DOM-22B

sábado, 21 de agosto de 2021
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3 comentarios:

Paco Echevarría at: 21 agosto, 2021 08:51 dijo...

SOBRE EL SER Y EL PARECER (Mc 7,1-23)

En Mc 7 se nos narra un enfrentamiento de Jesús con los fariseos, esta vez a propósito de costumbres relacionadas con rituales de purificación. Lo que para nosotros es una norma de higiene personal -lavarse las manos-, para aquellos hombres era un ritual religioso. No seguirlo al pie de la letra significaba permanecer impuro y, por tanto, quedar excluido del encuentro con lo sobrenatural. Este tipo de rituales eran una manera de señalar la frontera entre lo sagrado y lo profano. El peligro estaba en considerar esto lo único importante y olvidar la actitud de corazón. La discusión entre Jesús y los fariseos -los puros- tiene esto como centro. Pero no se trata de un tema baladí. Lo que aquí se enfrentan son dos formas de entender el ser humano y la religión.

Hay una manera de ver las cosas a partir de la apariencia de las mismas, es decir, poniendo la atención y el énfasis en lo exterior, en el aspecto, en la imagen. El error de semejante planteamiento está en que, a la larga, sólo cuenta lo que se ve, con lo cual la vida se convierte en un inmenso decorado de fachadas tras las cuales no hay nda. Para quienes ven así las cosas sólo cuentan el aspecto de las personas, los cargos, la fama, la imagen pública... Y existe otro modo de ver la realidad: de dentro a fuera, poniendo la atención en el fondo de las cosas, en el ser, en lo oculto. En este caso lo que cuenta es la persona y los valores.

Ambas posturas suelen darse en la vida social y también en la religión. Así tenemos quienes entienden la relación con lo divino como un conjunto de ritos externos, de normas, de formas, de imágenes... En consonancia con esto adquieren una gran importancia los lugares, los tiempos, los objetos, las personas relacionadas con lo divino. La postura opuesta valora sobre todo la actitud del corazón. De esa manera lo sobrenatural desborda sus propios límites y todo se convierte en vehículo de manifestación de la divinidad: cualquier lugar, cualquier momento, cada objeto y cada ser vivo pueden ser signos de su presencia. Los fariseos eran de los primeros. Jesús defiende lo segundo. Y advierte que de nada sirve lavarse las manos si está manchado el corazón. Importa lo que brota del interior: si es bueno hace bueno al hombre; si es malo, lo hace impuro.

En un mundo como el nuestro, los creyentes corren el riesgo de pensar como los fariseos y, creyendo seguir el mensaje de Jesús, encontrarse siguiendo las enseñanzas de sus adversarios. En Israel a Dios sólo se le podía encontrar en el templo, en Jerusalén. Jesús sitúa ese lugar en el corazón humano. Por eso Dios es ahora más cercano y asequible. Se ha hecho más humano para permitir al hombre estar más cerca de él, es decir, para que logre ser más divino. Así andan las cosas desde entonces, aunque a muchos les resulte tan difícil entenderlas.

FRANCISCO ECHEVARRÍA

Maite at: 24 agosto, 2021 21:37 dijo...

Me ha gustado mucho el contexto de la hojilla. Se explican muy bien dos líneas que perduran entre nosotros, cristianos del siglo XXI. Y el resto de la hojilla nos recuerda qué cerca estamos de reproducir las actitudes de los fariseos que, curiosamente, eran muy piadosos.

¿Cómo evitar entonces seguir la estela de estos observantes a ultranza de la Ley y las normas, que dejan de lado la misericordia y el perdón? Tal vez la respuesta no esté en la oración, que puede dar una falsa seguridad y alojar en un limbo de complacencia.

Para no perder el rumbo y reproducir en nosotros los sentimientos de Jesús hace falta contemplarlo, con asiduidad y constancia, en los evangelios; y una formación permanente que nos acerque a buenos autores (muchos de ellos los recomienda Juan en la hojilla con frecuencia) que ofrecen interpretaciones adecuadas y esclarecedoras de los pasajes evangélicos.

Y el camino más seguro es el que proponen el salmista y la carta de Santiago, además de las palabras de Jesús. Curiosamente no exhortan a acudir al templo o a rezar. Se centran en el prójimo, en pasar haciendo el bien y amparar y ayudar a quienes más lo necesitan. Los más débiles y frágiles que caminan a nuestro lado.

No podemos equivocarnos en nuestras opciones de vida. Demasiada gente a nuestro alrededor necesita escuchar y, sobre todo ver, en nosotros, la Buena Noticia de Jesús.

juan antonio at: 27 agosto, 2021 06:33 dijo...

Si tuviéramos que poner titulo a esta reflexión sería “”sinceridad””, deja lo superfluo y ve al grano.
Jesús no nos trajo ninguna religión, todo esto vino después con el devenir de los años, Jesús nos trajo un modo de vida, un estilo de vida con dos ejes fundamentales: Dios y la humanidad, el hombre: lo demás nos lo hemos inventado, quizás con buen fin, no lo dudo, pero como nos dice Jesús, “”dejáis los mandamientos y os aferráis a la tradición de los hombres””.
Y no me resisto a dejar constancia de un hecho que es muy frecuente en nuestras iglesias, y así se está celebrando la Eucaristía y en plena consagración, los fieles entran a rezar a sus “santos” sin importarle nada el acto que se está celebrando, el sacramento de nuestra fe como decimos. Está mal, no, pero se olvida lo principal, es cuestión de formación, y aquí cada cual haga frente a su responsabilidad.
Las lecturas nos pone frente a la verdad de nuestra relación con Dios y los hermanos y hoy me detengo en el salmo, que nos lleva a comprender lo que nos dice las demás, pues nos explica que tenemos que hacer para nuestra relación intima con Dios y los hermanos
¿Quién puede hospedarse en tu tienda?
Es decir quién puede vivir contigo, quien puede entrar en la intimidad con Dios y ahí nos da un elenco de consejos tan prácticos como sencillos, pues no son más que tener un corazón limpio, haciendo indiferente si te has lavado las manos o no o has fregados los cacharros o no, sino que desde la sencillez de la vida vive la Vida con Dios y los hermanos, ve al Evangelio, ve al estilo de Vida de Jesús, deja lo superfluo que si también lo puedes hacer, pues bien, pero busca el centro de la vida de Jesús que no fue otra cosa que el Padre y el hombre/mujer.
“”qué nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos a ella como lo está de nosotros el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?
Piensa en ello, piensa en tu oración, piensa en la invocación que hacemos al Señor, de pedigüeños, de alabanza, de acción de gracias, de ponerte en sus manos, de hacer su voluntad que no es otra cosa que cumplir con tus deberes de estado y en él repartirte, darte, entregarte.
Hagamos las cosas de Dios y dejémonos de inventos, seamos “sinceros”
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ayúdanos