2ºADV-B

lunes, 4 de diciembre de 2017
10 DICIEMBRE 2017

2ºADV-B

2 comentarios:

Maite at: 06 diciembre, 2017 17:54 dijo...

Marcos empieza a escribir con la intención de anunciar la buena noticia que es Jesucristo, el Hijo de Dios. Y narra los hechos desde el principio: Juan bautizaba en el desierto. Marcos identifica a Juan con el personaje del que habla Isaías: Yo envío a mi mensajero. Juan es la voz que prepara el camino para la Palabra, que es Jesús.

Marcos presenta a Juan como un hombre profundamente coherente, en su vida, en sus hechos y sus palabras. Alguien que sabe cuál es su sitio y que llega uno que está por encima de él. Conoce su papel de precursor, no de protagonista, y lo desempeña a la perfección.

Pero Juan identifica al Mesías que viene con un justiciero demoledor. Alguien que se aleja de aquel del que habla Isaías: un dios que pretende consolar a su pueblo y que invita a que se levanten los valles de los desánimos, se abajen los montes y colinas del orgullo y la soberbia, que endereza los sentimientos más torcidos e iguala lo escabroso del corazón. Que viene como un pastor que cuida con ternura de su rebaño. El que espera Juan no es aquel al que el salmista se dirige pidiendo su misericordia.

También Pedro habla de la venida del Señor a los creyentes. Alguien con mucha paciencia y un tiempo distinto del nuestro, que cumple sus promesas aunque a nosotros nos parezca que tarda. Eso sí, además de esperar podemos apresurar la venida del Señor con nuestra confianza en él, la esperanza de un cielo y una tierra nuevos, procurando estar en paz con él y siendo irreprochables con los hermanos.

Y tú y yo, ¿hemos experimentado la buena noticia que es Jesús? ¿Qué reflejamos a los demás de él? ¿A quién anunciamos con nuestras palabras y obras? ¿Somos también buena noticia para todos los que están a nuestro lado o en nuestro camino?

juan antonio at: 06 diciembre, 2017 18:27 dijo...

ENVIADO, MENSAJERO
La semana pasada decíamos que estamos en una esperanza en vela, pero una espera en actividad y aquí tenemos nuestra actividad, somos mensajero, anunciadores del encuentro de Jesús con nosotros los hombres, la humanidad entera.
La primera lectura y el Evangelio, con el profeta Isaías y el Bautista nos trae el mismo mensaje, iniciando el texto de Isaías con las bellas palabras de “consolad, consolad a mi pueblo”, pues eran tiempos duros para el pueblo de Israel, durante su cautiverio, y por ello le anuncia la liberación, proclamando la revelación de la gloria del Señor, manifestando ¡Aquí está vuestro Dios!
Aquí está nuestro Dios al que tenemos que anunciar que viene y para ello tenemos que prepararle un camino en el desierto de nuestra vida, reseca y ajada, allanando una calzada en nuestra conducta y actitudes de mirada limpia y mano tendida, levantando nuestra dignidad perdida por nuestras debilidades y rebajando nuestra soberbia, egoísmo y todo lo torcido de nuestro caminar.
Y todo ello para poder gritar ¡Aquí está nuestro Dios! Convirtámonos, dejemos todo lo que constituye lastre que entorpezca salir al encuentro de Nuestro Dios y Señor que viene y con esta actitud proclamar a todos los vientos que Dios está aquí, con nosotros y ello sin vergüenza ni miedos, de lo que nos da lecciones otros hermanos separados que patean nuestras calles, mientras nosotros nos escondemos, como el talento del siervo inútil, no vayamos a perder nuestras comodidades y tradiciones.
¡Cuánto miedo tenemos los católicos de salir a la calle!, de proclamar nuestra fe y de dar a conocer nuestra esperanza. Lo hacemos muy bien en grandes manifestaciones, celebraciones mayúsculas, así, arropados en la multitud, en el anonimato de que sea uno entre miles, pero dar nuestra cara hablando de lo que es Jesucristo para mí, eso no y damos razones a miles y tenemos una y es que siempre han hablado de curas arriba y los de a pie hemos sido simples pasivos en todo, cumpliendo, sí, pero no haciendo, no llevando a nadie la razón de nuestra esperanza.
Que el Niño Dios que viene a nuestro encuentro nos cambie la mente y las actitudes en nuestra vida de seguidores del camino.
Santa María, Madre de nuestra Esperanza, enséñanos a decir AMEN