ASUNCIÓN DE MARIA

sábado, 7 de agosto de 2021
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2 comentarios:

Maite at: 10 agosto, 2021 18:59 dijo...

Confieso que, esta semana, afrontaba con bastante pereza el comentario en la solemnidad de la Asunción de María. Pero el contexto de la hojilla me ha devuelto la figura real de María, con la que me identifico y que mejor reconozco. Y es que acercarme a su figura idealizada, desencarnada y lejana no me ayuda, ni me acerca, a mi madre, hermana, amiga y compañera en el camino del seguimiento de Jesús. Porque la necesito y la siento así, no como Reina o Señora. No me llegan sus prerrogativas ni sus privilegios sobre cualquier otra criatura. Me atrae su ser mujer y madre, esposa y vecina de sus vecinas. Y, sobre todo, su condición de creyente; su fe, su esperanza y su amor. La oscuridad e incertidumbre de su camino, sus preguntas sin respuesta, sus anhelos y sueños, su fortaleza y lealtad, su capacidad de contemplación y servicio a los demás.

Me gusta contemplar a María en el Evangelio, porque ahí la veo, a ella misma, como Buena Noticia de Dios. Me gusta verla creer y esperar contra toda esperanza en las palabras de Dios y sus promesas. Y salir de su casa y de sí misma para correr en ayuda de Isabel.
Me gusta contemplar a dos mujeres, dos madres, que se gozan cada una en la dicha de la otra, que comparten lo que Dios ha hecho por ellas: el Dios de los pobres, de los pequeños y los humildes.

Me gusta ver a María feliz y exultante, fijando la mirada en lo que Dios ha hecho en ella, en su ternura y misericordia, en el poder de sus promesas y su fidelidad, presente en su vida y su historia, en la de su pueblo, en la de todas las generaciones.

Me gusta contemplar a María en casa de Isabel hasta que esta da a luz, a su servicio, acompañándola y apoyándola en los mil y un menesteres de cada día.

Y me gusta, por qué no, llamar a mi madre “bendita entre las mujeres”, y decirle que “bendito es el fruto de su vientre”.

Santa Teresita del Niño Jesús, al final de su corta vida de veinticuatro años, escribió un largo poema: Por qué te amo, oh María. Y en el momento histórico del siglo XIX que ella vivió fue capaz de mirar y encontrar a María en el Evangelio.

Hoy es una buena ocasión de expresar a María por qué la amamos, y acercarnos al evangelio para conocerla tal cual es; y empaparnos, así, de su experiencia creyente. Luego, solo queda que todo hijo, hija, sale a su madre.




juan antonio at: 11 agosto, 2021 13:38 dijo...

Hoy celebramos uno de los cuatro dogmas referido a la Virgen María, --Madre de Dios, Virginidad de María, Inmaculada Concepción y la Asunción a los cielos.

“”Todo dogma entraña una verdad de fe revelada por Dios, transmitida desde los Apóstoles ya a través de la Escritura, ya a través de la Tradición y propuesta por la Iglesia.””

El dogma se proclama en el año 1.950 por el PAPA Pio XII, tomando la creencia popular de siglos atrás, pues en Huelva, creo, que al menos existen cuatro templos bajo esta advocación, Almonte, Aracena, Aroche y Bonares, todos muy anteriores al siglo veinte,(el de Bonares es del S. XVIII) como siempre, vamos con retraso y reconociendo lo que ya, en siglos, había admitido la religiosidad del pueblo de Dios.

Es una fiesta que en la Iglesia Oriental tiene como nombre la Dormición de María, pero de gran celebración desde muy antiguo.

La Asunción de María nos viene a decir que María alcanzó su plenitud de Vida en Dios, fue limpia desde su concepción, tenía que llegar a la plenitud de la Vida en Dios Padre.
El Evangelio que se proclama es el de la Visitación, una vez pasada la Encarnación, relato que nos llena de alegría porque nos muestra hasta dónde puede llegar Dios y hasta dónde puede llegar el ser humano, Dios se abaja y la humanidad crece y crece desde lo más humilde y pobre, un pequeño país, un pueblo desconocido, una salida corriendo a la montaña (sin nombre), porque hay una persona que la necesita, Isabel.
Es la llena de gracia y tiene que derramarse, darse a todos, empezando por la familia.
La escena es para verla, como decía S. Ignacio, quédate escondido y contempla el misterio de Dios en la cueva y ahora en la montaña.
El dialogo está lleno del misterio de Dios entre dos mujeres, con el fondo de dos niños y María saludó a Isabel y ésta cae rendida a los pies de la “Madre de mi Señor” y la proclama “”Dichosa tú porque has cierto””.
El relato evangélico termina con el canto de María, de alabanza y agradecimiento a Dios, que todos los días debemos rezar con la humildad con que fue dio por María, desde lo profundo de nuestro corazón.

Hace muchos años, en la Playa de Mazagón, un sacerdotes de los Sagrados Corazones en la homilía de este día, venía a decirnos que deberíamos gozarnos con esta fiesta, porque sabemos que la Virgen María, de nuestra carne y de nuestra sangre, la alcanzó la plenitud de la Vida y con ella el género humano.

¿Y nosotros podemos vivir esa plenitud de Vida? Ahí está la cuestión que dejo a los entendidos para nuestra enseñanza

María la llena de gracia, la que creyó contra toda razón, la que se fió de Dios y ante la propuesta del Ángel, aceptó la palabra de Dios, con un sencillo “hágase”.

Los dogmas sobre María, no son más que los pasos de Dios sobre ella, encaminados al fin último de su Hijo en la Pasión, Muerte y Resurrección, hacer realidad en este mundo el Reino del Padre, al Amor entregado en nuestras acciones con los hermanos.
Recemos el Magnificat, el canto de María, lleno de gozo y agradecimiento, no somos nadie, pero con Dios y su Madre, lo somos todo.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos a vivir tu fe, a vivir tu confianza en Dios Padre, a vivir la Voluntad de Dios en nosotros y nuestros hermanos, ¡AMEN!