2ºDOM-ADV-B

domingo, 30 de noviembre de 2014
7 DICIEMBRE 2014
2º DOMINGO ADVIENTO-B

Mc 1,1-8. Allanad los senderos del Señor. 

2 comentarios:

Maite at: 02 diciembre, 2014 21:13 dijo...

Juan fue, en su tiempo, un verdadero líder que atraía y cautivaba a las masas. Convencía a la gente y sabía sembrar ideales nuevos en las mentes y corazones. Era como un viento rompedor, un tallo fresco, una esperanza nueva.

No buscaba adhesiones a su persona, ni el dominio o el control de los demás. No ansiaba el poder. Por eso la gente iba a buscarle al desierto, acudía a él, porque se sabía mensajero de otro y se presentaba como tal. Preparaba caminos y allanaba senderos para el que venía detrás, predicando con el ejemplo de una vida austera y exhortando a todos a la conversión.

Isaías había definido ya, mucho tiempo antes, en qué consiste eso de la conversión. Empieza en el desierto, ese espacio solitario y silencioso que podemos recrear en nuestro interior. Ahí se empieza a preparar el camino para que venga el Señor. Hace falta allanar una calzada para Él, levantando los valles de nuestros desánimos y desesperanzas, de nuestros abatimientos y tristezas, quejas y apatías. Hay que abajar los montes y colinas de nuestra superioridad, de nuestros empujones y agresiones, nuestros golpes bajos e hipocresías. Hace falta también enderezar lo torcido e igualar lo escabroso de nuestros pensamientos negativos, nuestros juicios y prejuicios; nuestro pecado de soberbia y egoísmo, nuestra lengua viperina, nuestros menosprecios de los demás, nuestras omisiones en el servicio y el amor, nuestras ausencias en el acompañar y consolar a quienes más nos necesitan: los que están a nuestro lado.

Se trata de vivir confiados en la promesa del Señor, como quienes esperan un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia, sin sombra de corrupción ni abusos, donde cuidamos unos de otros y caminamos juntos.

El Adviento es tiempo de pedir al Señor su misericordia y su salvación, su justicia y su paz. Para todos.

Juan Antonio at: 04 diciembre, 2014 19:29 dijo...


La semana pasada, hablábamos de la espera, la esperanza en la llegada del Señor, de estar alerta y velad, pero no de una manera pasiva, sino activa, cuestión que se plantea de una manera abierta en esta semana
“”Una voz grita en el desierto, preparad el camino del Señor, preparadle el camino al Señor, allanadle sus senderos”.
Y aquí tenemos nuestra tarea, nuestra actividad para este tiempo, tarea que como nos dice el bautista no es más que nuestra conversión, cambiar de modo de ser, pensar y actuar, hacer una revisión de nuestra vida, una limpieza de nuestra casa, como cuando nuestra madre decía, hoy es sábado y hay que limpiar a fondo, pues esto se nos pide en esta semana, limpiar a fondo nuestro corazón de todo aquello que se le haya ido adhiriendo en nuestro caminar.
El Bautista nos dice que él no es el protagonista de lo que ha llegado, de lo que está, la Buena Noticia de Jesucristo, Hijo de Dios, que viene detrás de él, que puede más que él y del que no es digno de desatarle las sandalias, ese nos traerá el bautismo en Espíritu Santo.
Siempre que viene los tiempos fuertes de la liturgia de la Iglesia hablamos de conversión, de revisión de vida, de tantas y tantas cosas que debemos hacer cada día, pues cada día debemos ver al atardecer, como ha sido nuestro amor, como hemos cumplido la voluntad de Dios, como hemos seguido su estilo de vida, que ahora debemos empezar con un parón y cuanta adelante, pero que ese caminar es revisable día a día para no enquistarnos en nuestras debilidades y de ellas salir renovados, como decía S. Josemaria Escrivá, que nuestros errores era un regalo para poder rectificar.
Plantémonos en presencia de Dios y sin palabras, sin rezos, pues como decía un dicho, en la oración hablar está bien, rezar también, pero lo mejor, es amar.
Pues con esa presencia constante de Dios en nuestra vida, en un amor sin término, haciendo todo con el cariño de hijos pequeños de Dios, llegaremos a una conversión que no es más que llenar nuestros egoísmos de amor.
La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan, nos dice el salmista, desde ellas, sigamos nuestra marcha, desbrozando nuestro camino, para que el Señor salga a nuestro encuentro.
María, Madre del Adviento y de la Esperanza, ayúdanos a decir AMEN