31 DICIEMBRE 2017
NOCHEBUENA
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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LA FAMILIA (Lc 2,41-52)
El domingo siguiente a la Navidad se dedica al recuerdo de la familia de Nazaret y se nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre una institución de gran importancia tanto a nivel individual como social. No decimos nada nuevo si afirmamos que hoy la familia -en cuanto institución- está en crisis. Y son muchas las manifestaciones de la misma: crece el desafecto -los adultos saben que sus hijos no los cuidarán cuando sean ancianos-; decrece la autoridad paterna -¡No puedo con mis hijos! es una expresión bastante frecuente-; se teme el compromiso ante las instituciones -parejas de hecho de duración limitada-; se duda de la capacidad de asumir un compromiso definitivo -aumento de los casos de divorcio y separación- y, sobre todo, se ha perdido la valoración de la familia como espacio de creación de la vida -hijos extramatrimoniales, madres de alquiler...-. La disminución del número de hijos hasta el punto de que cada día es más “normal” el hijo único, traerá como consecuencia directa inmediata que muchos niños y niñas crecerán sin experimentar el sentimiento de la fraternidad que es un poderoso aliado contra el egoísmo.
La pregunta que nos asalta es: Esta crisis ¿significa un progreso o, por el contrario, es una pérdida? Con la caída de la familia, la sociedad y el individuo ¿gana o pierde? Podemos formular la pregunta de otra forma: ¿necesita un niño las referencias familiares -padres y hermanos- para lograr un desarrollo sano y equilibrado? La experiencia parece inclinarse a favor del sí. Otro tema es la incidencia que tiene en la vida del individuo una estructura familiar irregular -padres alcohólicos, violencia, etc-. Pero esto viene a confirmar lo que decimos. Si la estructura familiar puede condicionar poderosamente -en favor o en contra-, es que la familia es importante y el hecho de que influya negativamente en caso de ser irregular no significa que la institución familiar no sirva, sino que debe mejorar.
La familia es una institución que tiene milenios y ha sobrevivido a todos los cambios que el tiempo impone. Si hoy está en crisis, no es porque esté desfasada, sino porque el ser humano está en crisis. La crisis que padecemos es una crisis global. Está en crisis nuestro modo de entender la vida, el mundo que hemos construido. Hemos comido de la fruta prohibida creyendo que íbamos a ser dioses y, al despertar, nos hemos visto fuera del paraíso. Todo sufre las consecuencias de esa decepción y la familia no podía escapar.
Pero de algo estamos seguros: la salvación de la sociedad vendrá por la regeneración de los individuos y la regeneración de los individuos, por la recuperación de la familia como lugar privilegiado para el nacimiento y desarrollo de la vida. Quienes en su día la atacaron so pretexto de modernidad actuaron de un modo inconsciente e irresponsable porque no midieron las consecuencias de sus planteamientos.
SAGRADA FAMILIA
Hoy celebramos la festividad de la Sagrada Familia, la que compuso María, José y el Niño Jesús.
El orden de los personajes de esta festividad los he puesto en el mismo orden que los pone el Evangelista Lucas, cuando relata la ida de los pastores a Belén tras el anuncio del Ángel, y encuentran a María, José y el Niño reclinado en el pesebre.
He aquí la Sagrada Familia, tres personas unidas por un vínculo de amor entre ellos.
Hoy familia hay de todas clases y formas, de los progres y de de los retrógrados, al gusto de todo, a todo le llamamos matrimonio y a todo, como consecuencia, le llamamos familia.
Toda postura humana es respetable como la persona misma, pero no todo lo que la persona hace o dice, es lo que dice o hace y con esto me refiero al matrimonio y a la familia.
La Iglesia admite como matrimonio el formado por un hombre y una mujer y por familia la pareja y los ascendiente y descendientes que conforman la unidad familiar, sean padres, madres, abuelos, hijos, nietos…..
Y reflexionando sobre las lecturas de hoy podemos decir que en las dos primeras se nos da unas pautas para nuestras conductas como miembros de una familia, y así el Libro del Eclesiástico nos dice que honrar al padre expía los pecados y que respetar a la madre acumula tesoros.
En la carta de san Pablo a los colosenses 3,12-21.- se nos da igualmente una serie de recomendaciones, pero sobre todo “sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. POR ENCIMA DE TODO, EL AMOR, QUE ES EL CEÑIDOR DE LA UNIDAD CONSUMADA.
En esta sociedad tan light en todos los sentidos, donde todo se concentra en el tener y se olvida que somos personas humanas que como tal hemos de ser, de crecer en valores y en llenarnos de lo positivo que se nos ofrece cada día, la familia se encuentra duramente devaluada, porque la familia que defendemos implica un compromiso, y hoy de compromiso nada de nada, hoy sí y mañana, ya veremos.
Por eso el AMOR es el ceñidor de la unidad de la pareja y de la familia entera y este amor tendrá como apoyos imprescindibles, el perdón y el dialogo, pues olvidamos el primero, seguimos adelante y del segundo la técnica nos ha quietado la posibilidad de hablar, antes el móvil, la tableta, el televisor y lo demás, pues ahí queda.
Recemos por la familia, miremos a Nazaret, contemplemos a María y José con la angustia de la pérdida del Hijo y el agua fría de la respuesta y como comprenden cada uno su papel en esta historia de la Salvación que Dios nos tenía preparada desde siempre, como nos dice S. Pablo en la carta a los Efesios, para que fuéramos santos e irreprochables, de lo que estamos un poco lejos.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra que seamos dichoso porque ante todo el Señor, nuestro Dios. AMEN
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