1 JULIO
2018
DOM-13B
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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NO ES MUERTE, SINO SUEÑO (Mc 5,21-43)
Nada hay tan humano ni que nos haga tan humanos como la experiencia del sufrir y la certeza del morir. Y la razón es bien simple: la ingenua pretensión de ser dioses se deshace como niebla cuando el sol implacable del sufrimiento o la muerte asoma en el horizonte de nuestra vida. Como un muro que se desplomara sobre nuestras cabezas, así se nos viene encima la conciencia de que somos pequeños, débiles y limitados y lo evidente se impone: ni comprendemos, ni aceptamos, ni podemos evitar. Ante ello caben dos posturas: o renunciamos a encontrar el sentido de las cosas -aceptando resignada¬mente que somos víctimas de un destino fatal- o luchamos contra el absurdo -buscando respuesta a nuestras preguntas, caminando hacia la aceptación y la superación-; o dejamos que la adversidad nos destruya o nos apoyamos en ella para crecer. La curación de la hija de Jairo y de la hemorroisa, ofrecen claves para avanzar en esa búsqueda.
La hemorroisa llevaba doce años probando remedios para sus males y había gastado en ello su fortuna -su vida-, pero sólo se curó cuando la cercanía de Jesús despertó su fe. Eran muchos los que le rodeaban y le apretujaban, pero sólo ella se benefició de esa cercanía. No por creerse más cerca de Dios se tiene a Dios más cerca. El milagro del encuentro con él y su virtud sanadora sólo es posible cuando se vive con fe.
Más grave -o importante- es el asunto de la niña: la suya no es una enfermedad crónica sino mortal. El desenlace se produce antes de que Jesús haya hecho nada. La fe, en este caso, ha sido inútil porque no hay billete de vuelta para la muerte. Y, a pesar de ello, Jesús anima al padre de la niña a creer. Más aún: parece insinuar que la fe verdadera empieza cuando ya todo está perdido. Contrasta con esto la postura de los acompañantes: "¿Para qué seguir insistiendo?" ¿Para qué seguir rezando? ¿Para qué seguir creyendo? Pero la respuesta de Jesús es clara y firme: "Porque no es muerte, sino sueño". Ese es el secreto, la clave -la llave- que, en medio de la adversidad, abre la puerta al sentido de las cosas: ver sueño donde los demás ven muerte. Sólo viendo así las cosas se persevera en el esfuerzo y se conserva la esperanza. En no pocas ocasiones, la postura no debería ser duelo, sino espera.
En la más completa oscuridad, en el más profundo de los fracasos, en el abandono, el que cree sigue insistiendo: sabe que -más tarde o más temprano- amanecerá; está convencido de que la noche no dura siempre porque su vida y su ser están en manos del Señor del tiempo. Está seguro de que, en medio de su sueño, oirá una voz: ¡Levántate! Se me ocurre que son muchos los que duermen y que el creyente -con el espíritu de Jesús- debería ser esa voz que les despierte. A no ser que él mismo esté dormido, cosa que ocurre cuando la fe y la esperanza no conviven en lo más hondo del corazón.
FRANCISCO ECHEVARRÍA
FE A PESAR DE TODO
Esta semana las lecturas nos lleva a la vida por la fe que como nos decía Benedicto XVI en la Porta Fidei, convocando el año de la fe, implica el encuentro con una persona que vive en la Iglesia, que no es otro que Cristo nuestro centro, revelador del Padre y dador del Espíritu.
El Evangelio nos trae dos sucesos que como dice un autor “está fuera de programa” y así empezando por Jairo, un personaje dentro del statu judío, no tiene reparo en arrojarse a los pies de Jesús, contrario a todo lo que representa lo antiguo por sus especiales circunstancias de “saqueo” y la mujer que por su enfermedad está fuera de lo normal en aquella sociedad, tiene la valentía en acceder a escondida a Jesús, y en uno y otro impera la fe, la aceptación de Jesús como Mesías, Salvador del pueblo de Israel y del mundo y ante la petición hecha y ante el mutismo de la mujer, pero ambos en la sintonía de la fe, Jesús realiza los signos que devuelven la dignidad a las personas.
Como nos dice la primera lectura, Dios no hizo ni goza destruyendo a los vivientes, es Dios de vida y dignidad.
Siguiendo con la Carta de Benedicto XVI y la lectura de la 2ª Co. Tenemos que intensificar el testimonio de la caridad, “sobresaliendo….ahora en (nuestra) vuestra generosidad…..se trata de igualar”, es decir, devolver la dignidad perdida; eran tiempos difíciles para la Iglesia de Jerusalén al igual que ahora lo es para muchos de nuestros hermanos de muchos sitios y todos sabemos los barcos a la deriva porque no queremos acoger a esos hijos de Dios, con igual dignidad y derechos que los que nos llamamos del primer mundo ¡vergüenza para este primer mundo y para nosotros!.
Recemos con el salmista, escucha Señor y ten piedad, Señor, socórrenos….te daré gracias por siempre, cosa que olvidamos con frecuencia, pues somos más pedigüeños que gradecidos.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir AMEN
PD. En la referencia a la primera lectura, la frase correcta sería "Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes"
Intenta reflejar con tu vida, con tus hechos, con tus actitudes, con tus gestos, con tus prioridades que nuestro Dios es el Señor de la vida. Será el mejor testimonio que puedas dar de él. El más autentico, el mas verdadero, el más útil, el más pleno para todos aquellos que te rodean. Será mucho más convincente que cualquier palabra que puedas decir sobre ello.
Toca tú mismo, tú misma, al Dios de la vida. Tócalo en la Eucaristía, en la oración, en la Palabra de Dios. Tócalo en los demás, en quienes te necesitan y a los que tú necesitas. En los pobres, en los frágiles y vulnerables. Tócalo y siéntete, también tú, lleno y llena de vida.
Que nuestro Señor es el Dios de la vida es el testimonio que todos están esperando. Que él no hizo la muerte, ni la destrucción ni la corrupción. Que todo lo que oprime, lo que veja o humilla no viene de él y mucho menos lleva a él. Toca a Jesús y déjate tocar por él. Y responde con tu alabanza, con tu acción de gracias, con tu adoración, a la experiencia de vida y liberación que recibas
Ábrete a experimentar la vida con todos tus poros, con todos tus sentidos. Porque estarás experimentando a Dios. Sé cauce para la vida, generador de vida, fuente de vida. Y estarás reflejando a Dios tal como es.
En un mundo donde impera la muerte, la opresión, la humillación, el aplastar a los demás para salir adelante. La cultura de la imagen donde es tan importante aparentar. Ser más que los demás. Apuesta por la vida. En todas sus formas. Por la vida de todos y de todo lo que te rodea. De todo ser vivo, de todo lo creado. Así harás frente a una cultura de muerte.
Apuesta por la vida, habla de la vida y estarás mucho más cerca de Dios. Podrás reflejar mucho más fácilmente a Dios. Experimenta la vida, y cántala, báilala. Canta con el salmista tu experiencia, porque será lo mejor que podrás transmitir a los demás.
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