TRINIDAD-C

sábado, 7 de junio de 2025
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3 comentarios:

Paco Echevarría at: 07 junio, 2025 08:38 dijo...

DIOS Y LO HUMANO (Jn 16,12-15)

El misterio de la Santísima Trinidad –Dios es uno en una triple manifestación– resulta a muchos un misterio poco útil y así es si tratamos de comprenderlo desde la lógica matemática, es decir, como si se tratase de un teorema que hubiese que explicar. Pero la revelación cristiana no es un ejercicio de clarificación de misterios ocultos con el objetivo de satisfacer la curiosidad humana, sino la manifestación de claves existencia¬les, es decir, de una verdad que ayuda al ser humano a descubrir su esencia y a vivir humanamente. No en vano dicen las Escrituras que el hombre está hecho a imagen de Dios. En definitiva, de lo que se trata no es de conocer el misterio del Dios, sino de conocer el misterio del hombre y de su existencia en el mundo. La verdadera pregunta no es cómo se entiende el misterio de la Sma. Trinidad, sino para qué se nos revela ese misterio.

Decimos que Dios es uno, no que sea un solitario, un ser ensimismado, encerrado en sí mismo, desconectado de todo lo que no sea él. Sería como divinizar el egoísmo. Dios es comunión, es decir, no es un yo sin un nosotros. Y ésta es la primera clave de nuestro ser y de nuestro existir. Sólo podemos ser nosotros mismos con los demás. Quien se encierra en sí mismo se hunde en el pozo profundo de la neurosis. Quien mira hacia el fondo se hunde cada día más. Sólo quien mira hacia lo alto y hacia afuera puede salir de esa enfermedad de la mente y del espíritu que es el ensimismamien¬to.

Decimos que es Padre-Madre, es decir, origen y fuente de la vida, amor que se da, que se entrega, que se comunica. Es donación. En el gesto fecundo de darse encuentra el ser humano lo mejor de su esencia. No hay gesto más humano ni más dichoso que el de dar la vida que uno es. Me pregunto si la cultura del sexo sin riesgos –es decir. sin la complicación de los hijos– es un camino hacia la felicidad o, por el contrario, un callejón sin salida. Decimos que Dios es Hijo, es decir, el amor pasivo, el amor que se acepta, que se recibe. Es la acogida. Se trata de reconocer la otra cara del amor, aquella que nos permite ser amados y gozar en ello. Puede decirse que el ser humano es alguien que abraza y es abrazado, porque sólo en el abrazo mutuo está el ser completo. Lejos de nosotros la autosuficiencia del que cree que se basta a sí mismo. También éste es un solitario. Y decimos que Dios es Espíritu, es decir, vida. Es el amor en sí mismo, la corriente vital que fluye entre aquellos que se abrazan, la conciencia de la unidad más allá del ser de cada uno.

Dios es Trinidad y lo es el ser creado a su imagen. Tal vez a alguno le parezca poesía, pero una poesía destinada a iluminar la tosca prosa de la realidad. Dios es donación, acogida y amor. El ser humano o es eso o no es nada.

Francisco Echevarria.

{ Maite } at: 10 junio, 2025 23:04 dijo...

TÚ EN MÍ Y YO EN TI
Si contemplamos el misterio de la Trinidad es para hacerle hueco, espacio y lugar en nuestra vida de cada día. Jesús nos revela el rostro amoroso del Padre y el Espíritu nos recuerda y actualiza todas las palabras y obras de Jesús. Nos lleva, a través de Jesús, al Padre. Nos conforma con él para que, al mirarnos, Dios nos reconozca como hijos.

Y este misterio de amor, que se da y se recibe, pone su morada en lo más profundo de nuestro ser. Es lo que promete Jesús a quienes le aman y guardan su palabra. El mejor cielo para la Trinidad es el de nuestra alma y, desde entonces, ahí encuentra ella el suyo ya en esta tierra.

Decía Santa Teresa que allí donde se halla el rey está la corte. Es decir, Dios nos habita, y en él poseemos, entonces, el cielo. Es lo mismo que afirmará, siglos más tarde, otra carmelita, Isabel de la Trinidad, que aseguraba haber encontrado su cielo en la tierra cuando se hizo consciente de la presencia de Dios en ella. Santa Teresa dibujará todo un recorrido a través de siete moradas interiores, hasta llegar allí donde está el rey, Dios. E Isabel dirá que este descubrimiento iluminó toda su existencia. Estaba segura de poseer, ya en la tierra, lo que nos espera después de esta vida.

Otros místicos, los que más y mejor experiencia de Dios han tenido durante su vida, llegan a percibir que Dios está en ellos y ellos en Dios. Supone la forma más alta de comunión con Dios y en él que se puede alcanzar aquí. Y esta experiencia, lejos de alejarlos de los demás, los lleva a descubrir a Dios igualmente presente en ellos.

Dios, misterio de Amor, nos llama a la experiencia y compromiso del Amor. Un Amor que se entrega, se da, se comunica e irradia por su propia naturaleza. Un amor que, como también describirá Isabel de la Trinidad, nos consume, de manera que toda nuestra existencia se destila gota a gota por la Iglesia. Por todos.

Paco Pérez at: 14 junio, 2025 13:34 dijo...

LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Nos preocupamos de encontrar una explicación a los misterios y también lo hacemos con la Santísima Trinidad pero al indagar olvidamos que, si no es fácil comprender lo humano… ¿Cómo vamos a comprender bien las cosas de Dios?
Tal vez, lo más aconsejable no sea centrarnos sólo en la comprensión del misterio sino en vivir a diario practicando las enseñanzas recibidas sobre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Después, es posible, que conozcamos mejor la clave del misterio.
El Padre se muestra, desde siempre, en el día a día de las personas y por eso descubrieron que un ser superior estaba detrás de todo, comenzaron a mirar al cielo y surgieron las religiones y los rituales para corresponderle y ganarse sus favores. Esa religiosidad estuvo alejada de la realidad de Dios hasta que el Padre se manifestó a Moisés.
En su momento, nos envió a Jesús-Hombre para que ayudara y enseñara a las personas el verdadero camino, murió, resucitó y, con su Ascensión, retornó glorioso al cielo como Hijo de Dios. Antes de marcharse, nos dejó el Espíritu Santo para que siempre estuviera a nuestro lado ayudándonos.
Si la predicación del Misterio no se hizo o hace acertadamente se entorpece la recepción del mensaje y eso ocasiona que no percibamos acertadamente que Dios es bueno y ama a todas las personas. Opino así porque a los mayores se nos enseñó: [Dios es nuestro Padre, premia a los buenos y castiga a los malos.]… ¿Así era y es Dios?
Siempre fue y es lo contrario, amar a todos igual, aceptarnos totalmente con nuestras virtudes y defectos - aunque lo insultemos-, y nunca discrimina por posición social, raza, religión… ¿Somos nosotros como Él?
La condición humana de Jesús debió facilitar a la comunidad su aceptación y la comprensión del mensaje, rectificar y perdonar las ofensas para que el Padre nos perdone las nuestras, no lo comprendieron y lo rechazaron. Hoy… ¿Lo entendemos o seguimos rechazándolo?