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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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2 comentarios:
Llegamos al final del camino y las lecturas nos presenta la profecía sobre el Mesías y el cumplimiento en Jesús con la misión por sus seguidores y el relato de Mateo sobre el nacimiento de Jesucristo.
Nos centramos en el evangelio y encontramos dos personajes en él, uno al que se refiere abiertamente la narración, José y otro que aparece veladamente en referencias, María.
Hoy quizás vivamos estos relatos de una forma bucólica, José que no quiere hacer daño, María que espera un hijo por obra del Espíritu Santo: pero traslademos estas situaciones a la actualidad, un novio al que le dicen que su novia está embarazada por el Espíritu, que la acoja, que le tiene que poner un nombre a un hijo que ni es tuyo: qué pensarían la familia de uno y otra: ¡mi hijo con una adultera!, ¡mi hija una cualquiera!, porque después siglos de fe, tradición y Magisterio, parece ser que lo tenemos todo muy clarito, pero ellos lo sufrieron o era normal lo sucedido?
Desde la fe, desde la sencillez y la humildad, José acepta el misterio que se le revela, María calla y espera y en los dos resalta esa acogida del proyecto de Dios sobre la humanidad, no hay grandezas ni acontecimientos deslumbrantes, no se ha dejado su vida ordinaria, viven donde viven los pobres, conviven con los humildes y entre ambos viven la experiencia de Dios que viene, se abaja para que la humanidad levante la cabeza y sea dignificada.
Se plantea nuevamente el tema de la duda y como dice el autor de la Hoja, es buena tenerla, señal de que no eres un pasota, te preocupas y…..
Debemos aprender cómo aceptar las situaciones que se nos presenta en la vida a la luz de los silencio de José, del que no se recoge ni una palabra en los textos sagrados, de los silencios de María y de sus palabras, así como las que provoca en nuestro favor, y de ahí aceptar el misterio y la voluntad de Dios.
Ellos cumplieron la voluntad de Dios en la salvación anunciada y ahora Pablo nos dice que tenemos que hacer que todos respondan a la fe: la misión no se aparta del seguimiento de Jesús, si queremos seguir a Jesús, mirate y examina qué puedes hacer por el Reino que empieza, que está en medio de nosotros, y todo ello sin miedo pues Él está con nosotros hasta el fin de los tiempos y meditando el evangelio de hoy tenemos dos posturas en la tarea de la viña del Señor, la del hijo que dice no y recapacita y va y la del que cumple diciendo si y no va y por ellos los pecadores se nos adelantan ya que creyeron desde un principio, primero a Juan y luego a Jesús.
Recemos y meditemos con el salmista:
¿Quién puede subir al monte santo?
¿Quién puede entrar en el recinto sacro?
El hombre/mujer de manos inocentes y puro corazón
que no confía en los ídolos.
¿Cómo tenemos las manos y nuestro corazón, que ídolos tenemos? Ahí queda eso…..
Gracias Señor por todo, por tanto.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a rezar ¡Maranatha! ¡Ven pronto Señor!
DUDAR, COMPRENDER Y ACEPTAR
Las personas, cuando tenemos problemas, buscamos una solución inmediata para ellos acudiendo a las personas o a Dios pero nos olvidamos de hacerlo aceptando los hechos abrazados a la fe, teniendo paciencia y confiando siempre en Dios… ¿Por qué?
Porque Dios es eterno y su actuación lleva un ritmo diferente al nuestro. Tenemos el mejor ejemplo en lo ocurrido en el 734-33 a. de C. en el reino de Israel cuando estaba roto en dos, el Norte y el Sur. Sus gobernantes estaban enfrentados, buscaron alianzas con otros reyes para lograr imponerse y el profeta Isaías intervino aconsejando al rey Acaz que reflexionara y optara por el mejor camino, tener fe y pedirle a Dios una señal. Su respuesta enfureció al profeta y, a pesar de ello, le dio esta señal: Una señora -es posible que fuera una de las esposas del rey- está embarazada y dará a luz un niño.
Se cumplió la señal y no hubo guerra, el niño nació y la señora le puso, en agradecimiento por haberlos salvado, el nombre de Emmanuel= Dios con nosotros.
En Mateo 1, 21 se nos recuerda que aquella profecía fuera, además, el anuncio del Salvador: [Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.].
Pasaron los años y nació Jesús pero antes Dios realizó la elección de unos padres terrenales para que así las personas percibieran mejor su condición humana.
Que María fuera su madre ocurrió de manera única pero pudo ser para ella una tragedia porque aún no convivía con José y por esa verdad él podía acusarla de infidelidad.
José, un humilde carpintero, era un hombre de grandes principios morales que amaba a María y por esa razón, a pesar de lo ocurrido, meditó y decidió no denunciarla para evitarle que la ley la condenara a ser lapidada, la repudiaría en secreto. Cuando tomó esa decisión intervino un ángel, así comprendió José lo ocurrido y aceptó.
María y José no rompieron el proyecto matrimonial porque ambos tenían verdadera fe y porque la intervención divina les ayudó a no dudar, comprender y aceptar con ilusión la propuesta.
Al ser dos personas excepcionales, en su vida diaria transmitieron a Jesús los valores de la familia y la preocupación por los problemas de quienes convivían a diario en su entorno. Con esas influencias creció y, cuando le llegó la hora de su ministerio público, nos enseñó con ejemplos tomados de la vida que lo importante es hacer el bien y no prometer lo que más adelante no podremos dar.
Pablo comunicó a la comunidad que él fue elegido por Dios para evangelizar a los gentiles pero les enseñó que esa misión no era exclusiva de él sino de todas las personas que creen en Cristo.
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