16 NOVIEMBRE 2014
DOM-33A
Mt 25,14-30. Has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu Señor.
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
Copyright © 2010 Escucha de la Palabra Design by Dzignine
Released by New Designer Finder
3 comentarios:
Los valores personales: Mt 25,14-30
El personaje central de la parábola -aunque no lo parezca- es el criado perezoso. Es el que ha recibido menos, pero ni eso merecía porque no ha hecho nada. Pero veamos el sentido del ejemplo que pone Jesús.
Al nacer se nos entregan un montón de cosas buenas: unas tienen que ver con el cuerpo, otras con lo psíquico-mental y otras con lo espiritual. El ser humano es un mundo en pequeño, completo, perfecto, hermoso, ordenado. Un mundo así encierra muchísimas posibilidades. Lo importante no es la cantidad de valores que has recibido, sino lo que hagas con ellos que hayas recibido, sean muchos o pocos.
La vida es el tiempo que Dios nos da para desarro¬llar¬las. Cuando estemos de vuelta, nos va a preguntar qué hemos hecho con lo que nos entregó al nacer. Observa que, en la parábola, el Señor no pregunta cuánto ha consegui¬do cada uno, sino qué es lo que ha hecho con lo que recibió. Todos los que hicieron algo -más el que recibió más, menos el que recibió menos- reciben el mismo premio. Sólo es castigado y expulsado el que no hizo nada.
A la luz de esto se entiende mejor esa expresión un tanto extraña de Jesús: "Al que tiene se le dará más; al que no tiene se le quitará hasta lo poco que tenga". Es como decir: el que crece crecerá mucho; el que no crece morirá raquítico.
Lo mismo cabe decir de la vida comunitaria: Estás aquí para echar raíces y crecer. Si no cambias, no pienses que te quedas como estás. Te pones peor. En esto de vivir no cabe estarse quieto: o avanzas o retrocedes. Más aún: no avanzar es retroceder.
Piensa lo que estás haciendo aquí y con toda tu vida porque, tarde o temprano, quieras o no quieras, tendrás que rendir cuenta de lo que estás haciendo contigo y con tu existencia. Si no quieres que te den la patada y te veas fuera del mundo como un ser fracasado y sin sentido, conviene que empieces ya a poner en juego todas las posibilidades que, como cada ser humano, tú también encierras.
Dios no crea seres inútiles. Te ha hecho para algo. Ponte cuanto antes a realizar tu tarea. Entonces -sólo entonces- podrás mirarle cara a cara con una sonrisa de satisfacción. Y podrás mirar de la misma forma a la vida y a cada persona que se cruce en tu camino y, sobre todo, podrás mirarte a ti mismo sin sentir vergüenza o lástima.
(AL-ALBA. Reflexiones evangélicas a los chicos de Naim)
En el momento de escribir estas líneas me dicen que una mujer muy querida para mí ha sufrido un ictus y se encuentra en estado crítico. Ella me acogió en el convento a mis dieciocho años. Era la superiora y maestra de novicias entonces, pero a mí me hizo de madre, hermana, amiga y compañera.
Si alguien la hubiera preguntado por sus talentos habría dicho, sin vacilar, que tenía muy pocos. No ha tenido el don de la palabra, ni facilidad para escribir, y apenas una cultura elemental. Cantaba y bordaba, pero sin destacar demasiado en ello. No tenía mala salud, pero tampoco era fuerte.
Lo que sabía hacer, como algo inherente a su naturaleza, como si lo llevara en la sangre, era servir. Se entregaba a su comunidad con todas sus fuerzas, con todo su ser. Abrazaba los trabajos más ingratos, los que las demás evitaban, como si le correspondieran a ella, sin más. Sin quejas ni alardes.
Se creía pobre y pequeña, pero estos últimos años, cuando su salud flaqueaba y sus fuerzas menguaban, experimentó el crecimiento de su confianza en Dios, y vivía en sus manos, como una niña. Sin dejar en ningún momento de trabajar, de gastarse y desgastarse hasta el límite.
De hecho, todo su físico lo reflejaba. Lleva años cargando con una joroba en la espalda, más y más pronunciada cada vez, que la iba oprimiendo los pulmones, el estómago y el intestino. Pero tampoco esto la dispensaba de ningún esfuerzo, y a duras penas contemplaba la posibilidad de parar y descansar.
Siempre consideró que tenía poco que ofrecer, pero lo que tenía lo puso a disposición de todos, y lo hacía rendir. Además de trabajar, sabía escuchar, compadecerse y comprender, y lo brindaba con generosidad.
Todavía no sé si le llegará en breve la hora de ajustar cuentas con su señor, pero estoy segura de que cuando presente ante él el fruto de su gestión con los talentos recibidos, escuchará estas palabras de sus labios:
Muy bien. Eres una servidora fiel. Como has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu señor.
Esta semana la Palabra de Dios nos trae a nuestra vida que el cristiano tiene que ser una persona activa, en constante expectación por la venida del Señor, pero no de una manera pasiva, sino en activo, ocupado, haciendo el bien y dando frutos.
Tenemos que dar de lo que recibimos y tenemos que darlo gratis, pues como nos decía Jesús, gratis lo habéis recibido.
En el trabajo del Reino, Dios no nos pide más de lo que podemos desarrollar, sino que nos manda hacer aquello que podemos hacer según “nuestra capacidad”.
Por ello no nos cabe decir eso no lo puedo hacer, no estoy capacitado, no puedo llegar a tanto, porque estas frases y todas las que podamos imaginar, no es más que esconder las gracias recibidas y de esta manera no llegar a nadie; son las eternas excusas de los que no queremos ponernos mano a la obra en la tarea diaria que nos haga dignos de la bendición de Dios, en definitiva usamos de la libertad que nos regaló Dios hasta para poder rechazarlo.
Hoy se nos pide nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, nuestros pensamientos y obras para construir el Reino, para que la paz llene los corazones angustiados, la justicia sequen las lágrimas de los que lloran y reconstruya su dignidad de excluidos por la avaricia de los que tenemos más de lo que necesitamos.
Para que nuestra misericordia y compasión alegren los espíritus de los atrapados en la marginación y todas esas formas modernas, de esclavitud.
Para que nuestra rectitud de intención sea nuestra regla de oro, en nuestro mirar y hacer, viendo a Dios en todos aquellos de los que nos hacemos projimo.
Que los insultos o los fracasos no nos desalienten, sino que sigamos con la mirada puesta en aquel que nos precede
Si miramos atrás y nos quedamos parados, pasivos, temerosos de una exigencia indebida, nos destruiremos al enterrar las esperanzas de todos aquellos que, aunque no lo veamos, tienen puestas sus ilusiones en nuestro actuar.
Termino con la primera lectura, que hoy podríamos traducirla a un lenguaje moderno, pero no mejor y llena mis recuerdos de la infancia hasta mis pocas canas de hoy, pues es la que se hace en la fiesta de santa María Salomé, esposa del Zebedeo y madre de Santiago y San Juan que se celebra el 22 de Octubre en mi pueblo de Bonares: ¡y dicen que la mujer no estaba valorada¡
Santa Bendita, supiste ganarte el pan de cada día y supiste darlo a los demás en el servicio del Maestro y de los que le seguían, ayúdanos a darnos por entero
Publicar un comentario