DOM-18C

sábado, 27 de julio de 2013
4 AGOSTO 2013
DOMINGO 18-C


LUCAS 12,13-21. Lo que has acumulado, ¿de quién será?

3 comentarios:

Paco Echevarría at: 27 julio, 2013 11:01 dijo...

LA AVARICIA (Lc 12,13-21)

Son siete las necesidades del ser humano y satisfacerlas de un modo adecuado viene a ser la tarea fundamental de la vida. Las tres primeras tienen que ver con el mundo material. Son la necesidad de bienes que garanticen nuestra supervivencia y nos den seguridad; la necesidad de gozar del don de la vida en medio de las dificultades; y la necesidad de realizar nuestros proyectos que nos proporciona confianza en nosotros mismos y eleva nuestra autoestima. La cuarta es la más humana: se trata de la necesidad de amar y ser amado. Cuando es rectamente satisfecha, nos introduce en el ámbito de las necesidades espirituales, que nos acercan al mundo de lo sobrenatu¬ral. Las tres últimas son: expresar nuestro mundo interior –ser creativos–, comprender la verdad de la existencia y alcanzar la sabiduría por la que comprendemos nuestro destino último y el sentido de la vida.

Las tres primeras son –como las restantes– necesidades fundamentales del ser humano, pero encierran un peligro: cualquiera de ellas puede atrapar el corazón e impedir el progreso del espíritu hacia estados superiores. Quien queda atrapado en la primera es víctima de la codicia. Su vida no tiene otro objetivo que acumular riquezas y bienes. Quien se deja dominar por la segunda cae en el hedonismo, en la búsqueda compulsiva del placer y se vuelve incapaz del sacrifico, la renuncia o el esfuerzo. El esclavo de la tercera tiene un desmedido afán de poder. Su objetivo es dominar el mundo. Lo paradójico de la vida es que, siendo tres necesidades, son tres posibilidades y, a la vez, tres riesgos, aunque, la más peligrosa es la primera.

Jesús dice, refiriéndose a ella, que es de necios acumular riquezas para uno mismo y no ser rico ante Dios y el autor de los Proverbios hace gala de equilibrio y sensatez cuando pide: "Señor, no me des riqueza ni pobreza, sólo lo necesario para vivir" (30,8).

La verdad es que resulta extraño este lenguaje en Occidente, dado que es un mundo atrapado en las tres primeras necesidades. Pero creo que ya es hora de empezar a hablar del callejón sin salida en el que estamos metidos. Porque ¿a dónde nos está llevando la idolatría del dinero, el afán de placeres y el ansia de poder? ¿Acaso a un mundo más humano y feliz? En el siglo pasado hemos creado la utopía del progreso y de las libertades y hemos caminado hacia ella, pero al final lo que encontra¬mos es un mundo de ricos muy ricos y pobres muy pobres, donde las libertades individuales son encadenadas por los violentos y los poderosos y las nuevas generaciones, víctimas del vacío existencial, tratan de disfrutar a tope porque nadie les ha mostrado otra felicidad. Necesitamos desandar el camino y situarnos en el sendero adecuado. Quienes lo muestren serán los verdaderos bienhechores de la humanidad.

Maite at: 30 julio, 2013 17:26 dijo...

Jesús enseña en qué consiste el Reino de Dios y cuáles son las actitudes de sus discípulos; se revela como Camino a seguir, Verdad y Vida. Pero no ha venido a dirimir contiendas entre hermanos ni nada que tengamos que solucionar por nosotros mismos.

Sí nos advierte contra toda clase de codicia y recuerda que la vida de uno no depende de sus bienes. No es que sean malos, sí lo es poner en ellos la seguridad y la confianza. Los bienes verdaderamente deseables son los definitivos, los de allá arriba, los únicos dignos de que aspiremos a ellos, del anhelo de nuestro corazón. Pablo incluye la codicia y la avaricia entre las idolatrías o llamar dioses a los bienes y poner nuestra persona y capacidades, nuestros afanes, a su disposición. Todo eso ha de estar al servicio de los hermanos y no al nuestro exclusivo, como el hombre rico del evangelio. Para un seguidor de Jesús la mayor de las vanidades es pensar en acumular riquezas para sí mismo y no para ser rico ante Dios.

La vida no depende de los bienes. Acumular forma parte de la vieja condición humana y sus obras; en cambio la nueva se va renovando como imagen del Creador, que va derramando gracia y hermosura a su paso, dejando a todas las criaturas vestidas de sí mismo (San Juan de la Cruz)

Cristo nos ha sido entregado por el Padre. Él es nuestro bien y riqueza ante Dios; quien da sentido a nuestra vida con todos sus afanes y trabajos bajo el sol, sus dolores, penas y fatigas. Y la causa y motivo de nuestra acción de gracias, alabanza y bendición.

Juan Antonio at: 02 agosto, 2013 20:05 dijo...


La Palabra de Dios en su Evangelio, sobre todo, nos trae la cuestión de la riqueza y rico no es solo el que tiene mucho, rico también es el que no comparte, sea lo que sea lo que tenga, pues el rico para Jesús es que se desprende de lo que tiene, como nos dice el versículo 33 de ese mismo capítulo 12 de Lucas.
Hoy estamos hablando de pobres, de la Iglesia de los pobres y para los pobres, sobre todo desde la elección del Papa Francisco, que nos da signos de austeridad y desprendimiento en sus actos y el último que me ha llamado la atención es el llevar él mismo su cartera camino del avión de regreso a Roma desde Brasil, insignificante, pero que destaca la condición de su persona.
Hablamos de los pobres y la pobreza no desaparece; hablamos de compartir y todo es miseria lo que damos; hablamos de entrega pero no de entregarnos.
La Iglesia debe ser Iglesia de los pobres y para los pobres, pero la Iglesia no se desprende de los bienes que tiene y siempre se habla de que son patrimonio de todos y para todos, y……. y….., excusas y siempre excusas, pero las riquezas están ahí y eso es una evidencia.
Predicamos pero no damos trigo, como dice el refrán y como resultado de ello es que no somos consecuentes con el seguimiento del Jesús en que decimos creer y su buena noticia, Jesús y el reino de Dios, que no es más que nuestra conversión para que el mundo a su vez, se convierta y sea justo, en paz y solidaridad.
Termino con el salmo, “por la mañana sácianos de tu misericordia y todo el día estaremos alegres” y para ello tenemos que ser misericordioso como Jesús, que hace tres semanas nos decía, ve y haz tú lo mismo.