8 JULIO
2018
DOM-14B
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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MIRAR DE OTRA MANERA (Mc 6,1-6)
Cuando se miran las cosas desde muy cerca se pierde el sentido de la realidad. Para ver claro hay que tener la distancia justa: ni muy cerca ni muy lejos. Cuando Jesús llegó a la sinagoga de su pueblo, quienes le habían conocido desde siempre se resistieron a creer en él. Con sus palabras venían a decir: "¡A nosotros no nos engañas: sabemos de sobra quién eres!". La consecuencia fue que se vieron privados de su poder de curar. Tal vez sea ese el problema de los cristianos de siempre y del mundo occidental: sabemos de sobra quién es Jesucristo y por ello no tenemos nada que aprender de él. Hay detrás de esto un mecanismo de defensa frente a la verdad: para no dejarse tocar por el mensaje, se menosprecia al mensajero. Pero en ello está precisamente su debilidad, pues, cuando el mensaje es débil, el mensajero está a salvo.
Viene todo esto al hilo de un pensamiento que -tiempo atrás- algunos divulgaron. "La religión -decían- es una ilusión que desaparecerá con el tiempo; el cristianismo ya no es respuesta a los problemas actuales. Vivimos en una sociedad postcristiana". Yo creo con otros muchos que el Evangelio está por estrenar. Menospreciar su contenido sólo nos lleva a privarnos de sus beneficios. La fe no es sólo mensaje ni sólo vida, sino ambas cosas a la vez y, cuando se renuncia a una, se pierde -tarde o temprano- también la otra.
Jesús fue rechazado por sus familiares -creían que estaba loco- y por sus paisanos -creían que era un carpintero- porque ninguno supo mirarlo de una forma distinta a como lo habían hecho hasta entonces. Cuando uno mira como siempre, sólo ve lo de siempre, es decir, lo que espera ver. Sólo se sorprenden y descubren nuevos mundos los que cambian la mirada. Yo diría que nuestro pecado -ante la fe y ante la vida misma- es haber institucionalizado la rutina, estar de vuelta de todo, ir de sabios. Nada nos sorprende. Por eso la vida ha perdido valor e interés. Para escapar de la insatisfacción que ello conlleva, nos empeñamos en inventar mundos irreales, paraísos artificiales, espejismos de felicidad. Si no, ¿cómo explicar fenómenos tan absurdos y lacerantes como la dependencia de la droga, del juego, del sexo, del poder, del éxito...? ¿Cómo explicar que una persona pague tanto sufrimiento por un poco de felicidad? Creo -estoy convencido- de que sólo superaremos estos males cuando descubramos la dicha que la vida encierra en sí misma. No hablo de renunciar a la felicidad, sino de buscarla donde verdaderamente se la encuentra. Los paisanos de Jesús se privaron de sus milagros -de la vida que él daba a manos llenas- porque se empeñaron en ver en él a un simple carpintero. Y Jesús se sorprendió de su falta de fe como uno se sorprende de que haya tanta gente sedienta de felicidad junto a los manantiales de la dicha.
Francisco Echevarría
PROFETA, ENVIADO, MAESTRO PERO PRESENTE
El titulo de hoy es muy largo, parece que lo quiero decir todo en él, pero no es una manera de empezar cuando parece que no hay mucho que decir.
La primera lectura, el envío de Ezequiel, es la permanente mirada de Dios sobre su pueblo, pues esta es la función de los profetas llevar al pueblo lo que Dios quiere sobre ellos, llevarle su Palabra de aliento, alegría cuando van por el camino recto o la denuncia de sus errores cuando sus caminos no son los de Dios, pero siempre PRESENTE, ellos te hagan caso o no te hagan caso, sabrán que hubo un profeta””.
Como ya he dicho muchas veces, hoy Dios nos sigue enviando pinceladas de su amor en los santos, esos que sobresalen para que veamos que nuestra vida tiene que conformarse al Evangelio como lo hacen ellos; Ezequiel cumplió su misión en el destierro y ellos lo hacen con su testimonio súper ejemplar en nuestros días.
El Evangelio nos trae la misma cuestión, Dios encarnado, Jesús, llega a su tierra y quedan asombrados y sorprendidos, y a Jesús le ocurre otro tanto..
Se asombra con sus palabras, con su modo de decir, actuar, pero su corazón no se abren a Él, al contrario buscan explicación, éste no es el hijo de, su familia no está….., queremos buscarle explicaciones a nuestra fe, a ese encuentro con Jesús, tanto ayer como hoy, y nos preguntamos qué son esas doctrinas que se nos dice por la Iglesia, que son los Evangelios para hacernos la vida imposible, cosas que si no decimos con palabras sí con nuestras acciones, indiferencias, relativismo, pasotismo, porqué religión en las escuelas (y la tormenta no ha empezado aun pero ya se anuncian los nubarrones), porque tenemos que estar confirmados para ser padrinos de bautizos que rápidamente olvidamos, porqué hay que hacer esto y lo demás allá: siempre la eterna cuestión, pero Jesús como el profeta, está en medio de nosotros, le hagamos caso o no, e igual que a sus vecinos se sorprende y “”se extrañó de su incredulidad”, como puede extrañarse hoy de la nuestra, pese a que le digamos Señor, Señor…..
A ti levanto mis ojos, en mis angustias, en mis debilidades, en esos casos que no sé si entro o salgo, la duda, y te grito como Pablo y solo te pido que vea tu gracia, tu fuerza en la debilidad.
Gracias Señor, porque siempre estás en medio de nosotros, aunque mi ceguera no te llegue a ver, gracias, siempre gracias.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestras, ayúdanos a decir AMEN
Si quieres a Jesús, si te identificas con El, tú también serás un profeta. Pero un profeta al estilo de Jesús. No alguien popular que gusta a todos, que complace a todos. No alguien que necesita que regale los oídos. Serás más bien impopular, incomprendido. Sobre todo entre los tuyos, como Jesús, como Ezequiel. Y serás también como Pablo, alguien que ha de confiar en su debilidad y no en sus fuerzas. Alguien que recibe su fuerza del Señor precisamente porque es débil.
Si quieres ser cristiano estás llamado a ser un profeta. De modo especial entre los tuyos, en tu ambiente, allí donde te mueves. Que es el lugar más difícil de actuación, donde tus palabras y tus hechos van a ser juzgados con más dureza. Dónde todos conocen demasiado bien quién eres y de qué vas.
Si eres un profeta, contarás con la fuerza del Espíritu que hará romper esquemas y moldes. Que te hará en cierta medida y en mucha medida diferente, alguien llamativo. Por eso, cuando tengas que ejercer de profeta, ora con el salmista y pide al Señor misericordia. Pide que sea su Espíritu quien te guie, para que tus ojos no se aparten del Señor. De ese Jesús que también se sintió despreciado en su tierra, entre sus parientes y en su casa. Y que se extrañaba de la falta de fe de los suyos.
Sim embargo el profeta, a pesar de su impopularidad, es quien más ama a sus hermanos. El que, como Jesús, entrega su vida por ellos, su honra, su honor, su buen nombre, su imagen. ¿Estás dispuesto?
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