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sábado, 13 de marzo de 2021
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3 comentarios:

Paco Echevarría at: 13 marzo, 2021 09:02 dijo...

SI EL GRANO NO MUERE... (Jn 12,20-33)

Hay textos en los evangelios que confunden porque, más que enseñanzas, parecen acertijos o bien constituyen un desafío a lo que se entiende por sentido común. Uno de ellos es la respuesta que da Jesús a unos forasteros que habían acudido a Jerusalén a celebrar la Pascua y deseaban verle: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”. Es una metáfora tomada del mundo agrícola que él aplica a la condición humana y que viene a decir: sólo quien está dispuesto a la renuncia total hace fecunda su vida. Esto dicho de cualquier semilla es verdad, pero referido a la persona humana, en nuestro contexto sociocultural, puede parecer, al menos, discutible.

No obstante, si analizamos la metáfora, podemos sorprendernos por la profundidad y acierto del planteamiento. Sabemos que el grano de trigo encierra dentro de sí una secuencia genética que, en condiciones favorables, se desarrolla hasta alcanzar la plenitud en la espiga. En cierto modo el grano sólo es una espiga en proyecto y la espiga, el desarrollo total de las potencialidades del grano.

Al servirse de esta metáfora para hablar del ser humano, Jesús está proponiendo un camino para alcanzar la plenitud y, con ella, la dicha. Y lo hace sugiriendo -como buen educador y maestro- elementos para el despertar. Ante todo hace una clara defensa de la riqueza interior del individuo y de su capacidad para alcanzar el propósito de la vida; supone también que la vida tiene un propósito: no es, por tanto, azar, sinsentido o casualidad; apuesta por el dinamismo como clave de la existencia; y, sobre todo, coloca el amor que se manifiesta en la entrega en el centro del ser y del vivir. Es todo un proyecto de vida para el que quiera lanzarse a la aventura de alcanzar la plenitud.

Ciertamente este planteamiento choca con la propuesta que la sociedad, desde todos los ámbitos, parece hacer porque, el nuestro, es un mundo donde el centro de la persona se sitúa fuera de ella misma -en las cosas- y la meta, en bienes tan efímeros como el prestigio que da el éxito, el poder político o la fama. Somos víctimas de una cultura que potencia la imagen sobre la realidad, la apariencia sobre la identidad, el tener sobre el ser... La pregunta es: ¿somos felices así? Me temo que la respuesta de muchos será negativa y la de otros muchos, una evasiva. Vivimos en un mundo de sucedáneos y, desgraciadamente, nos conformamos también con un sucedáneo cuando se trata de la felicidad.

La propuesta de Jesús de Nazaret puede parecer absurda, pero eso no significa que lo sea. La renuncia a sí mismo, la generosidad, la entrega, la solidaridad, la búsqueda de lo esencial, la fe en la capacidad del ser humano, la interioridad, el ser... son peldaños que nos acercan a la estancia de la vida. El egoísmo, la vanidad, la superficialidad, la apariencia... ¿a dónde nos llevan?

FRANCISCO ECHEVARRÍA







Maite at: 16 marzo, 2021 17:00 dijo...

Nosotros vivimos en la nueva Alianza. Por ella la ley de Dios está escrita, por él mismo, en nuestros corazones; una ley interior, mucho más importante que la externa, hecha de normas y preceptos. Una ley que libera, dignifica y lleva a la plenitud humana, frente a la otra que oprime, sojuzga y esclaviza. Una ley que nos permite conocer, experimentar a Dios en su perdón y misericordia.

El salmista sabe de la dificultad de ser fiel a esa ley, y pide un corazón puro y la misericordia de Dios para ser renovado por dentro con espíritu firme.

Hasta Cristo, según la carta a los Hebreos, tuvo que aprender, sufriendo, a obedecer.
Jesús ha aprendido que, como el grano de trigo, hay que morir para dar vida; hay que entregarla para que llegue a todos. Y no fue fácil el aprendizaje. Pero es el único camino.

Ahora, muchos que no son de nuestro redil, siguen expresando consciente o inconscientemente, su deseo de ver a Jesús, y es tarea nuestra, ahora sí, mostrárselo. No podemos elegir el camino fácil, pero falso. El único es el que da la vida, cada día, por los demás. Se trata de que, quien nos mire, le vea. Y solo será reconocible de esta manera: en la entrega total.

Ahora la decisión es nuestra. La entrega de la vida abarca todo cuanto somos y tenemos, toda nuestra persona. Compromete nuestro presente y nuestro futuro, y solo ella nos identifica con Jesús. Solo nosotros elegimos cómo vivir, ¿será vivir de verdad o un simulacro?

juan antonio at: 18 marzo, 2021 18:45 dijo...

Con esta semana terminamos la preparación del triduo pascual, llega la semana grande, la semana del amor, la semana de la entrega, la de Jesús y la nuestra, para llegar a la resurrección porque la vida, como canta el prefacio de la misa de difuntos, la vida no se acaba, no se termina, se transforma.
El Evangelio empieza con unos gentiles que buscan a Jesús y se valen de Felipe y Andrés como mediadores y Jesús a continuación empieza a expresar qué tenemos que hacer, darnos por entero para dar frutos, y para ello tenemos que seguirle, estaremos con Él y con el Padre, su gloria y su comunicación con los hombres.
Cómo buscamos nosotros a Jesús, de quien nos valemos, a quien acudimos, cual es nuestra actitud en esa búsqueda, la de simple curiosidad, la del turista interesado en ver, conocer, o la de buscar una vida que me llene, que me vacíe de mí y me llene de Dios, para llevarla a todos, pues entiendo que la finalidad de la encarnación del Hijo, no tiene otro fin que traernos la Vida del Padre, el Amor del Padre, el Rostro del Padre Bueno, en definitiva el Reino, el Reinado de Dios, una Vida Nueva en un mundo viejo y corrupto.
Ahora que está tan de moda hablar de corrupción en la vida pública, ahora que la permisividad lo llena todo, el relativismo es casi o sin casi, regla de todo, Jesús, el Cristo, nos trae la radicalidad del Amor, “creed en Dios y creed en mí”, renuncia a tus comodidades, a tus “todo vale” y entrégate de una vez por siempre y veras la luz de la Vida en tu día a día, encontrarás a Cristo y podrás llevarlo a otros para que le conozcan y como nos dice Mateo al final de su Evangelio, y “sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
Con esta promesa, a quien temeré, como nos dice Pablo (Rm 8,35) quien nos arrebatará el amor de Cristo…..Pero Dios que nos ha amado nos hace salir victorioso de todas esas pruebas.
Busquemos a Cristo, encontremos a Cristo y amemos a Cristo, nos decía S. Josemaría Escrivá, y yo me digo y digo, recapitulemos todo lo que hemos ido viviendo en estas semanas, desde las tentaciones, la transfiguración, la limpieza del templo y nuestro templo, el Amor infinito del Padre y la entrega esta última semana dando el fruto de nuestra salvación.
Tenemos que morir para dar vida, pues “qué diré”, aquí estoy para hacer tu voluntad, cuyo cumplimiento pedimos muy a la ligera cada vez que rezamos el Padrenuestro, pero que no debemos correr tanto, pues las prisas no son buenas consejeras en ese discernimiento en el despertar de cada día
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a decir AMEN