DOM-28B

sábado, 2 de octubre de 2021
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3 comentarios:

Paco Echevarría at: 02 octubre, 2021 09:05 dijo...

RIQUEZA Y MÉRITO (Mc 10,17-30)

Uno de los pilares del Judaísmo era la ley del mérito, según la cual el bien futuro del hombre y su salvación eterna dependen de cómo sea su vida en el presente. La salvación venía a ser el salario merecido del esfuerzo. La pregunta que un desconocido le hizo un día a Jesús - “¿Qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna?”- responde a esa mentalidad y la respuesta que él le dio sigue la lógica del momento: "Cumple los deberes con el prójimo". La contestación del interesado -"Es lo que he hecho hasta ahora"- indica que estamos ante alguien que aspira a más.

A partir de ese momento, el encuentro con Jesús adquiere un valor especial. El maestro de Nazaret le hace la propuesta del seguimiento: "Deja todo aquello en lo que has puesto tu corazón, sé generoso con los necesitados y sígueme". Renuncia, generosidad y seguimiento. Dejar los apegos, abrirse a los demás y aceptar el ideal de Jesucristo. Son los tres elementos que configuran la identidad del discípulo.

No era eso lo que esperaba aquel hombre y se marchó desoyendo la invitación de Jesús. Éste aprovechó entonces la ocasión para dejar las cosas claras a sus seguidores en este punto. Debió desconcertarles su enseñanza porque la mentalidad del momento era que las riquezas son un don de Dios, una bendición, y, por tanto, un signo de su predilección. Él, tomando un dicho de la época, dice que es imposible aceptar el Reino de Dios cuando el corazón está atrapado por la riqueza. La opción del cristiano -la fe- supone una escala de valores diferente de la que domina en el mundo. La riqueza en cualquiera de sus formas -económica, política, social, cultural...- es siempre un bien perecedero y emplear la vida en aumentarla sólo es una forma de desperdiciar la existencia. La única riqueza que merece la pena y que dura para siempre es la generosidad. A algunos esto puede parecerle un ideal imposible, pero Dios puede cambiar radicalmente el corazón y hacer ver que la riqueza no es meta, sino medio. Quien no comprende la verdadera naturaleza de las cosas materiales está condenado a ser esclavo de ellas.

En este punto interviene Pedro en nombre de los Doce para recordarle que ellos sí le han seguido. Jesús le responde completando su enseñanza: no se refiere sólo a la riqueza material -al dinero-, sino a todo aquello que da seguridad en este mundo: familia y patrimonio. La seguridad del discípulo sólo se encuentra en Dios y el bien supremo no es cosa humana ni de este mundo. Sólo quien comprende esto es capaz de la renuncia, de la generosidad y del seguimiento. Una vez más centra la atención en lo esencial y sus palabras nos recuerdan la pregunta que hizo en otro momento: “¿De qué le sirve a un hombre ser el dueño del mundo si pierde la vida?” (Mt 16,26). En lo tocante a la vida, lo que verdaderamente importa es el resultado final porque de él depende el valor y el sentido de cada cosa. En definitiva: la gran pregunta sobre el vivir es "Y todo esto ¿para qué?". Según sea la respuesta así será la existencia, y conviene atinar en la respuesta, pues quien ignora la meta es muy probable que equivoque el camino.

Francisco Echevarría

Maite at: 06 octubre, 2021 22:28 dijo...

No solemos dar a la sabiduría tanta importancia y valor como el libro del mismo nombre que forma parte de la Biblia. ¿De verdad es preferible a cetros y tronos, a la riqueza, el oro y la plata; a la salud, la belleza y la misma luz? Sin embargo, el autor del texto encontró en ella “todos los bienes juntos”, que es tanto como decir más que todo lo anterior o tanto como todo ello.

El salmista se sitúa en la misma onda y anhela la sabiduría que le da “un corazón sensato”.
Con la carta a los Hebreos entre las manos, podríamos decir que sabio es aquel que ora con la Palabra de Dios y se deja interpelar por ella, leer por ella; más aún, configurar y transformar por ella.

¿Y no buscaba sabiduría el que se acercó corriendo a Jesús y se arrodilló ante él? Pero al meter el Maestro las riquezas en la ecuación se le helaron los anhelos. Y eso que conocía los mandamientos, y los guardaba… Pero, ¿qué tendrá el dinero que hace tan difícil su relación con el Reino? Si nos atenemos a las palabras del Papa que Juan cita en la hojilla, el problema está en que acabamos sirviendo al dinero y dejando que él gobierne nuestras vidas. La consecuencia irremediable es la deshumanización más absoluta en pro de una economía de mercado y consumo brutal. Y vista la reacción del que llamamos joven rico del evangelio, este problema es muy viejo. A lo mejor tanto como la existencia del dinero mismo sobre la tierra.

¿Qué podemos hacer? Porque no todos estamos llamados a dejar casa, hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por Jesús y por el Evangelio. E incluso estos, y nosotros con ellos, haremos bien en atender y poner en práctica las exhortaciones del Papa Francisco para que venga el Reino de Dios: “Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética a favor del ser humano”. Según nuestras posibilidades, por supuesto, pero si no ponemos nuestro grano, ese faltará en el granero.

También esto es sabiduría. Porque construir lo humano siempre será construir lo cristiano.

juan antonio at: 08 octubre, 2021 07:27 dijo...

Esta semana el Evangelio de Marcos nos trae u n pasaje muy entrañable, al menos así lo considera este que suscribe, es el dialogo del que se le acerca corriendo y el dialogo posterior con los apóstoles.
Ese dialogo con el que tiene prisa, es de una intensidad tal que nos interpela, no nos deja indiferente, nos escuece, porque se dan unas condiciones tremendas para mi vida, nuestra vida, no sólo la de aquel.
Le pide consejo para alcanzar la vida eterna y Jesús le responde con los mandamientos que afectan a los demás y él con displicencia le responde que ya los cumple.
Y aquí viene esa actitud de Jesús tan suya, pues los Evangelios nos relatan muchas miradas de Jesús:
“”lo mira con cariño”” , es una de esas miradas que debemos hacerla nuestra, Jesús nos mira con cariño, Jesús te tiene en cuenta, Jesús no te excluye de nada, Jesús te acoge, te llena de sí mismo y se vacía en ti al mirarte y contemplarte en esas ansias de tu vida y sus vicisitudes.
Siéntete amado y querido por Jesús en lo más intimo de tu corazón y lo encontrarás en la cantidad de cosas que te suceden a lo largo del día y de toda tu vida, como nos dice el salmista, “”Sácianos por la mañana de tu misericordia y toda nuestra vida será alegría y jubilo””.
No seamos como “”ese uno”” que quería más, simplemente porque lo que Jesús le propone ha sido para él una rutina sin corazón, vacía, sin vivirla en su plenitud.
“”y le dice “”una cosa te falta””. Suelta amarras de cuanto te retiene, suelta el lastre que no sirve, deja todas esas cosas que no son más que vaciedad y más vaciedad y que solo cada uno conocemos.
Cuantas cosas me faltan a mí, quizás cumplir los mandamientos antes de pedir otra cosa, cuantas cosas me faltan a mí además de cumplir lo ritual, lo externo, cuanto me falta para llegar a Tu Corazón en el corazón de mis hermanos.
Quién se salvara? Pues aquel que se entregue a Dios en ese camino que Jesús nos ha dejado, aquel que confíe, se fie infinitamente de Jesús y se abandone al soplo del Espíritu, pues por ti por mí no alcanzaremos nada de nada: solo Dios basta como nos dice Santa Teresa.
El final es el trueque de Pedro, siempre barriendo para dentro: nosotros que lo hemos dejado todo, que no sabemos con qué intención, pero sí, lo dejaron todo, y aunque fuera de manera interesada, el Espíritu les cambio los corazones y no dudaron en entregar lo más preciado, sus vidas, éstas que nosotros tan bien cuidamos y protegemos teniendo el miedo de gastarlas, pero “si el grano de trigo no muere….” nos quedamos en nada, en grano.
Quien se salvara?, Recemos con el salmo catorce: el de conducta intachable y practica la justicia……., en definitiva el que se abandona en Dios y hace el bien al hermano, con Él que todo lo podemos, pero aún no terminamos de creérnoslo
Dialoga con el Señor, sabe tus cosas pero quiere que tú se las diga.
Serviste hoy, a quien?.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a tener valor en dar lo que nos falta, ¡AMEN!