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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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3 comentarios:
Hemos reflexionado sobre la vigilancia, la conversión y este Domingo la liturgia nos pone a nuestra consideración la duda de Juan Bautista, la identidad de Jesús, y el elogio de aquel que hace Jesús.
La duda, como la tentación, (y que los entendidos me corrijan), es connatural a la persona, dada la debilidad y fragilidad de la misma, pues ni sola puede llegar a una comprensión mínima del misterio de Dios ni sola puede salir de la tentación que pueda tener.
Ante la duda Juan quiere salir de la misma y para ello manda a sus discípulos con esa extraña pregunta, solo comprensible desde la idea confusa del Mesías en el pueblo judío y nos plantea en catequesis como actuar en la duda, acudir a las fuentes, acudir a la ayuda de quienes nos puede iniciar en el conocimiento de la inmensidad del misterio y ante el mismo con inmensa humildad manifestar nuestra adhesión a nuestro Padre Dios.
Jesús no contesta la pregunta de los enviados, sino que les dice lo que dice y hace, les manifiesta que el Reino de Dios está operando, que el Reino de Dios está en medio de nosotros ¿cómo?: pues sanando y devolviendo a todos la dignidad de persona, porque para Jesús lo más importante fue el hombre/mujer, la persona humana en toda su dimensión y por eso curaba, por eso predicaba, por eso atendía requerimientos como el de Nicodemo, comidas con fariseos y publicanos, atención a los pecadores y excluidos, en fin ….. los Evangelios, que no son historia, cierto, pero sí Vida y están ahí y de ahí tenemos que aprender porque si no nos escandalizamos de Él, tenemos que hacer lo que Él hacía y hace, ahora siendo sus manos y sus pies, en la misma tarea, a la que muchas veces ponemos tantos reparos.
En definitiva, Jesús da su identidad, lo que verdaderamente es para los que quieran entenderlo, como Juan, pues no volvió a preguntar ni él ni sus discípulos, sino que éstos lo siguieron.
¡Y dichoso el que no se escandalice de mí! Somos digno de esta bienaventuranza o nos arrugamos ante la dificultad, que la tendremos?, pero si perseveramos en nuestra fidelidad, seremos dichosos en cuanto nuestra unión y entrega a Él y a los que Él tanto amó, sea total y absoluta.
Jesús hace un elogio de Juan, y podemos ver en este elogio un mensaje de cómo tenemos que comportarnos con los demás que como nosotros están en la misma brecha, en el mismo tajo y dejémonos de subirnos a la parra humillando a los demás, que de todo tenemos en la viña del Señor y si no reflexiona un poco y verás, empezando por mi y por ti…..
Gracias Señor por todo, por tanto
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a rezar ¡ Maranatha! ¡Ven pronto Señor!
CONFIAR, EL CAMINO. DUDAR, NOS PUEDE PERDER
Isaías, estando cautivos en Babilonia, les comunicó que la liberación estaba próxima porque vendría un guerrero fuerte, les pidió que estuvieran preparados y que no perdieran la esperanza pues ese día todos tendrían que levantarse para caminar con la cabeza erguida y la ayuda de los demás.
El día anunciado llegó, Ciro derrotó a los babilonios, liberó a los judíos y les permitió retornar a su tierra.
Para Isaías ese hombre fue el brazo ejecutar y Dios el verdadero libertador.
Pasaron los años y también se cumplió el anuncio de la venida del Mesías, el que liberaría al pueblo de Dios.
Estando Juan bautizando se le acercó Jesús, lo recibió y él lo reconoció, se marchó y comenzó su labor evangelizadora sin dejar de “decir y hacer”. Como no estaban acostumbrados al comportamiento de Jesús lo que hacía trascendió mucho, la noticia le llegó a Juan cuando estaba en prisión, dudó y le mandó un mensajero para que le preguntara si era el Mesías anunciado por los profetas y esperado por el pueblo.
La respuesta de Jesús aún está vigente y enseña a las personas el camino del comportamiento: No debemos ufanarnos de las cosas buenas que hacemos a otras personas pues lo importante es ayudar, guardar silencio y esperar que sean nuestras acciones las que nos defiendan ante Dios y la sociedad. Si alguna vez nos acusan de alguna falsedad no debemos defendernos dando explicaciones pues, como ya fuimos juzgados y condenados, nuestra versión de los hechos no será aceptada… ¿Por qué?
Porque no olvidamos, no perdonamos y sí pedimos que nos den un sí, un no o una explicación.
Jesús nos confirma la validez del refranero: [Obras son amores y no buenas razones.]… ¿Por qué?
Porque Él sabía la verdad: No era aceptado de igual manera por quienes eran testigos de lo que “decía y hacía”, sólo los más desfavorecidos lo recibieron bien pero quienes vivían a costa del sistema lo rechazaron porque con él esclavizaban a quienes Él ayudaba y sus enseñanzas sobre la igualdad y la justicia ponían en peligro el modelo que mantenían con la fuerza de las armas.
Ese comportamiento tampoco fue comprendido por quienes esperaban al Mesías y dirigían la espiritualidad del pueblo, incluso “El Bautista”, pues creía que el Mesías prometido vendría para coger una espada, luchar y derrotar a quienes causaban tanto dolor.
Su respuesta fue una manera elegante de decirles que no había venido a luchar sino a liberar a quienes estaban necesitados.
Santiago también les pidió que tuvieran paciencia y les puso como ejemplo al labrador que siembra y después espera tranquilo que llueva antes de que llegue el momento de recoger el fruto.
Los cristianos debemos tener fe si queremos actuar con paciencia en todos los acontecimientos que cada día nos presenta la vida y, como no, mostrándonos participativos y confiados en que Dios premiará nuestras inquietudes y desvelos.
Este tercer domingo de Adviento era llamado, tradicionalmente, de “Gaudete”, pues así comenzaba la antífona de entrada, que hacía referencia a las palabras de gozo de la primera lectura.
Tanta fiesta y júbilo se deben a un Dios, fuente de vida, que desde el esplendor y gloria de su majestad se empeña en fortalecer lo débil, afianzar lo vacilante, dar confianza en la inquietud, luz a los ciegos, oído a los sordos, capacidad de saltar a los cojos.
El salmista extiende su manto bienhechor a oprimidos, hambrientos y cautivos, a huérfanos y viudas. Ninguno de los últimos, pobres o pequeños se queda sin amparo, consuelo o sanación. Y no parece que nadie haga un test previo para averiguar si lo merecen, si lo han ganado. Es que Dios es así y ese es su modus operandi; no tiene otro.
Jesús, como hijo amado, había llegado a conocerle bien y compartía todos sus sentimientos, sus sueños, todos sus anhelos. Veía por sus ojos, y sus manos no podían sino curar, limpiar leprosos, devolver la vista. De sus labios solo salía la Buena Noticia de Dios.
Juan no podía asimilar tanta alegría, tanta dicha. Él estaba hecho de otra pasta. Y duda.
Algo parecido sigue pasando con muchas personas piadosas de nuestro entorno. Buscan la pureza y la integridad de la fe y las costumbres, pero han dejado de reflejar la bondad y la misericordia. Se han amargado y amargan. Han olvidado mirar lo que Jesús hace y escuchar lo que dice y se han quedado clavados en imágenes que muy poco tienen que ver con él.
Pongamos nuestro granito de arena en este Adviento para que estos días sean de “Gaudete”, de alegría y gozo, de júbilo, por todo lo que nuestro Dios puede hacer y hace por nosotros. Y oremos incansables para que la Iglesia sea un hospital de campaña, al decir del Papa Francisco, donde se devuelva a todos la luz, el oído, la capacidad de caminar erguidos.
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