenta de que todo tipo de personaje público o no público, de la condición y clase que sea, hoy dice una cosa y al cabo del tiempo por puro interés, por olvido interesado por supuesto, por así convenir a su posición en el día que se contradice alegando, además, excusas innecesarias y matizaciones que conlleva una oculta contrariedad con lo dicho, es decir no tenemos coherencia.
Según mi entender es lo que nos viene a decir el pasaje evangélico de esta semana, hay quien dice si y hace no y hay quien dice no y hace sí.
La parábola del Evangelio nos da la condenación de un cristianismo de charanga, hinchado de palabras, de celebraciones vacías, de proclamaciones, de profesiones y procesiones sin alma, hemos dicho sí, pero no hacemos nada.
No bastan las tomas de posición
No son suficientes las reafirmaciones de principios
No basta estar en regla con lo que decimos verdadero
A las palabras deben seguir las acciones
A los principios, las conductas coherentes
A las enseñanzas, el ejemplo personal
Al credo recitado en voz alta, una vida callada que no lo desdiga
Dice mas quien habla y hace que quien solo dice, venía a decir el beato Pablo VI en una hermosa Exhortación Apostólica, Evangelii Nuntiandi a la que me he referido en otras veces,(41) "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio".
En definitiva, en última instancia, tenemos que tener y poseer por dentro el sentir de Cristo, su ambición de convertirse en el último servidor de todos, porque lo que de verdad importa es la caridad y como decía S. Juan de la Cruz, siguiendo el capítulo 25 de S. Mateo, al atardecer de nuestra vida nos examinarán del amor, venid benditos de mi Padre porque…….
La carta de S. Pablo a los filipenses nos trae un canto de vida y seguimiento de Jesús “”dadme esta gran alegría, manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir””
Meditemos la Palabra de Dios de esta semana que nos trae la coherencia en el seguimiento y en el hacer la voluntad de Dios, sobre la que nos debemos interpelar cada mañana en nuestra oración, ¿qué quieres hoy de mí, Señor?
Con el salmista digamos, “Señor, recuerda que tu misericordia es eterna, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas”, que al fin y a la postre no es otra senda ni otro camino que el amor, como hemos dicho, porque Tú eres Amor y nos hiciste a tu imagen y semejanza.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a amar como Tú lo hiciste en tu vida, desde tu primer sí, AMEN