8 SEPTIEMBRE 2013
DOM 23-C
LUCAS 14,25-33. El que no renuncie a todos sus bienes, no puede
ser discípulo mío.
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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3 comentarios:
VALOR Y SENSATEZ (Lc 14,25-33)
Al contrario de lo que suele hacerse, Jesús no habla a quienes le siguen de las ventajas, sino de los inconvenientes del seguimiento. Es consciente de que muchos de sus acompañantes no saben realmente dónde se están metiendo. Sus palabras suenan a exageración y máxima exigencia: no puede ser discípulo suyo quien no pospone lo más querido de este mundo. Quien se vincula a Jesús no puede tener otras ataduras. Él tiene que ser lo primero. Es verdad que no dice que haya que abandonar a la familia. Pero deja claro que hay que estar dispuesto a hacerlo.
El mundo en el que vivimos es un mundo de arreglos, pactos y compromisos. Lo cual no tiene por qué ser malo, siempre que no exija renunciar a los propios principios. Irenismo se llama eso de transigir en aras de la tranquilidad. Significa paz falsa y, tarde o temprano, como todo lo falso, se quiebra. Pero tal vez, hoy día, el problema peor no sea que se dejen de lado los propios principios –lo cual supone que se tienen–, sino no tener principios. La cultura actual ha hecho de la utilidad uno de los valores fundamentales y no parece que entren en esa categoría los valores éticos y morales que son la fuente de la que brotan los principios que luego se concretan en normas de conducta. Hoy muchos van a lo que salga. Actúan en cada momento según se les antoja, según su conveniencia, beneficio o disfrute, sin importarle las consecuencias que de ello se deriven para sí o para los demás.
En este contexto, las palabras exigentes y radicales de Jesús suenan a exageración. Pero ¿no ocurre con harta frecuencia que reaccionamos de la misma manera cada vez que alguien hace una opción que compromete radicalmente su vida? Cada vez que alguien abraza la vida religiosa o contrae matrimonio o forma una familia numerosa aparece el chistoso de turno que expresa en voz alta lo que muchos piensan en voz baja: que es una barbaridad en estos tiempos asumir compromisos semejantes. Olvida la sociedad pragmática y utilitarista que los grandes hombres lo son gracias a sus grandes decisiones. La falta de compromiso y de decisión sólo crea espíritus mediocres.
Esto no quiere decir que una gran decisión no deba ser sopesada. Sería insensatez y grave error decidir sin medir las propias fuerzas. Por eso Jesús, después de exigir renuncia a todo, invita a pensar en la propia capacidad. Es una necedad empezar a construir una casa sin tener los medios necesarios o emprender una guerra sin conocer el poder del enemigo. Los lanzados terminan o haciendo el ridículo o derrotados. A quienes le siguen, Jesús pide renuncia y prudencia porque la recta conducta se edifica sobre la reflexión y el valor. No todos tienen capacidad para cargar con la cruz y subir con el Nazareno hasta el calvario. Muchos sólo pueden mirar y lamentarse. Quienes se sientan llamados y capaces pueden considerarse unos elegidos. Pero la elección, más que un honor, es una carga.
Francisco Echevarría
Según San Lucas en aquel tiempo mucha gente acompañaba a Jesús. Pero ir en pos de Él como discípulo es mucho más que eso, exige hacer el mismo camino llevando la cruz, la que nace de vivir por y para los demás, sobre todo los pobres y pequeños, entregando la vida y sirviendo a todos con los talentos recibidos, muchos o pocos.
No sigue a Jesús quien descuida sus deberes para con su padre, su madre, su mujer o sus hijos, sus hermanos y hermanas; y mucho menos invocando el seguimiento. Eso sería engañarse y engañar.
Jesús exige ser Él la familia y los bienes, la perla preciosa por lo que uno vende todo lo que tiene con tal de conseguirla. No se trata pues de una renuncia a secas que malamente se puede llevar a cabo y no puede ser duradera. Se trata de elegir para seguir al Amor, de despojarse y despegarse de todo lo que impide extender las alas y volar en libertad adonde Él vaya; de soltar amarras y lazos, de romper ataduras, de tener claras las prioridades, lo primero, lo esencial, porque el Amor exige corazones enteros, ni partidos ni divididos, sin hemorragias.
También hace falta discernimiento, o cabeza y sentido común, para calibrar las propias fuerzas y aptitudes y ponerlas al servicio del Reino como Dios quiere.
Renunciar a la familia y los vínculos más sagrados, a los bienes de cualquier tipo por seguir a Jesús, es simplemente cuestión de enamoramiento, de caer en los lazos de su persona y su amor que desatan, sin dificultad, todos los demás.
Es lo que sucede cuando alguien encuentra a aquel o aquella con quien quiere pasar el resto de su vida y por él o ella renuncia a todos y todas las demás sin esfuerzo, o a otro tipo de vida que el soñado hasta entonces. Esto es lo que llena el corazón, por eso la renuncia no es tal, sino afirmación gozosa, elección apasionada y apasionante.
La primera lectura de hoy tiene un párrafo que dice preguntando, ¿quién comprende lo que Dios quiere?
Y el Evangelio, en una semana más, nos va dando el perfil del seguidor de Jesús, del discípulo de Jesús, recordamos que Jesús nos pide estar preparados, estar alerta, trae fuego y división , hay que entrar por la puerta estrecha y hoy nos trae otras pautas para el discípulos que con Él sube a Jerusalén, va itinerante, porque como nos enseña las escrituras, desde Abrahán, no hemos dejado de caminar o el que se ha quedado quieto deja el seguimiento, echa la mirada atrás y se para, es la semilla sofocada por el calor de los quehaceres, de lo corto de nuestras miras o el miedo al compromiso de la buena tierra.
Jesús nos ayuda, una semana más, a comprender lo que Dios quiere de nosotros, como Dios quiere que seamos y así nos dice que Dios es primero y último, que Dios está por encima de todos y de todas las cosas, hasta de la familia, no es que dejemos a la familia, sino que Él es primero y a Él debemos tenerle el santo temor de Dios, que no es otra cosa que tenerle por primero de todo en nuestra vida “ESCUCHA ISRAEL…..” y el segundo semejante a éste, el amor al hermano con el que tenemos que hacernos prójimo.
Como segunda pauta, nos dice que tenemos que hacernos con nuestra cruz y esa cruz no es la cruz de verdad que Él llevó, es las pequeñas cosas de nuestro diario vivir y convivir que por principio rechazamos, porque nos cuesta mucho una sonrisa, nos cuesta agradar, nos cuesta darnos un poco a ese o a aquel que necesita un poco de nuestro tiempo, seas un familiar, un amigo o uno cualquiera, uno que nos pide por la calle, y como he dicho tantas veces ¿le hemos preguntado por sus necesidades, familia, techo…..?
La última pauta, ya es para nota, pero Jesús lo dice como una cosa más, no es para nota, no, es para aprobar simplemente “el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío” y esto tan simple, que después de veinte y un siglos, no lo hemos comprendido, porque seguimos siendo ricos, por lo tanto ¿qué clase de discípulo somos? Y quiero contestar con un párrafo del Papa Francisco que copio de un artículo de J.A. Pagola
“””Sorprende la libertad del Papa Francisco para denunciar estilos de cristianos que poco tienen que ver con los discípulos de Jesús: cristianos de buenos modales, pero malas costumbres; creyentes de museos; hipócritas de la casuística; cristianos incapaces de vivir contracorriente; cristianos corruptos que sólo piensan en sí mismos; cristianos educados que no anuncian el Evangelio……”””
Terminamos con el último versículo del salmo, en versión de la Biblia latinoamericana
“”Llénanos de tu amor por la mañana, para que así vivíamos todo el tiempo alegres y dichosos””
Ya nos lo dijo muchas veces, sin mí no podéis hacer nada, por lo que Señor aquí tiene nuestra debilidad que es mucha al igual que nuestros buenos deseos.
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