16 SEPTIEMBRE 2012
DOMINGO 24-B
MARCOS 8,27-35. Tú eres el Mesías. El Hijo del hombre tiene que padecer
mucho.
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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EL CAMINO DE LA RENUCIA (Mc 8,27-35)
Cuando emprende el viaje que culminará con su muerte en Jerusalén, Jesús exige a los discípulos que se definan sobre él. La pregunta que les formula es la gran pregunta que todo cristiano ha de hacerse: ¿Quién es Jesús para mí? Es verdad que -a nivel humano- podemos distinguir entre la persona y la tarea, entre el ser y el hacer. Pero no así en el caso de Jesucristo. Creer en su persona -como el Hijo de Dios- es creer en su misión -como salvador-. Creer en él y creerle a él van necesariamente unidos. Eso fue lo que Pedro no entendió. Creía en Jesús como Mesías, pero no aceptaba el camino del Mesías: ser condenado a muerte, ser ejecutado y, más tarde, resucitar. Se resistía a aceptar que el sufrimiento -el fracaso, la humillación y la muerte- es el modo de llegar a la vida. En definitiva: el problema de Pedro era rechazar el camino de la humildad como camino de salvación. Es la misma propuesta que le había hecho el diablo en el desierto: convertir las piedras en pan, utilizar el poder del mundo y manifestarse gloriosamente en el cumplimiento de su misión. Es satánico procurar la eficacia y éxito a cualquier precio. Pedro era hijo de su tiempo y de su pueblo y esperaba -como todos- un mesías guerrero, que fuera la manifestación del poder de Dios en favor de Israel. Pero Dios tiene otros planes y otro modo de hacer las cosas.
Y, para evitar equívocos, muestra el camino del seguimiento. Sólo puede ser de los suyos quien está dispuesto a la renuncia, a aceptar la cruz que ello conlleva y seguir sus pasos hasta el final. El principio es bien claro: quien se aferra a la vida la pierde; sólo se salva quien la entrega. Es el camino del Mesías y también el camino de la vida, que es tanto como decir, el de la dicha y la felicidad verdaderas. La vida -como la semilla- sólo tiene sentido cuando se pone al servicio de una meta mejor. Sólo así el grano se convierte en espiga y la vida logra un “para qué”, es decir, un propósito, un sentido, una meta. Con frecuencia olvidamos que no es el origen sino la meta lo que alumbra nuestra existencia. No es saber por qué estamos aquí, sino conocer para qué hemos venido al mundo lo que da valor a la lucha diaria y al esfuerzo continuo. A los jóvenes se les suele preguntar erróneamente ¿qué esperas de la vida?, cuando la verdadera pregunta -la que señala el camino verdadero en las encrucijadas, en los momentos de las grandes decisiones- es ¿qué espera la vida de ti? Algunos piensan que todo es azar y -por ello- capricho de un destino ciego y muchas veces cruel. Yo creo que es más bien providencia de un Dios que nos espera detrás del horizonte y nos anima a recorrer el camino sin dudar y sin desfallecer. La vida no es fácil -porque es grande la lucha que conlleva el vivir-, pero no tiene por qué ser absurda. Sólo quien posee un “para qué” supera el absurdo del “por qué”. Sólo quien conoce la meta soporta la dureza del camino. Jesús va por delante dando ánimo y ejemplo. Sólo nos queda seguir sus huellas.
FRANCISCO ECHEVARRÍA
Si a Jesús le interesa saber quién es para nosotros es porque la respuesta de cada uno es muy importante, en primer lugar, para quien la da. De ella depende como nos situamos ante nosotros mismos, ante Dios y ante los demás, y es determinante en nuestra vida con las decisiones, elecciones y actitudes que vayamos a adoptar a lo largo de ella.
Saber quién es Jesús para mí me irá capacitando más y más para saber quién soy yo de verdad y quienes los demás, porque Él transforma poco a poco el corazón y la mirada.
Para saber quién es Jesús para mí necesito entablar y mantener con Él un trato amistoso e íntimo, fiel y constante, frecuente y entrañable. Buscarle y encontrarle en la Escritura, contemplarle y seguirle en los evangelios, hacerle protagonista de mi vida y el diario acontecer. Y así, a lo largo del sendero, será para mí el Buen Pastor, el amo de mi viña, mi sembrador, mi camino, mi verdad y mi vida, mi luz y salvador, mi alivio, mi descanso y mi consuelo, mi apoyo y mi alegría, mi tesoro y mi amor, mi Señor.
Y yo me encontraré a mí misma por encima del pecado, mis errores y fragilidad, mi limitación y oscuridad. Y entenderé que mi verdad no está ahí, sino en la realidad de ser amada y transformada, redimida por Él. Descubriré que ya no tienen cabida en mí el rencor y las protestas, las quejas y lamentos, los juicios y condenas, porque estoy llamada a ser luz en el Señor, y con Él la fuerza está dentro de mí.
Conoceré a los demás como son: hermanos míos a quienes servir y acompañar, por quienes dejarme ayudar y en los que confiar, porque reconoceré en ellos a Jesús por mucho que se pueda ocultar. Y los sabré profundamente amados por Él y dignos de mi amor y perdón.
Si sé quién es Jesús para mí, la vida dejará de ser un reto y un desafío a muerte para convertirse, todos los días, de la mañana a la noche, en gracia y bendición. Y aprenderé a adorar y alabar en medio de cualquier dificultad, porque del amor de Jesús nada ni nadie me puede separar.
Conocer a Jesús nunca fue tarea fácil. Los que estaban a diario con Él tuvieron dificultades y hoy es más complicado porque si la proximidad con sus hechos portentosos no les dio el conocimiento exacto de su dimensión, la dualidad hombre-Dios, al distanciarnos en el tiempo lo hace más difícil.
La faceta itinerante de Jesús es otra de sus lecciones, no hay caminos establecidos porque se forjan con el ir y venir de las personas. Jesús lo enseña caminando de un núcleo urbano a otro y lo hacía porque sabía, supongo, que tenía poco tiempo para mostrar a los hombres el “Reino de Dios”.
Nosotros caminamos sin rumbo fijo porque: no tenemos una hoja de ruta precisa, no hemos aprendido el valor del tiempo y creemos que seremos eternos. Por ello las cosas del Padre no ocupan nuestra prioridad y las dejamos para la ancianidad. Jesús, desde niño, sí se preocupó y por eso se quedó en Jerusalén trabajando para su causa.
Jesús no se preocupaba por la cantidad y sí por la calidad, sin hacer clasificaciones y rechazos. Si lo explicamos en términos agrícolas diremos que el agricultor debe de hacer la siembra con semillas certificadas para así poder obtener después cosechas de alto rendimiento y calidad.
Los dirigentes (la mayoría) de su IGLESIA nunca entendieron, ni entienden, su filosofía de sembrador cuando evangelizan. Aplicaron y aplican un camino diametralmente contrario, la MASIFICACIÓN. Este proceder falla en lo fundamental, se alimenta de actos multitudinarios y carece de sentido comunitario. Opino así porque les preocupa dar imagen y no el cómo dar solución a los problemas reales del hombre.
El poder de Jesús estuvo y está limitado por el hombre. Difícil de entender pero cierto. Estamos acostumbrados al mercadillo que es nuestra religión, ya lo era en sus tiempos y por eso nos mostró el camino al violentarse con los mercaderes. Seguimos impulsando las movilizaciones de masas que buscan hechos portentosos. Después, a su alrededor, se genera lo que Él rechazó y que nosotros abrazamos a pesar de dejarnos ese camino ya andado para que circulemos por él sin tropezar. Todo esto ocurre porque no tenemos FE y lo peor de todo es que nos movilizamos porque creemos en esos hechos y no en lo que Él nos enseñó. Así es como limitamos el poder de Jesús y no lo expansionamos.
No me cansaré de repetir que nuestro CAMINO está diseñado en la Biblia y que el que los hombres diseñan no nos puede enganchar tanto que nos haga olvidarnos del verdadero.
La humanidad de Jesús no es imitada por el hombre cuando alcanza una posición social de privilegio, el más grande se presentaba como el más pequeño. Nos descubre que tenemos que enseñar nuestra creencia asequiblemente. Si alguna vez no le entendieron sus palabras fue porque la parábola no necesitaba más detalles y sus palabras ininteligibles de entonces eran para los hombres del futuro y le guardaban el camino o muestra de su grandeza.
Isaías anunciaba que seguir a Dios es duro y que Él lo tiene todo previsto, desde siempre, en su PLAN para el hombre. Cuando llego a este puerto atraco el barco, lo hago porque mi entendimiento no puede seguir navegando hasta el siguiente paso, la EXPLICACIÓN del papel que juega el hombre en el rumbo que toman para él, en un momento puntual, los acontecimientos que le hacen “llevar la cruz del seguimiento”.
Considero que es el momento de confiar en Dios, pedirle su protección, reflexionar sobre el camino seguido y trazar en nuestro actuar un nuevo rumbo.
Santiago clarifica la FE y nos muestra qué hacer. Nosotros llamamos fe a los actos rutinarios que no comprometen a nada, sólo cumplen el papel de adormidera espiritual. Por no presenciar a diario hechos portentosos nuestra fe es una palabra y no el motor impulsor del cristianismo. Si no actuamos el saldo de la fe estará en negativo. Si actuamos será como una droga y tendremos mono cuando dejemos de practicarla.
Mi problema como cristiano está en que ese mono lo siento, más frecuentemente, con las cosas terrenales y, con las de Dios también lo siento, pero me gustaría que fuera en otra dimensión más elevada de compromiso.
Hoy Jesús nos hace esa gran pregunta de ¿quien soy yo?.
Pregunta que debemos responder desde nuestro interior, y llevarla al experior, pues no podemos permanecer callados en esta sociedad permisiva y de espalda a lo trascendente.
Y nuestra voz, tiene que ser voz de vida, de vida seguida con el estilo de Jesús, que se nos va dando con los pasajes del Evangelio que día a día debemos meditar y ponerlo en el centro de nuetro dia y así hoy Jesús nos pregunta ¿Quien soy para tí?
Pregunta que contestariamos con la facilidad de la rutina pero que no se compadecería con nuestra vida, por eso tenemos que ir poco a poco,día a día haciendo nuestro el estilo de Jesús y desde ese meditar, contestar a Jesús, quien es para mi y puede que nos ayude pensar qué somos para Jesús, y quizas en ese encuentro tenganmos la respuesta.
Nuestro día a día tiene que estar marcado por el Evangelio u así el jueves nos daba el pasaje de Lucas (6,27-389, amad...,haced el bien, ...., bendecid, rogad...., poner las mejilla, dar el mando, dar sin esperar.....
Hoy en la segunda lectura nos pide coherencia de vida y fe, sobre todo en obras de amor con los privilegiados de Dios, pues siempre nos da miedo dar, damos pero guademos por si..... y no nos acordamos de.... los pajarillos ni siembran ni siegan.....
S. Pablo decía en una de las cartas a Timoteo, "sé de quien me he fiado", y yo, nosotros, ¿tenemos esa fe grande, esa confianza total para contestar a Jesús? o una vez más, un año más pasará por nostros Jesus y seguirá esperando nuestra contestación.
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