DOM 33-C

sábado, 9 de noviembre de 2019

17 NOVIEMBRE 2019
DOM 33-C

4 comentarios:

Paco Echevarría at: 09 noviembre, 2019 08:49 dijo...

DEL FUTURO DE LAS COSAS (Lc 21,5-19)

No sólo la pregunta sobre la muerte personal, sino también aquella que se refiere al fin del universo ha inquietado e inquieta al ser humano: ¿Qué será de este mundo? ¿Cuándo será el final? ¿Cómo será? Es la natural curiosidad del hombre lo que le lleva a hacerse estas preguntas, pero también es la necesidad de respuestas sólidas sobre el sentido de la existencia propia o del mundo. La astrofísica está dando pasos de gigante y cada día explica mejor el qué y el cómo del mismo. Pero escapa de las posibilidades de la ciencia explicar el por qué y el para qué, es decir, aclarar su sentido. Éste es espiritual y no depende de la constitución de la materia.

A Jesús también le plantearon el problema y él se limitó a responder con el lenguaje de su tiempo –el apocalíptico– de modo que se le pudiera entender. Es propio de este lenguaje mezclar los tiempos –los planos de la historia– y crear con ello confusión. Así en el diálogo de Jesús con los discípulos habla de la destrucción del templo de Jerusalén –que tuvo lugar el año 70– y del fin del mundo. La superposición de planos da la sensación de que ambas cosas son simultáneas. La razón de esto es que, para aquella mentalidad, el fin de algo es siempre signo del fin de todo y cualquier acabamiento es anticipo del acabamiento definitivo. Piensan así porque creen que lo importante es cómo se vive el tiempo intermedio, es decir, el tiempo presente.

Para este tiempo hace tres advertencias y da tres consejos. Les advierte que las grandezas del mundo acaban y, por ello, se engañan quienes viven como si fueran eternas; que es inevitable la aparición de embaucadores que, con mentiras y falsas doctrinas, arrastran tras de sí a las gentes; y que la tribulación acompaña siempre a la existencia. Aconseja no perder la calma en la confusión, perseverar en la persecución y confiar en la ayuda de lo alto cuando llegue la dificultad.

Son sabios consejos que pueden venir muy bien en el caminar de cada día. Porque no es malo preguntarse sobre el destino del mundo; pero es mejor preguntarse sobre el compromiso de cada día mientras estamos en él, pues, puede ocurrir que estemos tan preocupados con el futuro que dejemos de ocuparnos del presente y no es bueno eludir las responsabilidades de hoy con el pretexto de los sucesos de mañana. A veces se ha acusado a la religión de esto y no sin razón. Pero creo que no se puede formular esta acusación contra el Evangelio donde las cosas están de sobra claras.

Cuando Jesús hablaba del Reino de Dios y decía que ya estaba aquí, no se refería a una utopía inalcanzable, sino a una meta hacia la que caminar. El Reino de Dios es el reinado de su voluntad en los corazones y esa voluntad es siempre el bien y lo mejor para la humanidad. Esto no es sólo asunto de futuro. Es exigencia del presente.

juan antonio at: 10 noviembre, 2019 20:28 dijo...

EL FINAL O EL PRICNIPIO
Esta semana es la ultima del año y acaba como empezó, con lectura del discurso escatológico, así como las otras, como es habitual en el final y principio del año.
Malaquías trona contra los malvados, pero los que honran el nombre de Dios, es decir, honran a Dios, los iluminará un sol de justicia, pero ha de reconocerse que es duro, como reconoce el autor de la Hoja, esperar al final para ver la actuación de Dios, en negros horizontes de injusticias en vida, mi poca capacidad de poder dar una razón me lleva hasta la Cruz, donde Jesús se queja y donde Jesús se sabe acompañado, aunque no lo veamos, es y será así y tenemos que poner nuestra fe, nuestra confianza en el Señor.
Pablo alza la voz alegando que nunca fue carga para nadie, aunque tuviera derecho a ello, y dirigiéndose a los holgazanes, “”que viven muy ocupados en no hacer nada””, qué ironía, les dice, “”que el que no trabaje que no coma””, ello en buena lógica de que si tu no haces nada por ti, porqué lo va hacer otros, la caridad y la atención de los más débiles, es otra cosa.
El Evangelio comprende un discurso de Jesús en el que se recoge varios temas, empezando por la destrucción del templo, lo más sagrado para un judío, y desde entonces tomó protagonismo las sinagogas.
Como siempre queremos seguridades y preguntamos cuando y como será esa catástrofe y entonces Jesús les instruye sobre el “final”, no del templo solo, el final de los tiempos, advirtiéndonos de que no seamos "ingenuos", sobre los falsos Mesías, que "no perdamos la calma" y tengamos discernimiento sobre los acontecimientos pues "siempre tendremos la ayuda del Señor", pues el final, a pesar de las guerras y otros signos naturales, no está cerca y tendremos ocasión de "dar nuestro testimonio", pues en las pruebas se fortalece nuestra fe, poniendo nuestra confianza en Jesús, siendo "la perseverancia", nuestra salvación.
Esto fue entonces, pero qué tenemos en el mundo de hoy, cuantas guerras, cuantos desastres naturales por los daños a la madre tierra, que a pesar de todo muchos se niegan a reconocer, donde dejamos las persecuciones, las matanzas por razón de fe, donde la hambruna, las muertes por buscar la dignidad de la propia persona, donde el rechazo, la explotación, el aprovechamiento de no tener más que hambre…..¿estaremos en el final? Aquel que para Jesús no estaba cerca? Habrá llegado la hora o son guerras, desgracias…. Que entran de lo que se puede llamar irónicamente “”normales””.

Estemos alerta, preparados en todo momento, tengamos plena confianza en quien nos ha prometido la vida en plenitud con el Padre y la fuerza del Espíritu, esa es la lección que debemos sacar en nuestra reflexión sobre este Evangelio, pues no podemos abandonarnos, máxime cuando Jesús no nos augura una vida fácil, regalada y cómoda, sino al contrario, el que quiera se mi discípulo que tome cada día su cruz ……, el que quiera ser mi discípulo que renuncie a sus bienes….., que posponga a su padre….., no es fácil el Evangelio, pero si miramos la única palabra que lo comprende, AMOR, todo es dicha y felicidad, Bienaventuranza.

Pues qué hacen los evangelistas en sus distintos textos, sino desmenuzarnos cómo tenemos que vivir ese AMOR, porque eso es lo que hizo Jesús con sus palabras y sus gestos recogidos en ellos.
…..””No tengáis pánico”” y digamos con el salmista “ Si el Señor es mi luz y mi salvación, a quien temeré?( SL.26).
El salmo nos trae el canto de la creación entera al Señor, pues unámonos y cantemos dándole gracias, alabanza y gloria y vivamos nuestros días, últimos y los de siempre en las manos del Señor.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir AMEN


Maite at: 12 noviembre, 2019 14:40 dijo...

En el evangelio del domingo algunos preguntan a Jesús por el futuro, que tanto inquieta siempre, pero él enseña cómo vivir el presente, que sí está en nuestras manos. Y lo primero es no poner nuestra seguridad, no establecernos y permanecer en lo caduco, que no ha de durar siempre, por muy bello y magnífico que sea, por muy sólido que parezca.

También es importante no dejarse engañar por falsos mesías: esos que tan bien detalla la hojita y no tener miedo a las malas noticias, a los acontecimientos adversos. Incluso si llegara una persecución por la fe sería una oportunidad de dar testimonio. Aun en el caso de que fueran nuestros más allegados los perseguidores.

Eso da que pensar, desde luego. Porque ¿de verdad nuestra fe es tal que nos hace sujetos de persecución? ¿Impregna nuestra vida cotidiana, nuestras decisiones y opciones vitales, de forma que alguien la perciba amenazante o que cuestiona mínimamente la injusticia, la pobreza, la opresión dominantes en nuestro mundo?

¿Somos de verdad los cristianos unos ciudadanos tan comprometidos que aportamos una forma de vida alternativa al consumo imperante, a la mentira social, al culto a la imagen y al poder, convirtiéndonos en una espina para quienes promueven todo esto?

Si no es así, no tenemos nada que temer. Nunca seremos perseguidos. Pero tampoco seremos luz y sal de la tierra, ni haremos del proyecto de Jesús el nuestro, ni seguiremos sus pasos, ni construiremos el Reino de Dios.

Vicente at: 13 noviembre, 2019 21:33 dijo...

El domingo nos habla el evangelio de la Fe. De algo que hemos perdido. Es la primera de las Virtudes Teologales y la hemos olvidado.

Incluso en los pequeños detalles cotidianos: hasta hace poco había muchas mujeres que se llamaban María Fe, Esperanza o Caridad. Prefiero no recordar los nombres que les ponen ahora a las criaturas y, sobre todo, que no les bautizan.

La piedra angular de este Evangelio es NO TENGÁIS MIEDO. Nos lo decía San Juan Pablo ll y vivimos atemorizados: por lo caras que son las vacaciones, las cenas en los restaurantes, la ropa de moda… ¡bobadas!

Jesús nos advierte de que tendremos terrores y de éste, que va a ser el año del Evangelio de San Mateo, me encanta su final: SABED QUE YO ESTARÉ CON VOSOTROS TODOS LOS DÍAS HASTA EL FIN DEL MUNDO

Vicente Barreras,