CUARESMA-02-A

sábado, 25 de febrero de 2023
DESCARGAR

4 comentarios:

Paco Pérez at: 28 febrero, 2023 11:24 dijo...

LA TRANSFIGURACIÓN. CAMINO PARA LA CRISTIANDAD
Jesús invitó a Pedro, Santiago y Juan a subir al monte y allí ocurrió la Transfiguración… ¿Por qué?
Para levantarles el ánimo hundido que tenían desde que les anunció su pasión y muerte y los sufrimientos que esperaban a quienes lo siguieran.
Ellos, a pesar de haber escuchado sus enseñanzas y presenciado sus milagros, no quedaron enganchados de manera definitiva a su acción transformadora. Cuando se mostró a ellos transfigurado lo hizo en toda su grandeza y entonces fue cuando lo comprendieron todo, los ánimos decaídos se levantaron y dieron a su vida un cambio radical… ¡Necesitaron ver para comprender!
Jesús les pidió que no contaran estos hechos hasta después de su resurrección.
Los cristianos también debemos dar un cambio radical a nuestro comportamiento y práctica, abandonar las tradiciones y caminar por donde Jesús nos pide… ¿Estamos dispuestos?
Cambiar es un camino sacrificado que necesita abandonar muchas cosas innecesarias para buscar a Dios en el silencio, percibirlo y entrar en comunicación con Él pero, si no tenemos FE, lograrlo será complicado. En la historia del pueblo de Dios queda patente esa realidad, en GÉNESIS encontramos la figura de Abraham, ejemplo de fe para los hombres. Por ella él siempre obedeció los mandatos del Señor y por ser así Él se lo reconoció y lo premió. La promesa que recibió requería abandonar el lugar donde tenía las propiedades que le garantizaban su medio de vida, Abraham no dudó y se mantuvo firme en la fe.
Pablo nos recuerda que el deseo de Dios para las personas, desde siempre, fue regalarles su gracia sin tener en cuenta sus méritos personales sino por medio de Jesús. Cuando vino, esa gracia se manifestó y nos empuja a trabajar para seguir el camino duro de la divulgación de la Palabra.
La Cuaresma nos invita a subir al monte para que nos encontremos con el Señor, comprendamos lo que nos pide que hagamos, abandonemos lo que no es correcto y seamos así personas nuevas y comprometidas con su mensaje.

juan antonio at: 01 marzo, 2023 21:40 dijo...

La semana pasada veíamos a Jesús llevado por el Espíritu al desierto y tentado por el diablo y sus respuestas, personales, como un fiel y justo israelita.

Hoy vemos a Jesús en su divinidad, en una manifestación radiante ante unos discípulos, íntimos, creo, por causa su cerrazón, ambición y carácter, pero fieles, entregados.

Este pasaje, objeto del mensaje del Papa para esta Cuaresma y que formaba parte del contexto de la semana pasada, nos lleva a una Ascesis Cuaresmal, un camino sinodal: un compromiso de superar las adherencias del camino, pero nunca solo, siempre en comunidad, cuestión que olvidamos cuando decimos “escucho (?) misa”, “rezo”, “doy o me doy”, en definitiva singularizo y no comparto con la comunidad que formamos todos los seguidores de Jesús.

Hoy sube al monte con Jesús, mira y admira, deja los miedos de que nos habla el Contexto, releelo a lo largo de la semana, pongamos a Jesús en el centro de nuestra existencia y comprenderemos que el mensaje del Evangelio nos es otro que la presencia divina en Jesús y lo que hay de Dios en su humanidad y con ello en nosotros, sus seguidores, sus discípulos.

Vive este pasaje evangélico desde la alegría de la Resurrección, de la que entiendo es preludio para alentar a unos discípulos no muy entregados, vívelo sin olvidar que para vivirlo hay que subir el monte, tenemos que vivir nuestra pasión, llevar nuestra cruz y aunque no entendamos muchas cosas, seguir al Maestro, no perder la fe, grita manifestando y pidiendo ese aumento de fe que todos necesitamos pues nuestra debilidad se hace presente en nuestra lucha diaria en el seguimiento.

Participa de esa presencia de Dios en Jesús, en esa contemplación de la Palabra, en esa contemplación de tu Padre que te pide escuche a su Hijo, a sus hijos que lloran y sufren a lo largo de este mundo, sin sentido, por la acción del mal que se nos cuela con cantos de sirenas.

Escucha la Palabra, vívela en la sociedad, en el entorno que vives, hazla presente con tu vida, tus criterios, tus pensamientos, tus acciones ciudadanas, con tu estar y acompañar.

Escucha la Palabra en la voz y vida de los hermanos, de los que tenemos que hacernos prójimos, acercándonos y remediando sus necesidades y sus dolencias, sus llagas en la lucha por su dignidad y que muchas veces no vemos.

Y para ello la primera y segunda lectura nos trae el camino, el modo y la forma, sal de tu tierra, de tu comodidad,de tu rutina y toma parte en los duros trabajos del Evangelio, sé misionero, no te entregues a lo fácil, a lo de siempre porque siempre ha sido así, sube al monte y miras a Cristo, sube al monte y sé dócil, espera, ora con Jesús, escucha al Padre y escucha al Hijo dejándote llevar por el Espíritu, llenate de Dios.

Lo que hoy la liturgia nos pone a nuestra consideración, no lo olvides, tenelo presente en este tiempo, vívelo día a día, pasa por la Pasión y tu pasión, pues la Cruz es nuestro signo y nuestra Vida.

Recemos con el salmista: “los ojos del Señor están puesto en sus fieles, en los que esperan su misericordia….”

Gracias Señor por todo y gracias por tu Amor que a veces no sentimos.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, enséñanos a decir ¡AMEN!



Maite at: 04 marzo, 2023 17:24 dijo...

El contexto de la hojilla de esta semana, que toma sus palabras de Pagola, se centra en esa invitación del Padre en el monte Tabor al señalar a su Hijo, el Amado: “Escuchadlo”. Y presenta así, a nuestra consideración, la importancia de escuchar a Jesús, su voz y su palabra, por encima de otras voces y palabras; más que la importancia, la urgencia, la necesidad. Y hacerlo en los momentos de Tabor y al bajar del monte; cuando el rostro de Jesús resplandece, delante de nosotros, y cuando nos encontramos con él solo bregando en la vida diaria, sin resplandores ni rastro de nada luminoso.

Hay demasiadas voces discordantes, incluso dentro de la Iglesia, que despistan de lo único necesario, de la verdadera misión a que estamos llamados: ser pescadores de personas, buenos samaritanos y samaritanas, servidores de todos, evangelizadores, sal y luz del mundo; testigos del amor y misericordia de un Dios Padre que solo sabe y puede amar.

Cuando Abrán escuchó la voz de Dios salió de su tierra, de su patria y de la casa de su padre hacia una tierra desconocida; y se convirtió en Abrahán, en un gran pueblo, en una bendición.

Para el salmista, la palabra del Señor es sincera, y se puede y se debe esperar de él misericordia.

Según Pablo, también a nosotros se dirige la voz de Dios para llamarnos, y como llamados por él hemos de tomar parte en los trabajos del Evangelio.

Hoy, al contemplar en lo alto del monte el rostro resplandeciente de Jesús, y desear, con Pedro, permanecer ahí en lo alto, no podemos olvidar las palabras del Padre, que han de acompañarnos a lo largo del camino hacia la Pascua: “Escuchadlo”.

Lucía at: 04 marzo, 2023 18:15 dijo...

La verdad es que en los Evangelios hay muchas escenas que dan miedo. Suelen ser situaciones que nos sobrepasan, que se escapan a nuestra inteligencia, a las que hay que acercarse con el corazón. También hoy, en nuestro día a día, siguen sucediendo. En ellas Dios se hace presencia real en nuestra vida: a través de personas, acontecimientos, hechos… Conocedor de nuestras debilidades, Jesús nos anima: ¡No tengáis miedo! Y procura que ante estas experiencias de la vida, no estemos solos, poniendo en nuestro camino a las personas que necesitamos.

Quiero escuchar… escucharle a Él y a otras voces que ya han pasado por donde yo voy, compartir esas experiencias de Dios que no me dejan indiferente, y me transforman. Son experiencias personales, pero no únicas. Y si me las guardo para mí, no estarán dando frutos...

...¡Qué bien se está aquí! Subir a la montaña exige esfuerzo, constancia, práctica… Y con el tiempo, la oración, como la montaña, nos seduce, nos llama, nos acoge. Podemos saborearla y disfrutarla, poner toda nuestra energía en ella, pero hay que volver a la realidad…para mostrar con mi vida, lo que he visto y oído, con la confianza de que Él me sostiene, y no me dejará caer.