DOM-04-A PRESENTACION DEL SEÑOR

domingo, 26 de enero de 2020

2 FEBRERO 2020
PRESENTACION DEL SEÑOR

3 comentarios:

Maite at: 27 enero, 2020 15:02 dijo...

Juan me pide que comparta algo de nuestra vocación y misión como contemplativas en la Iglesia, aunque él lo explica muy bien en la hojilla, y de forma completa. Incluso los problemas que menciona son así de reales en nuestros conventos.

Nuestra vocación es minoritaria y está al servicio del Pueblo de Dios, del que formamos parte. La mies es abundante, como nos recuerda el Señor, y hacen falta obreros. Nuestra tarea es la de una vanguardia orante por todos vosotros: manos y pies al servicio del Reino. Ser, como decía Santa Teresita, en el corazón de la Iglesia el amor, que hace que el resto de miembros den y gasten su vida por ella y por todos los hombres y mujeres de nuestro mundo.

Nuestra misión es ser un faro cuya pequeña luz brilla a través de las tinieblas, borrascas y oscuridades del camino, de los vaivenes y búsquedas, de las dudas y esperanzas. Es recordaros a todos que sois amados de Dios como hijos que guarda tatuados en sus palmas y que él merece, a su vez, ser profundamente conocido y amado, porque ahí radica la felicidad de ser humano.

Nuestra misión es alentaros y apoyaros en la búsqueda del verdadero rostro de Dios, en la que nosotras mismas estamos empeñadas, y servir de inspiración para que os dejéis llevar y mover por él, que está más cerca de vosotros que vosotros mismos. Recordaros que él se hace mendigo de vuestro amor y que lo que más le duele del pecado es el daño que nos hace a nosotros y a los demás.

Nuestra misión es compartir con vosotros lo que nosotras descubrimos en la Palabra, los sacramentos, la liturgia, la oración personal sobre la hermosura de Dios, dueño y señor de la Vida, que a todos la ofrece en plenitud. Es deciros alto, claro y fuerte que él quiere vuestra felicidad aquí y durante toda una eternidad, y para ello no hay más ni mejor camino que seguir a Jesús y hacer de su opción de vida entregada la nuestra.

Y alentaros a que oréis, a que hagáis de la intimidad y amistad profunda con el Señor un camino de por vida, en el que crecer y madurar, porque es amigo verdadero, al decir de Santa Teresa, y porque, egoístamente hablando, qué bueno es encontrarnos al final de la vida en este mundo con quien ya conocemos y de cuyo amor estamos seguros. No por nuestros méritos, sino por quien él es.



juan antonio at: 29 enero, 2020 10:13 dijo...

Esta semana celebramos la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo y de la Purificación de Nuestra Señora, y mi reflexión va a seguir la seguida por S. Juan Pablo II y Francisco, que nos presenta la celebración desde dos puntos de vistas, confluyentes, no paralelos.
Por un lado el primero resalta la acción del Espíritu Santo en los dos personajes que nos presenta la narración evangélica: Simeón y Ana.
De uno se dice explícitamente que fue impulsado por el Espíritu al templo, de la otra no se dice nada al respecto, por la sencilla razón de que ya estaba allí en ayuno y oraciones y solo tuvo que acercarse.
Cada uno habla del Niño inspirado por el Espíritu, Simeón nos traza la vida de Jesús en dos apartados, el primero directamente, será punto de contradicción para todos: unos lo aceptarán como los muchos que le seguían y le escuchaban con respeto y ansias de salvación y otros, los cultos, con rechazo porque estaba derribando el montaje del templo y las cargas que hacían pesar sobre los que ni podían seguir la cantidad de preceptos ni podían con el negocio en el templo.
En segundo lugar al hablar de María y de la espada que le atravesará, nos está dando la pasión de Jesús, durante sus tres años de vida pública, hasta llegar, incluso, su familia al rechazo por considerarlo falto de juicio y no digamos nada de las persecuciones y de la Pasión, Muerte y Resurrección, dolor que vivió durante toda la vida de Jesús, pues, empezando cómo sería esa relación de la vida oculta de la que no sabemos nada, qué pensaba María y José de aquella persona que crecía con ellos y del que sabían lo que eran pero que, al parecer de todos, no era más que uno cualquiera y ello hasta llegar la vida pública e incrementarse los sufrimientos y porqué no, alguna alegría tendrían que tener, cuando les contaban el bien que hacía, es decir la vida para ellos fue un claroscuro hasta la mañana de Pentecostés, del que solo sabemos que vivió María con los apóstoles.
De la profetisa Ana, hablaba a todos del Niño, es la primera evangelizadora, su vida de ayuno y oración se rompe para proclamar la grandeza de Dios en la salvación de su pueblo, ¿empezó la vida contemplativa con Ana? Los estudiosos nos lo dirán.
El otro aspecto que trata el Papa Francisco es nuestra presentación a Dios, nuestro ofrecimiento a Dios, que debe ser en acción de gracias por abrirnos la creación para nosotros, pues para buenos y malos, sale cada día el sol(Mat. 4,45) y este sería un primer matiz, nuestra entrega, nuestra donación .
Una segunda entrega será la entrega de todos los que nos vamos encontrando por el camino y a los que les podemos ayudar con nuestro desinteresado acompañamiento, en todos los aspectos, a necesitados de todo y a necesitados de escuchar una palabra porque a pesar de tener todo, le falta la relación humana.
María y José quedaron asombrados, pero de lo que decían dos personas sencillas y este asombro se produce cuando detrás de todo ello esas personas son personas que viven de Dios, como las personas contemplativas y gracias Maite por tu escrito, que es vuestra vida y nuestra vida, que los que estamos entre zarzas y espinas (Evangelio de hoy), no llegamos, muchas veces a comprender, seguid en vuestra senda para que nosotros aprendamos a seguir la de Cristo.
Santa Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a seguir vuestro camino, a estar con Jesús y dejar que Jesús sea Jesús, a no creernos que lo poco que hacemos, es nuestro, a tener todas las cosas que nos pase en nuestro y en vuestro corazón, AMEN

Vicente at: 29 enero, 2020 18:15 dijo...

El Evangelio de este domingo nos habla de la Presentación del Niño Jesús en el Templo por sus devotos padres.

Es llamativo que se hable de dos personas que adivinan cosas, que conocen el futuro por adelantado, que saben lo que va a ocurrir. En este caso, Simeón y Ana. Pero hoy no voy a hablar de las mancias que hay en las Sagradas Escrituras.

Hoy voy a reflexionar sobre la mujer.

Me precio de contar ( con muy pocos dedos ) los amigos que tengo por quienes daría lo que hiciese falta y, entre esos pocos dedos, hay alguna mujer de una talla moral que me sobrecoge. Hablo de amistad limpia y de corazón a corazón, no de tonterías.

Es cierto que Dios no habló con ninguna en el Antiguo Testamento excepto con Eva y para expulsarla del Paraíso; sí con hombres: Moisés, Abrahám etc.

Lo que me llama la atención es todas las cosas que iba guardando María en su Corazón y recuerdo, así como recomiendo, la lectura de la Carta de San Juan Pablo ll a las mujeres.

Estoy convencido de que lo más grande y hermoso que tiene el ser humano es gestar y dar Vida y, eso y desvivirse siempre por los hijos, sólo lo hace la mujer. También es cierto que sólo ella puede cometer el crimen frío, alevoso y premeditado contra el ser más indefenso abortando voluntariamente; pero en el pecado llevan la penitencia ya que no se recuperan jamás de unos remordimientos que les corroerán durante toda su Vida.

Sólo dos seres humanos tienen una palabra única y exclusiva para ellos: la transverberación de Santa Teresa de Jesús y la transfixión de María. Ambos son dolores atroces de Amor a Cristo: espadas que atraviesan el corazón viéndole padecer por todos nosotros.

Lo digo sin complejos tanto aquí como públicamente: casi todos los días rezo el Rosario y me enamora la frase de María: “Haced lo que Él os diga”

Los protestantes nos acusan a los católicos de deificar a la Virgen. Y no es así. Es Ella quien nos conduce a Cristo, quien los lleva al Espíritu Santo y nos pone en las manos de Dios, la Madre de toda la humanidad desde que Jesús se lo pidió en el Calvario:

Madre, ahí tienes a tu hijo.

… y mucho antes: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”

Madre Santísima, sabes cómo somos: débiles, cobardes, concupiscentes y tontos y aún así nos quieres y nos ayudas constantemente.

Madre Bendita, Inmaculada de mi alma:

Gracias

…y no nos abandones jamás:

… sé muy bien que nunca lo harías.

Te quiero.

Vicente Barreras,