25 DICIEMBRE 2014
NATIVIDAD DEL SEÑOR (NOCHEBUENA)
LUCAS 2,1-14. Y dio a luz a
su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre
Estas hojillas, que podéis bajaros, nacieron en la Parroquia de San Pablo (Fuentepiña, barriada obrera de Huelva) y la siguen varios grupos desde hace años en su reflexión semanal. Queremos ofrecerlas desde la sencillez y el compromiso de seguir a Jesús de Nazaret.
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2 comentarios:
A veces seguimos creyendo, como aquellos hombres y mujeres del Antiguo Testamento, que Dios bendice a los que ama y lo merecen, y castiga a los malos. Y seguimos echando la culpa a Dios de los males del mundo: las catástrofes naturales, la muerte y la enfermedad...
La Palabra de Dios en el tiempo de Navidad es el lugar privilegiado para aprender cómo, cuándo y dónde actúa Dios. Él escribe la historia de salvación con nuestros renglones torcidos, porque no puede, ni quiere, prescindir de nosotros. Pero nos quiere hijos, no esclavos ni marionetas, y por eso respeta profundamente nuestra libertad y nuestros ritmos. Nosotros somos los artífices y responsables de nuestro destino, pero Él lleva la trama que subyace en el tejido que va realizando en el telar de la historia.
¿No amaba Dios a María y a José? Y sin embargo no les fueron ahorrados esfuerzos ni contrariedades en el nacimiento de su hijo. ¿No amaba Dios a su Hijo? Y nació como un pobrecito más, uno de tantos de un pueblo oprimido. Y acuden a adorarle unos pastores, los últimos en la escala social, los peores a la hora de cumplir sus deberes para con Dios. ¿Acaso entendían María y José algo de un Dios que, después de haberlos escogido como familia para su Hijo, parecía dejarlos a su suerte en los momentos más cruciales? Hacía falta mucha fe para confiar en un Dios así, que no les iba abriendo camino a su paso, sino que iban ellos haciendo camino al andar.
La vida de los pastores que acudieron al portal la noche de Navidad, no fue más fácil desde entonces, pero algo radical había cambiado en ellos: habían reconocido al Salvador en un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Habían visto un coro de ángeles que les manifestó el amor de Dios. Eran unos privilegiados.
Desde la noche de Belén, María y José tienen entre sus brazos la gracia de Dios que trae la salvación para todos los hombres, pero no iban a vivir mejor por ello. De hecho, sus vidas se habían complicado mucho desde que Dios había irrumpido en ellas, y su responsabilidad ante Él y los hombres y mujeres de todos los tiempos había adquirido proporciones inconmensurables. Desde entonces, cada día, pronunciaban su "hágase".
En esta noche santa, noche buena, quiero agradecer a Juan su hojilla semanal, a Paco y Juan Antonio, sus comentarios, fieles y puntuales, a los lectores, su atención. Y desear a todos y cada uno toda la luz de esta noche, el gozo y la alegría por el nacimiento del Salvador, la fuerza para seguir sus pasos, el amor para entregar la vida jirón a jirón, gota a gota, como María y José, como Jesús, hecho niño en Belén.
Llegamos a este día, del Nacimiento del Niño Dios, después de haber pasado semanas en vela, en vela activa, en vela activa y alegre, y después de reflexionar sobre la acogida de Dios por María en su seno, en un sí del que dependió la historia de nuestra salvación, como de nuestros síes de cada día depende la morada de Dios en nosotros, y por ello en todos los hombres, porque como María, así también tenemos que ir a la montaña de nuestro entorno a llevar el gozo de nuestro encuentro con Dios.
Hoy contemplamos ese encuentro de Dios con la humanidad, viniendo como uno más entre nosotros, niño pequeño, débil, y ello para el que los hombres fuéramos hijos de Dios, para que nos sintamos más cerca de Dios, porque Dios ha venido a nuestro encuentro y ha acampado entre nosotros.
Y como viene? De la forma más humilde, más sencilla, pobre e hijo de pobres y dejando aparte las consideraciones históricas, hagámonos presente en la gruta de Belén, allá en un rinconcito, como dice S. Ignacio en los Ejercicios Espirituales y mírenos y admiremos lo que ocurre: la llegada de José y María, el trance del parto en la más absoluta soledad, salvo la compañía de unos animales –cosas de la tradición, pero lógica al fin - ese aderezar al niño con lo poco que llevaban y como cuna un pesebre abrigado por las pajas que lo llenaban y después la visitas de aquellos humildes pastores encandilados por el anuncio de los ángeles.
Se nuestra actitud de gloria, alabanza y adoración en la contemplación del más grande de los acontecimientos de la historia, adoremos y demos gracias, hoy y siempre, porque cada día Dios viene a nuestro encuentro en la forma más insospechada, hoy niño débil y lloroso, mañana en un rato de oración, pasado en un amigo que requiere tu hombro para descansar sus pesares y así....... hasta el final de los tiempos.
No me resisto a copiar la cancioncilla con la que Radio María a las siete y algo de la mañana abre el día, después del informativo
Buenos días Señor, buenos días
Esta noche has cuidado de mí,
yo quisiera que toda mi vida
fuera gloria y alabanza hacia Ti.
Buenos días Señor, buenos días.
En tu nombre comienzo este día
y en tu nombre lo espero acabar,
pensamientos, palabras y acciones,
realizo debido a tu inmensa bondad.
Buenos días Señor, buenos días.
Me regalas el tiempo, la gracia,
el trabajo y la fe y me dices,
construyes mi Reino
y no temas, contigo estaré.
Buenos días Señor, buenos días
Gracias hermana Maite por su felicitación, y a vosotros compañeros de página y a todos los que comparten la lectura de la hoja y de las reflexiones que dejamos, Feliz Navidad, hoy mañana y siempre
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