5º CUARESMA-B

domingo, 11 de marzo de 2018

18 MARZO 2018   
5CUA-B

4 comentarios:

Paco Echevarría at: 11 marzo, 2018 14:08 dijo...

SI EL GRANO NO MUERE... (Jn 12,20-33)

Hay textos en los evangelios que confunden porque, más que enseñanzas, parecen acertijos o bien constituyen un desafío a lo que se entiende por sentido común. Uno de ellos es la respuesta que da Jesús a unos forasteros que habían acudido a Jerusalén a celebrar la Pascua y deseaban verle: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”. Es una metáfora tomada del mundo agrícola que él aplica a la condición humana y que viene a decir: sólo quien está dispuesto a la renuncia total hace fecunda su vida. Esto dicho de cualquier semilla es verdad, pero referido a la persona humana, en nuestro contexto sociocultural, puede parecer, al menos, discutible.

No obstante, si analizamos la metáfora, podemos sorprendernos por la profundidad y acierto del planteamiento. Sabemos que el grano de trigo encierra dentro de sí una secuencia genética que, en condiciones favorables, se desarrolla hasta alcanzar la plenitud en la espiga. En cierto modo el grano sólo es una espiga en proyecto y la espiga, el desarrollo total de las potencialidades del grano.

Al servirse de esta metáfora para hablar del ser humano, Jesús está proponiendo un camino para alcanzar la plenitud y, con ella, la dicha. Y lo hace sugiriendo -como buen educador y maestro- elementos para el despertar. Ante todo hace una clara defensa de la riqueza interior del individuo y de su capacidad para alcanzar el propósito de la vida; supone también que la vida tiene un propósito: no es, por tanto, azar, sinsentido o casualidad; apuesta por el dinamismo como clave de la existencia; y, sobre todo, coloca el amor que se manifiesta en la entrega en el centro del ser y del vivir. Es todo un proyecto de vida para el que quiera lanzarse a la aventura de alcanzar la plenitud.

Ciertamente este planteamiento choca con la propuesta que la sociedad, desde todos los ámbitos, parece hacer porque, el nuestro, es un mundo donde el centro de la persona se sitúa fuera de ella misma -en las cosas- y la meta, en bienes tan efímeros como el prestigio que da el éxito, el poder político o la fama. Somos víctimas de una cultura que potencia la imagen sobre la realidad, la apariencia sobre la identidad, el tener sobre el ser... La pregunta es: ¿somos felices así? Me temo que la respuesta de muchos será negativa y la de otros muchos, una evasiva. Vivimos en un mundo de sucedáneos y, desgraciadamente, nos conformamos también con un sucedáneo cuando se trata de la felicidad.

La propuesta de Jesús de Nazaret puede parecer absurda, pero eso no significa que lo sea. La renuncia a sí mismo, la generosidad, la entrega, la solidaridad, la búsqueda de lo esencial, la fe en la capacidad del ser humano, la interioridad, el ser... son peldaños que nos acercan a la estancia de la vida. El egoísmo, la vanidad, la superficialidad, la apariencia... ¿a dónde nos llevan?

FRANCISCO ECHEVARRÍA





juan antonio at: 14 marzo, 2018 10:02 dijo...

BUSQUEDA, ENTREGA, GLORIFICACION…
El Evangelio de hoy nos trae tantas enseñanzas que quizás esta reflexión, como siempre, quede corta.
Primero, unos griegos buscan a Jesús y aquí no podemos menos de pararnos para ver nuestra búsqueda de Jesús, como seguidor suyo, dónde lo buscamos, en las ciencias, en las letras, en los bajos fondos, en los altos montes, en definitiva nos vamos por los cerros de Úbeda, cuando, como nos dice Jeremías, a Dios lo tenemos metido en nuestro pecho, simbolizado en esa ley de la nueva alianza que Jesús viene a traer al mundo.
Cómo buscamos a Jesús, tenemos que preguntarnos en esta semana antiguamente llamada de Pasión, antesala, umbral de la semana grande para Jesús y para nosotros sus seguidores, pues en ella se desarrollará los grandes misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor, Jesucristo: busquemos a Jesús en la contemplación de los Evangelios y estos metámoslo en nuestro pecho al estilo de esa alianza anunciada por el profeta en la primera lectura.
Jesús contesta con un gesto de amor, ha llegado la hora de la glorificación, la hora del amor y para ello hay que entregarse, morir, destrozarse para que el grano fructifique y así nosotros, yo, tenemos, tengo que morir a la soberbia para que nazca el fruto de la humildad, al egoísmo, para que nazca el fruto de la generosidad, al orgullo para que demos el fruto de la misericordia, a nuestros deseos desordenados para que demos el fruto de nuestra limpieza de corazón, a nuestra avaricia para que demos el fruto de la pobreza ….. y así cada cual vaya poniendo todas esas actitudes a las que tiene que morir para dar fruto.
Nuevamente Jesús nos habla del desprendimiento, de aborrecerse así mismo en este mundo y tener la vida eterna, indicándonos el lastre que tenemos que ir dejando para encontrarnos con Él que viene a nuestro encuentro, de nuevo morir para dar frutos, de nuevo estar abierto al encuentro del que nos busca.
En último lugar el evangelista nos pone el grito de Jesús de aceptación de su hora, de modo distinto a como rezará luego en el huerto en donde sale la humanidad de Jesús, nos obstante será la aceptación plena de la voluntad del Padre por encima de todo egoísmo, es amar, dándose sin escatimar, hasta desaparecer,…..como el trigo…….
“”” Y cuando sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacía mi””, nuevamente se nos propone la contemplación del Crucifijo, del Crucificado suplicando al Padre por qué le había abandonado, pidiendo por los que no sabemos lo que hacemos, poniéndonos con Él en las manos del Padre, canonizando al primer santo…..
Miremos al Crucificado, al que traspasaron, miremos al Sagrario, memorial de su entrega.
María, Madre de Dios y Madre de todos los hombres, haznos comprender como sabiduría a tu Hijo Crucificado, necedad para los que no creen y locura de amor para los que decimos creer.AMEN

Maite at: 14 marzo, 2018 20:39 dijo...

A nuestro lado, en nuestro camino, hay gente que, como los griegos del evangelio, quieren ver a Jesús. Hay gente increyente, indiferente que, cuando nos miran a los cristianos de misa frecuente, quieren ver a Jesús, y no a otro ni otra cosa. Y si en nosotros ven una imagen suya desfigurada, o peor aún, adulterada y falsa, seremos peor que la sal que se vuelve sosa; seremos escándalo y piedra de tropiezo, y alejaremos a la gente de Dios, del amor del Padre, de la experiencia de vivir en comunión con él.

El modo de reflejar a Jesús pasa por llevar escrita, en el propio corazón, la ley de Dios, un dios reconocible porque perdona las culpas y no recuerda los pecados. Un dios capaz de crear en nosotros un corazón puro.

Mostrar a Jesús pasa por caminar con la certeza de que la vida está hecha para entregarla, como el grano de trigo que da fruto cuando es enterrado. Pasa por ser como Jesús, servidor de todos; por olvidarse de uno mismo y anteponer siempre el bien de los demás, especialmente los más cercanos.

Creo que estos días todos llevamos en la retina y en el corazón la imagen de Gabriel y sus padres. Todos nos hemos sentido impactados por las palabras de una mujer tan grande y fuerte como Patricia, su madre. Creo que es un ejemplo inmenso y me hace recordar las palabras de Santa Teresa cuando escribe que quienes de veras aman a Dios todo lo bueno aman, todo lo bueno loan, con los buenos se juntan siempre. Creo que madres como Patricia tienen el corazón puro que tanto deseaba para sí el salmista, y que se reflejaba en los ojos, como girasoles, de Gabriel.

juan antonio at: 17 marzo, 2018 13:46 dijo...

ACLARACIÓN
La semana pasada en mi reflexión hacía referencia a un articulo, PORQUE MURIÓ JESÚS Y PORQUE LO MATARON, atribuyéndolo a J.A. Pagola, cuando en realidad fue publicado por Ignacio Ellacuría,SJ.,en la revista Misión Abierta en el año 1977, que puede encontrarse fácilmente en Internet.