26 ENERO 2020
DOM-03-A
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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DEJAR LAS REDES (Mt 4,12-23)
Son tan fuertes los vientos de libertad que soplan en nuestro tiempo que, para muchos, este valor es casi un dios. Y no es que esté mal defender un valor tan sagrado que, en la Biblia, a pesar de su consecuencia más trágica –el pecado–, nunca fue retirado al hombre por el Creador. El problema es que no acabamos de entender de qué se trata y predican algunos que consiste en no tener otra norma de conducta ni reconocer otra voluntad que la propia. De esa manera los deseos se convierten en necesidades y las necesidades en derechos. Piensan éstos que la moral es un ataque a la libertad y a lo más que llegan es a la moral de la propia conveniencia o el propio gusto.
Creo yo que la libertad es más un deber –un valor– que un derecho –un beneficio–. No es algo que uno posee por nacimiento, sino algo que se ha de conquistar a lo largo de la vida con esfuerzo y sacrificio. Y, una vez alcanzada, no resulta fácil soportar el peso de la misma, porque exige tomar decisiones que, las más de las veces, son duras y comprometidas. Mucho me temo que lo que algunos llaman libertad sólo sea la calderilla de la misma, es decir, la posibilidad de tomar pequeñas decisiones que permitan hacer lo que uno quiera en pequeños asuntos porque las grandes decisiones las toman otros en otros foros. Es la estrategia de los poderosos: “Haz lo que quieras. Tienes derecho a ello. Eres libre. Pero déjame a mí decidir lo que has de pensar y de querer”.
Viene esto a cuento del gesto de los discípulos cuando Jesús los llama. Eran pescadores y estaban entregados a su trabajo. Cuando pasa junto a ellos el profeta de Nazaret, sin mediar discusión ni diálogo, les dice: “Seguidme porque quiero que os dediquéis a otros menesteres”. Ellos inmediatamente dejan las redes y le siguen. Es una decisión que compromete su futuro, su vida. Otros hubo que también fueron llamados, pero no se atrevieron a asumir el riesgo de la opción y siguieron con lo de siempre. Dejar las redes, cambiar de rumbo, comprometerse... En eso consiste la libertad: en romper ataduras.
Hoy se teme tomar decisiones que hipotequen el futuro. Vivimos en la cultura de la provisionalidad –la cultura de usar y tirar–. El problema es que sólo el que toma decisiones es libre y sólo el que toma grandes decisiones es radicalmente libre. No decidir para no comprometerse no es conservar la libertad, sino dejar pasar la ocasión de disfrutarla. La dificultad está en que, una vez que hemos decidido, nos hacemos responsables de nuestra decisión, de modo que no es libre quien no es capaz de responder de su libertad. Ésa es la paradoja de la libertad. A las nuevas generaciones no se les dice esto. Sólo se les habla de derechos –no de deberes–, de libertades –no de exigencias–, de posibilidades –no de compromisos–. Mal quieren a los jóvenes quienes les dan para moverse en la vida monedas de una sola cara: las monedas falsas de una libertad que no sabe de responsabilidades.
El límite de la libertad es el respeto al otro y a los valores. Cuando se ignora esto, surge la prepotencia, la tiranía y la violencia.
Este Domingo vemos a Jesús que se retira a la tierra del norte, a Cafarnaúm, miedo a Herodes o por el miedo se cumple las escrituras que nos cita Mateo, el evangelista de la comunidad judeocristiana, el de las citas del Antiguo Testamento, de las frases y palabras conforme a ello, como el Reino de los Cielos.
Si el Domingo pasado reflexionábamos sobre la presentación de Jesús por Juan el Bautista, hoy ante el arresto de Juan, Jesús se retira a las tierras del Norte, a Galilea, donde pasó la mayor parte de su vida pública, hasta, como nos dice la Hoja, decide la marcha a Jerusalén.
Esta semana deberíamos de alegrarnos, pues desde la primera lectura, donde Isaías nos habla que el pueblo que habitaba en tiniebla vio una gran luz, semejante a la alegría que expresaba el mismo profeta el día de la Epifanía.de
El Salmo merece que se le dedique un tiempo de oración, pues nos habla de quien es la defensa de mi vida, gozar de la dulzura del Señor y habitar en su casa por días sin términos, así como los ánimos para sobrellevar las vicisitudes de la vida, siendo valiente ante lo que nos llegue.
Pablo nos habla de las divisiones que había en la Iglesia de Corinto, divisiones que siempre hemos tenido y tenemos, desgraciadamente y estamos en el tiempo propicio de la Semana de oración por la unidad de los cristianos, periodo que va del 18 al 25 de este mes de Enero, recemos por esta unidad, por la que primero rezó Jesús en la última cena, previendo quizás esta división a la que llegaríamos y por la que pedimos a diario en la Eucaristía en la llamada Epíclesis y en la oración por los fieles vivos , congregando a todos por el Espíritu en la unidad y alcanzado la perfección por la caridad: tengamos un recuerdo especial, en esta parte de la celebración, por la unidad de todos los que nos llamamos cristianos
Jesús en el Evangelio nos invita a la conversión pues el reino de Dios está cerca.
Conversión, que salvo que los entendidos lo aclare, creo diferente de arrepentirse, como hay traducciones que lo dicen, pues entiendo que la conversión es un cambio de vida, total y nueva, mientras que el arrepentimiento puede ser de algo en concreto.
Conversión que no nos lleva más que a seguir las enseñanzas y vida de Jesús, por lo que los Evangelios tiene que ser nuestra vida, día a día, gozando, como nos dice el salmista, de la dulzura del Señor por los días de mi vida.
Y enseguida Jesús empieza a llamar colaboradores de su misión, y llama a Pedro, Andrés, Santiago, Juan…… y dejándolo todo “”lo siguieron””.
Nosotros, todos hemos sido llamados, hemos sido elegidos, como proclamábamos semanas pasadas en la Carta a los Efesios, en la persona de Cristo, antes de crear el mundo para que nos mantengamos sin manchas, ¿qué hemos dejado en el seguimiento de Jesús?
Esta es nuestra grandeza, la llamada a ser colaboradores de Cristo en la misión de llevar la Buena Nueva a toda la humanidad y de la que tenemos que tener conciencia de ella, pues hemos de enseñar y como dice el final del Evangelio llevar a todos la dignidad de hijos de Dios, curando, acompañando, dándonos, y………, como dice un autor, “”un cristiano que no me empuje a darme a los demás, no tiene nada que ver con Jesús””.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a decir AMEN
Hoy, como ayer, las gentes esperan la luz y que comience algo nuevo, algo que llene de vida y aleje las tinieblas y la oscuridad, que llene de gozo y alegría auténticos. Hoy, como ayer, la luz se llama Jesús, y lleva también el nombre de cualquiera de quienes le siguen y nos llamamos cristianos.
Solo puede ser luz quien experimenta al Señor como tal en su vida, quien sabe que nada le hará temblar si en él encuentra su salvación y defensa.
Eres luz cuando unes, cuando no existe división donde tú estás, cuando crecen y se desarrollan la diversidad, la complementariedad, la solidaridad. Así anuncias el resplandor del Evangelio sin necesidad de brillar por tus palabras.
Iluminas cuando estás en proceso de conversión y caminas en pos de Jesús, y eres, con él, pescador de hombres y mujeres. Cuando, allí donde te mueves, enseñas, curas, anuncias el Reino con tu luz.
El Evangelio de este domingo nos habla de la llamada de Jesús a cuatro hombres sencillos que le dijeron SÍ.
Nuestro Señor nos llama cada día a cada uno de nosotros y tenemos que dar testimonio. Hay demasiada gente que sufre, sean enfermedades, problemas económicos o simple soledad mientras nosotros vemos la tele o paseamos ajenos a los demás y también la gente pasa a nuestro lado ignorante de nosotros.
Señor Santiago. Nadie te va a invocar este domingo en las homilías porque no es políticamente correcto y tú eres el Patrón de esta España que ostenta el orgullo, con sus Santos, cuatro Doctores de la Iglesia, sus juristas y sus filósofos de haber creado el Derecho Internacional. El Padre Arriaga redactó el primer borrador de lo que hoy llamamos ”Derechos Humanos “ y somos el único Imperio que fundó Universidades en las tierras que otros llamaban colonias y a las que nosotros llamábamos Españas.
Jesús, Dios mío, haz que la tierra de María encuentre soluciones de comprensión y entendimientos, que hablen las gentes honradas y todos pongamos generosidad para que el cristianismo que Tú quieres, para ese Reino que nos anuncias en el Evangelio de hoy, nos llegue y lo acojamos con la misma generosidad que durante siglos tuvimos en las venas y supimos llevar por todo el mundo.
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.
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