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sábado, 28 de junio de 2025
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2 comentarios:

{ Maite } at: 30 junio, 2025 19:30 dijo...

MUCHA MIES. POCOS OBREROS, PERO BUENOS.
¿Cómo traducir hoy las palabras de Jesús? ¿Cómo guardarlas sin menguar la exigencia? ¿Cómo creer que van dirigidas a nosotros, hombres y mujeres de a pie, en ciudades y pueblos, con un ritmo de vida que excluye la itinerancia?

En estas condiciones, y cada cual con su realidad, estamos llamados a ser obreros de la mies del Señor. Seguimos siendo pocos, y la mies mucha, así que la determinada determinación de Santa Teresa ha de mantenerse intacta. Como Pablo, la evangelización, el testimonio de la fe, se lleva a cabo a partir de una pasión ardiente, desde un corazón enamorado de la persona de Jesús y su proyecto de vida: el Reino. Por eso, la audacia, la alegría, el respeto al proponer, que no imponer, serán notas distintivas del anuncio.

Ponerse en camino supone mucho más que echar a andar. Conocemos el camino a seguir y adónde nos lleva: Jesús. Necesitamos salir de nosotros mismos, nuestras seguridades y apoyos, nuestra comodidad, adentrarnos en territorio inexplorado, con apertura de mente y corazón, dispuestos a acoger toda realidad y a todos, a escuchar los signos de los tiempos que señalan la presencia del Espíritu.

Somos gente austera que valoramos, como un tesoro, lo que tenemos; y luchamos para que la riqueza del mundo esté mejor repartida y llegue a todos. Nos comprometemos con la ética más elemental en el uso y disfrute de las cosas y cuidamos nuestra Casa Común, que no debe ser objeto de saqueo sino de una buena administración.
Somos gente de paz, de brazos abiertos, de palabras suaves, conciliadoras y reconciliadoras. Sanadores y cuidadores que pasamos por el camino aliviando a los demás de sus cargas, restañando heridas; restauradores de brechas y constructores de puentes. Libertadores de toda opresión, depresión y abuso, manipulación y maltrato de cualquier tipo. Un obrero del Señor es Jesús mismo que pasa.

Es cierto, la mies es mucha, incontable; y los obreros somos pocos, débiles y pequeños, frágiles y vulnerables. Pero queremos darlo todo, del todo y hasta el final.


Paco Pérez at: 01 julio, 2025 19:30 dijo...

SEGUIR A JESÚS… ¿QUÉ IMPLICA?
Cuando Jerusalén fue arrasada sus habitantes fueron deportados a Babilonia, Dios no los abandonó y el profeta los animaba y fortalecía con noticias de esperanza para que confiaran en el Señor.
Pasaron los años, se cumplieron sus mensajes y la religiosidad entró en la fase definitiva… ¡Seguir a Jesús!
Hacerlo, fue y sigue siendo, trabajar por el Reino de Dios, una decisión personal que empuja, a quienes lo hacen, a abandonar todo aquello que da seguridad en la vida.
Vino Jesús y, cuando consideró que la fase preparatoria había concluido, les propuso comenzar la evangelización y los envió de dos en dos.
Les aconsejaba sobre qué debían hacer y qué no, predicar siempre la verdad, dar testimonio con hechos, realizar curaciones y llevarles la paz.
Al regresar le comunicaban sus experiencias pero Él les recomendaba que fueran prudentes porque lo que realmente cuenta es que nuestras obras las ve y anota el Padre.
La evangelización nunca fue, ni es, responsabilidad de unos pocos sino de todos los que se sienten sus seguidores, escuchan su llamada y se entregan a esa labor silenciosa sabiendo que nunca tendrán lo que la sociedad desea: Comida, calzado, dinero, vivienda… Así, liberados de esas ataduras, lo harán confiados en que serán bien recibidos aunque saben que si evangelizar puede regalar solidaridad y apoyo también puede ocasionar rechazo y persecución.
Los discípulos de Jesús saludaban proclamando la “paz” en su verdadera dimensión: Compartiendo, curando a los enfermos, liberando a las personas de sus tormentos y transmitiendo la buena noticia… ¡La venida del “Reino de Dios” está próxima!
Pablo, como evangelizador, viajó sin descanso formando comunidades cristianas y orientándolos, lo hacía con radicalidad porque rechazaba la actitud de quienes buscaban el encumbramiento personal y les argumentaba que el único premio que debían buscar es el que se nos regaló con la entrega de Jesús en la cruz. También les proponía no perder el tiempo organizando su vida religiosa con preceptos que les hacían cumplir con lo que no es religión y pasar de largo ante lo que sí es esencial, cambiar de actitud y comportamiento… ¿Reflexionamos sobre los cumplimientos que en nuestros tiempos hacemos, siendo sólo tradiciones, y pisoteamos los que Jesús sí enseñó?