TRINIDAD-A

sábado, 27 de mayo de 2023
DESCARGAR

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 27 mayo, 2023 08:49 dijo...

DIOS Y EL HOMBRE (Jn 3,16-18)

Hay un saber, un conocimiento de la realidad, que parte de los datos ofrecidos por los sentidos y sacados de la experiencia. Se le suele llamar saber científico y, para muchos, es el único saber auténtico y fiable. Todo lo demás, según ellos, es o filosofía o fantasía. Sin negar el valor del saber científico, pienso yo, y es una opinión tan legítima como las demás, que hay otras fuentes de conocimiento que no podemos ignorar ni despreciar. La historia de la ciencia es la historia de una continua rectificación. Cuando se niega a rectificar en base a nuevos datos se convierte en dogmática. La astrofísica está revolucionando la idea que teníamos del origen y la estructura del universo; la paleontología nos obliga a revisar la historia de la evolución humana; la arqueología, la genética, etc. con cada nuevo descubrimiento corrigen al saber científico. El cambio es inherente a la ciencia. Hablar de pensamiento científico es hablar necesariamente de la visión de la realidad propia de un tiempo determinado, distinta de lo que fue en el pasado y distinta de lo que nos depara el futuro. Decir que el único saber fiable y legítimo es el saber científico es, en el fondo, una contradicción.

Todo esto me viene al pensamiento al hilo de la idea de Dios. El científico piensa, y no es equivocado, que no puede recurrir a él a la hora de explicar la realidad, por ser eso más propio de la mitología y de la religión. Lo cual no significa que, desde la ciencia, se pueda negar su existencia. La idea de Dios pertenece a otra esfera del saber, tan legítima y necesaria como la del saber científico: la que busca más allá del dato que ofrecen los sentidos. Es cierto que la realidad de Dios siempre será mayor que la idea de Dios que el hombre tiene y que, por tanto, nadie puede pretender conocerlo absolutamente. Por eso es el Innombrable. Y el cristianismo no es una excepción.

Lo cierto es que la Biblia nos dice de Dios, no lo que necesitamos saber de él, sino lo que necesitamos saber de él para conocernos a nosotros mismos. Cuando dice que el hombre ha sido creado a su imagen y semejanza, se establece un principio: el hombre sólo puede comprenderse a sí mismo si se mira en Dios. Y cuando dice que Dios es amor, no está definiendo la esencia de Dios, sino la esencia del hombre: sólo llegará a ser él mismo cuando descubra que su ser más profundo es el amor.

“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que todos los que creen en él tengan vida eterna”. Esta es la clave del pensamiento cristiano sobre Dios y la clave de la antropología cristiana. Dios es amor que ama y, por ello, salva. El hombre sólo se salva siendo amor y amando. La ciencia puede no entender este lenguaje, pero eso no significa que éste sea un lenguaje superfluo.

juan antonio at: 27 mayo, 2023 09:46 dijo...

FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD A 2023

Hoy como dice un autor, más que una fiesta dedicada a Dios, celebramos a un Dios que es una fiesta todos los días, pues la fiesta, una fiesta es siempre alegría, relación, vida amor y el creyente es el que se ha sentido invitado a esa fiesta que es Dios.
Hoy se debería celebrar esa fiesta que es Amor, pues así se autodefine Dios en la primera lectura:
“”Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad”.

S. Pablo nos dice “Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros”

El evangelio nos dice que “”Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”

Todas las lecturas nos habla del Dios Amor y esa es la fiesta, la del Amor de Dios, que nos creó, que se reveló en el Hijo, y con la fuerza del Espíritu nos encomendó la construcción del Reino: no escarbemos más, no investiguemos, no busquemos razón alguna, pues no podemos llegar a la altura, la hondura y la inmensidad de una revelación que tenemos en nosotros, que vivimos en nosotros y que tenemos que hacer vivir en todos los hombres y mujeres de este mundo, por nuestro testimonio y Vida, el Dios Amor que nos impulsa.

No es cuestión de demostrar, no es cuestión de explicar como un tema de clase, es una cuestión de Amor, clemencia y lealtad: y todos los que nos llamamos seguidores de Jesús, lo hemos experimentado en nuestras vidas,
--- hemos vivido ese Amor, cuando tantas veces nos hemos alejado de la casa del Padre;
--- hemos vivido la clemencia, la misericordia de Dios cuantas veces hemos tropezado y caído en la mitad del camino en manos de nuestras pasiones;
--- hemos comprobado su lealtad al no rechazarnos por nuestras infidelidades, por nuestros becerros de oro, que desgraciadamente han sido o es más de uno.

Esto es lo que tenemos que celebrar y lo tenemos que celebrar como hijos, haciéndonos pequeños, débiles, poniendo nuestra confianza en quien nos espera, poniendo nuestros ojos en quien nos quiere, en aquel que desde Belén al Calvario, nos dio una nueva Vida, un nuevo modo de vivir y caminar en este mundo hasta la Plenitud en la finitud de los tiempos: vive a Dios, vive con Dios, vive en Dios y vivirás y amarás con el hermano, en el hermano y al hermano: todo por la fe que se nos ha dado y que debemos cultivar y pedir, pues solo no podemos hacer nada……, estamos en las manos de Dios, creamoslo, vivamoslo y demos las gracias por ello.

Día de la Santísima Trinidad: cuantas veces decimos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, siempre al empezar todas las cosas y al terminar todas las cosas, pero ¿como lo hacemos? es la rutina, un rito más, una cosa más, un algo que debemos realizar, al levantarte, rezar, comer, salir, iniciar la misa, terminar la misa: es un instante precioso para acordarte de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo: del Dios Amor:

“La gracia del Señor Jesucristo, el Amor de Dios y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con todos vosotros” con esta plegaría iniciamos la Santa Misa y con la bendición en el mismo nombre la terminamos: sería cuestión de preguntarnos qué traemos a la Eucaristía y que nos llevamos de ella: es la oración de la Iglesia, la celebración de la Cena, el compartir, el vivir con todos, con toda la humanidad, la fraternidad de Dios.

Es así? ……..Ahí lo dejo

Señor, gracias por todo

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a vivir en alegría con Dios Amor. ¡AMEN!.

Maite at: 31 mayo, 2023 22:29 dijo...

Hasta Moisés, en un momento dado de su relación con Dios, deseó, con toda su alma, ver su rostro. Después de todo, la misma Escritura nos dice que Dios hablaba con él cara a cara, como habla un hombre con su amigo. No le fue concedido tanto; probablemente, porque Dios carece de un rostro físico, pero sí vio lo suficiente: su compasión y misericordia, su clemencia y lealtad. Moisés fue, qué duda cabe, un enamorado de Dios y, con su pueblo, el hombre de más aguante del mundo; según nos dice también la Escritura. Tal vez, porque en ese pueblo de dura cerviz, con todas sus culpas y pecados, veía, todos los días, la bendita presencia de Dios por la que tanto suspiraba.

Nosotros conocemos bien el rostro de Dios que nos ha revelado Jesús: es el que tanto ama al mundo; quien no tiene como cometido propio juzgarlo, sino salvarlo. Dios es la fuente y el origen de la vida, del amor y la paz, la gracia y la comunión, de la dignidad de todo lo creado. Y precisamente por eso, nunca podrá imponerse ni imponer nada de ello. Solo ofrece, invita; y en nosotros está el acoger, aceptar, abrirnos o no.

Quien se decide a hacerlo, a abrir las puertas de par en par, a darle entrada, recibe el mayor de los regalos: Dios mismo pone en él su morada. Si alguno me ama, guardará mi Palabra; y vendremos a él, y haremos nuestra morada en él.

Mirando y escuchando a Jesús sabemos, además, cómo y dónde encontrar el rostro de Dios. En el mismo lugar que el buen samaritano: en el herido en el camino. Lo encontramos en cada hermano y sabemos qué hacer: lavar sus pies. Y en esa dinámica de amar y ser amados recreamos la que se da en Dios Trinidad o Comunión de Amor. Es la mejor manera de adorar a Dios.