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Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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RESUCITÓ (Jn 20,1-9)
La resurrección de Cristo constituye el núcleo de la fe cristiana, hasta el punto de que Pablo escribe: "Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe" (1Cor 15,17). Otro tema es el modo de entenderla -la explicación que se da de la misma-, que depende de la antropología y filosofía de la que se parta. De todas formas, es un asunto de fe, lo que significa que, por muchos argumentos a favor o en contra que uno encuentre, al final, es una opción personal que condiciona el modo de entender la existencia propia y ajena. No es que la fe sea irracional, sino que nunca es el resultado de un silogismo.
Los datos de los que partieron los primeros testigos fueron dos: el descubrimiento del sepulcro vacío y las apariciones. El primero ha sido transmitido por la tradición y tiene a su favor que, de haber sido inventado, jamás habrían puesto como testigos a las mujeres, ya que no se les reconocía capacidad para testificar. El segundo dato pertenece a la experiencia de la Iglesia Primitiva. Creerlo o no creerlo es un problema de confianza en la sinceridad de quienes llegaron a dar su vida por permanecer fieles a lo que predicaban. De todas formas, dado que es asunto de fe, hay que admitir como un dato de experiencia que, para el que cree, las razones en contra no crean dudas y, para el que no cree, las razones a favor no le hacen desistir de su postura.
Una cosa sí es cierta: a lo largo de la historia son muchos los hombres y mujeres que han encontrado en la resurrección de Cristo el elemento clave para encontrar un sentido a su vida. La Magdalena, Pedro, Juan y todos los demás, no creyeron en la resurrección porque alguien les demostró con sabios argumentos la consistencia de esta doctrina, sino porque se encontraron con Jesús vivo tras su muerte y, a partir de ese momento, sus vidas cambiaron por completo. La fe en la resurrección, por tanto, no es algo que se demuestra, sino algo que se muestra. Nadie tiene que probar nada. Lo único que cabe es expresar lo que se ha vivido.
Por cierto, que muchos hoy confunden resurrección y reencarnación. La diferencia es grande: la resurrección significa que se ha alcanzado la plenitud gracias a Cristo que en su muerte y resurrección nos ha salvado; la reencarnación se entiende como oportunidades repetidas para purificarse hasta alcanzar el estado que permita la vuelta a Dios. Hoy día, con el auge del esoterismo y de lo oriental, muchos creen en la reencarnación. Para un cristiano simplemente no es necesaria. Lo que los orientales creen alcanzar con sucesivas reencarnaciones, el cristiano cree que lo ha conseguido como un don gracias al amor de Dios manifestado en Cristo. Para los cristianos, la resurrección de Cristo es el triunfo definitivo como primicia del bien sobre el mal, del amor sobre el odio, de la paz sobre la violencia, en definitiva, de la luz sobre la oscuridad.
Paco ECHEVARRIA
Con la Pascua no llegamos al final, sino al principio, es el tercer día del llamado Triduo Pascual, pero el primero del nuevo caminar del seguidor de Jesús, hemos pasado la cuaresma, orando, ayunando de lo que no viene de Dios y tendiendo la mano a los que la necesitan y llegamos a la alegría de la Resurrección.
En el primer día de la semana María Magdalena encuentra la piedra que cerraba el sepulcro, quitada y corre a avisar a Pedro y Juan
Ella no ve la resurrección, pues nadie la ha visto, ni la supone, de momento, solo que la piedra está movida y se han llevado del sepulcro al Señor.
Es necesario que los dos apóstoles lleguen, vean el sepulcro vacío, entren y se les abran los ojos, crean y entiendan las escrituras: había de padecer, morir y al tercer día resucitar: lo dicen las escrituras, Jesús lo repitió en cada anuncio de lo que le iba a pasar y entonces pasan del sepulcro vacío a la Resurrección.
Quizás nosotros, después de tanto tiempo nos hayamos quedado en el sepulcro vacío, porque hemos tenido una cuaresma también vacía, no hemos aprovechado este tiempo de gracia de mirar a Dios y mirarnos a nosotros, sus testigos, los que teóricamente vivimos con Él, lo comemos en cada Eucaristía, y lo tenemos abandonado en nuestros hermanos: esperemos que esto no sea así, aunque hayamos tenido nuestros despistes.
Cristo murió, cierto, como nosotros también hemos muerto y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
¡Qué grandeza! Y que poco apreciamos los dones de Dios ¿será porque no vivimos como hijos? Ahí lo dejo
Y de todo esto es de lo que tenemos que ser sus testigos ante todos y dar razón de ello, sin vergüenza, ni reparo alguno: Vivir y compartir este meollo, este centro de nuestra fe, la adhesión a una persona viva, esta es nuestra fe, esta es nuestra alegría de cristiano
Y no podemos quedarnos con esta razón de nuestra Vida, de nuestra fe, tenemos que darla conocer a todos con nuestras pobres palabras y con nuestros actos de fe, de esperanza y de amor a todos, sin exclusión de nadie, todos estamos llamados a ser hijos del Padre, esta es la salvación a que estamos llamados y nos trajo el Señor..
El sepulcro vacío, pero se nos ha abierto la mente, ¡tenía que ser así!
¡ALEGRÍA! ¡ALELUYA! Al Señor nadie se lo ha llevado, esta vivo y glorioso entre nosotros.
“”Yo soy la Resurrección y la Vida….crees esto? Aquí esta nuestra salvación
Cristo ha vencido la muerte, vivamos la Vida, vivamos la Plenitud de todo y con todos, pues “este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro”” gozo, como nuestro es el Padre, de todos.
Gracias, Señor, por todo, por tu Pasión, tu Muerte y tu Resurrección
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, alegrate, porque tu Hijo vive, como rezaremos hasta Pentecostés. ¡AMEN, ALELUYA!
LA RESURRECCIÓN. SALVACIÓN PARA TODOS
Éste hecho, anunciado con antelación, fue inexplicable para muchas personas, pero ocurrió.
Quienes lo mataron habían tenido noticias de que Jesús lo había anunciado antes, al morir alguien recordó sus palabras y las autoridades decidieron colocar guardias junto al sepulcro para evitar que sus seguidores robaran el cuerpo, así pensaban evitar que después dijeran que había resucitado. El colocar guardias junto a la tumba hizo que, al resucitar, ellos fueran unos testigos fiables y que dieran testimonio de esa verdad.
Al apresarlo, los discípulos no comprendieron los hechos, abandonaron a Jesús en el momento más delicado de su vida e incluso negaron conocerlo pero cuando se enteraron que había resucitado se sorprendieron, algunos no lo creían, y continuaron escondidos. Cuando se les apareció cambiaron pues lo tocaban, comían y hablaban con Él. Estos encuentros hicieron que lo reconocieran aunque comprobaban que esa relación no era la misma que tuvieron antes de su muerte pues siendo el mismo Jesús ahora no era el de antes.
Las vivencias que tuvieron en el reencuentro con el resucitado cambiaron sus vidas de manera radical pues ahora sí los ganó para su causa de manera definitiva y pasaron de estar escondidos por temor a todo y a todos a recuperar la alegría, la valentía de hablar sin miedo, a dar testimonio de su verdad y a morir por Él.
Ellos sabían que lo ocurrido era verdad pero, como no lo habían presenciado, no lo afirmaban y sí les comunicaban las experiencias que habían vivido con Él antes y en esos días posteriores a la resurrección, vivencias que les confirmaron que Jesús era el Mesías prometido, en su condición de “Hombre-Dios”.
La resurrección transformó a Pedro de manera total pues pasó de ser un judío practicante que no se relacionaba con los paganos, una de las razones por las que no comprendía que Jesús sí lo hiciera, a ver la luz después que un pagano -el centurión Cornelio- lo recibiera con alegría en su casa. Ese encuentro lo transformó de manera total y después, cuando hablaba de Jesús, recordaba sus enseñanzas, los actos de bondad que protagonizó durante su vida pública y las vivencias finales que los apóstoles tuvieron con Él antes de marcharse con el Padre de manera definitiva. También les comunicó que los apóstoles habían recibido el encargo de predicar y anunciar que quienes creyeran en Él recibirían el perdón de sus pecados.
Pablo también habló de la resurrección, confirmando que Jesús estaba junto al Padre, les aconsejaba que siguieran su ejemplo para que, cuando se presentaran a Él, hubieran hecho bien los deberes y pudieran estar también a su lado, donde están los bienes eternos, esos que nunca caducan, y que no perdieran el tiempo aquí intentando acumular esas propiedades que nunca serán valoradas allí.
¡Ha resucitado! (I)
Al comenzar la Cuaresma me preguntaba por qué había que pasar otra vez por el sufrimiento, la muerte y la Cruz de Jesús, si vivimos en tiempo del Espíritu y Dios es presencia misteriosa y real en nuestras vidas. De repente me di cuenta que estaba siendo como Pedro, y que al igual que él, rechazaba el sufrimiento y la muerte, la pérdida de un amigo. En unos días va a morir por mí, y no termino de entenderlo, me parece una injusticia, si sólo ha hecho el bien. Dice que es el Plan de Dios, y que al tercer día volverá a la Vida. O está loco, o tiene fe.
Los días pasan, y como a la samaritana, me pides a mí que te de agua. ¿Yo a tí? Me quedo sin palabras, pero quiero conocer el don de Dios y quién eres… por eso estoy aquí, te busco en la oración, en el Evangelio, en la eucaristía, en la vida… Pusiste en mí el deseo de conocerte, de quererte y de seguirte. Me “tocaste”, dejé que curaras mis heridas, quieres que entienda qué es aquello que realmente da la Vida, que no es el agua del pozo, que es otra cosa.
Y me sales al encuentro, como al ciego, quieres que vea, que abra mi mirada… que no busque razones para lo que me sucede en la vida, pero que entienda que todo lo que me sucede puede servir para hablar de Dios. Si le dejo que me toque… y por si aún no está claro, en Lázaro me das un mensaje de esperanza, me pides que confíe… “yo sé que me escuchas siempre”: es la relación con Dios la que cambia mi vida y lo que puedo hacer con ella. Quieres que vea las infinitas posibilidades del Padre donde todo parece estar cerrado, que lleve vida allá donde otros sólo ven muerte, desolación, tristeza. Y así Lázaro podrá seguir resucitando hoy.
Se acerca la Pascua...
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